Salamanca en 48 horas: los planes que no te puedes perder
La Catedral de Salamanca, desde la ribera del río Tormes. FOTO : DARCI RIBEIRO / UNSPLASH.

Salamanca en 48 horas: los planes que no te puedes perder

Siglos de arte, tradición y conocimiento llenan las calles de la ciudad con la universidad en activo más antigua de España, que todavía conserva el ambiente de los estudiantes y el recuerdo de las historias medievales de los nobles que pasaron por ella.

Esther G. Herreros | Agosto 7, 2025

Para descubrir Salamanca quizá parezca que se necesitan incontables días; sin embargo, la app Salamanca Turismo, desarrollada con la tecnología de GVAM, propone un itinerario de 48 horas que permite seguir desde el teléfono móvil el recorrido y acceder a información detallada de cada parada.

Entre sus funcionalidades más destacadas, esta guía inteligente de Salamanca incorpora rutas conectadas con servicios de hostelería y comercio local, una agenda de eventos que se actualiza automáticamente, notificaciones en tiempo real y un mapa interactivo con buscador libre para explorar puntos de interés cultural.

Para hacer una escapada de fin de semana a esta ciudad dorada, no te pierdas el itinerario sugerido y personalízalo tú mismo en la app en tu smartphone.

Día 1: perderse en la Salamanca más monumental

El día comienza en la Plaza Mayor, el corazón barroco de la ciudad y uno de sus centros neurálgicos. Este gran salón al aire libre invita a arrancar con un desayuno en alguna de sus terrazas, como el Café Novelty, local de tertulia de figuras literarias como Vargas Llosa y Paco Umbral, mientras se observa cómo Salamanca despierta.

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La Plaza Mayor. FOTO: MAFALDA MOURA / UNSPLASH.

A escasos minutos a pie, se encuentra uno de los mejores ejemplos del Renacimiento español: el Palacio de Monterrey. Residencia privada de la Casa de Alba, merece la pena al menos una parada para observar su fachada. Y, si se dispone del suficiente tiempo, también el interior, que guarda un valioso legado familiar en forma de mobiliario, tapices y obras de arte.

Justo enfrente, se alza la Iglesia de la Purísima, con un estilo influido por el Renacimiento italiano. En su interior guarda una joya del Siglo de Oro: La Inmaculada Concepción, de José de Ribera. Continuamos el paseo con tinte religioso por la Iglesia de San Martín un sobrio templo romano que nos transporta al pasado medieval de la ciudad; desde allí, bastan dos minutos para llegar al Mercado Central de Abastos, ideal para una primera parada gastronómica para disfrutar de los productos locales de Salamanca. A media mañana, no puede faltar un vino de la Sierra acompañado de una tapa de embutido ibérico.

Con las fuerzas recargadas, continuamos hacia el Patio de la Salina, que debe su nombre a que durante años funcionó como depósito de sal. En él, destaca la galería de ménsulas que representan, en gran tamaño, a grotescos personajes atormentados. Muy cerca, se encuentra la Iglesia de San Benito, que alberga apasionantes historias sobre las luchas de poder de la Salamanca más medieval.

Nuestro recorrido llega a la Universidad Pontificia de Salamanca, cuyas Torres de Clerecía son uno de los emblemas de la ciudad. Desde ellas se puede admirar una de las mejores vistas de la ciudad. En verano, también es visitable al anochecer, cuando la magia de la ciudad es todavía más latente.

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La calle Compañía, con la Clerecía al fondo. FOTO: MAFALDA MOURA / UNSPLASH.

Justo enfrente, se encuentra la emblemática Casa de las Conchas, con más de 300 conchas de piedra en su fachada. Guardan un doble significado: recuerdan que don Rodrigo Arias Maldonado (quien la mandó construir) pertenecía a la orden de Santiago y simbolizan la heráldica de su esposa, Juana Pimentel. Cuenta la leyenda que debajo de una de ellas hay una moneda de oro (era frecuente esconderlas en los cimientos para atraer la buena fortuna). Su patio interior es imperdible.

Y por fin, llegamos a uno de los grandes emblemas de la ciudad: el Edificio Histórico de la Universidad de Salamanca, la más antigua en activo de España y una de las más antiguas de Europa. Su fachada plateresca cuenta con múltiples elementos ornamentales, pero el visitante no debe irse sin encontrar la famosa rana, que, aunque tiene fama de dar suerte a aquel que la localiza, se talló como símbolo de la lujuria para recordar a los estudiantes los peligros de la promiscuidad.

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Fachada de la Universidad de Salamanca. FOTO: BETH McDONALD.

Y, por último, no se entiende Salamanca sin visitar su imponente Catedral, que son en realidad dos templos unidos entre sí: la Catedral Vieja y la Nueva, de diferentes estilos. Merece la pena un pausado paseo entre ambos, para apreciar sus diferentes naves y capillas, y por el leronimus: el recorrido por sus torres.

Para terminar el día, el Cerro de San Vicente nos permitirá, primero, apreciar el yacimiento arqueológico que nos acerca a los orígenes de la ciudad, y contemplar la panorámica de Salamanca y su perfil monumental del casco histórico.

Día 2: de las leyendas medievales al arte contemporáneo

Empezamos mirando hacia arriba y apreciando el Cielo de Salamanca: una bóveda pintada por el artista Fernando Gallego que se encuentra en el Patio de Escuelas Menores del Museo y que nos recuerda la importancia de la astronomía en el pensamiento renacentista.

Continuamos hasta la Casa Museo Unamuno, antigua residencia de los rectores de la universidad, entre ellos el célebre intelectual que da nombre al edificio y del que se pueden encontrar enseres y muebles que decoraron su residencia durante su estancia en la universidad.

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Las Escuelas Menores de la universidad. FOTO: MIKK SANCH / UNSPLASH.

Es interesante después visitar la Monumenta Salmanticae, un espacio recreativo que se encuentra en la antigua iglesia de San Millán y que tiene el objetivo de descubrir los secretos del entramado urbano de la ciudad a través de más de 140 recreaciones virtuales.

A media mañana, merece la pena recorrer el Museo Art Nouveau y Art Déco - Casa Lis, que sorprende al visitante con su impresionante fachada con vidrieras multicolor. El interior revela el gusto refinado de la burguesía de la época, con colecciones de vidrios, criselefantinas, esculturas… Pero destaca sobre todo por la colección de muñecas de porcelana, que está considerada la mejor del mundo expuesta al público.

Muy cerca, el Huerto de Calixto y Melibea invita a dar un paseo entre naturaleza, historia y literatura. Este rincón es ideal para contemplar las vistas de la ciudad amurallada, y el propio Fernando de Rojas escogió este huerto para la representación de su trágica obra La Celestina.

Para continuar la ruta cargada de leyendas, nuestra siguiente parada, la Cueva de Salamanca, es un rincón que atrajo la atención de personalidades de la talla de Cervantes y Walter Scott. Las historias más atrevidas sitúan al mismo diablo impartiendo clases de magia negra entre sus muros. Si se es lo suficientemente osado, se puede recorrer las estancias envueltas en misterio durante las visitas nocturnas.

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Vistas desde lo alto de la Catedral. FOTO: LEOS PRSPCTVE.

Dos nuevos edificios nos acercan ahora a la luz: el Convento de las Dueñas, con su impresionante claustro en forma pentagonal, su patio lleno de encanto y sus capiteles decorados con figuras animales, y el Convento de San Esteban, que impresiona con su bellísima fachada cargada de elementos simbólicos, bajorrelieves y esculturas platerescas.

Si se busca cambiar de registro, el Centro de Arte Contemporáneo DA2, instalado en una antigua cárcel provincial, nace precisamente para dar respuesta a la demanda creciente de un espacio especializado en este tipo de arte en Salamanca y ofrece al visitante un salto al presente.

Bajamos a la zona del río para visitar lugares menos transitados, pero aún con el encanto que caracteriza la ciudad: el Pozo de Nieve, una asombrosa construcción con más de siete metros de profundidad que se utilizaba para conservar hielo; y la Muralla de Salamanca, testigo de la defensa de la ciudad en la época medieval.

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Panorámica de la ciudad, con el Puente Romano en primer plano. FOTO: ENRIQUE72 / PEXELS.

Nada mejor para cerrar nuestra visita a Salamanca que ver el atardecer en el Puente Romano. Junto a él, se encuentra el verraco de piedra contra el que el célebre ciego de El Lazarillo de Tormes estrelló la cabeza, víctima de la primera gran picardía del joven Lázaro.

Con la silueta de las catedrales y el eco del río Tormes, nos despedimos de esta ciudad de leyendas que nos invita a quedarnos y perdernos entre sus piedras doradas una y otra vez. Aunque Salamanca no se agota en dos días, este recorrido es una primera mirada que nos deja con ganas de volver.

TURIUM TIPS

Arte urbano. Alejado del circuito tradicional, el Barrio del Oeste es un hervidero de arte a pie de calle promovido por los vecinos de la zona. No pierdas la oportunidad de perderte en sus calles, sembradas de murales, grafitis e intervenciones rompedoras.
Fiestas charras. Septiembre es el mes en el que la ciudad rinde homenaje a su patrona, Santa María de la Vega. Lo hace con actividades culturales en todos los rincones (incluida la formidable Plaza Mayor), iniciativas de ocio para todos los públicos (desde las atracciones de los feriantes hasta el mercadillo medieval) y decenas de casetas a pie de calle para tomar algo y contagiarse del ambiente.
Capital cultural. Cada año, en el mes de junio, Salamanca acoge el Festival de las Artes y las Ciencias de Castilla y León, una cita imprescindible para los amantes de la música en directo y las propuestas artísticas más vanguardistas.
Paraísos gastronómicos. Las tapas son uno de los tesoros de la ciudad. Pruébalas en algunos de los muchos bares tradicionales de la calle Van Dyck y en los alrededores de la Plaza Mayor (atención a las que sirven en Las Tapas de Gonzalo). Sin salir del centro, el restaurante La Hoja 21 es una de las opciones más creativas.
La cara nocturna. Más allá de la animada vida que late en las terrazas y en las barras del momento, la noche es perfecta para revisitar sin prisa la Salamanca iluminada y sucumbir a las fachadas doradas de la Plaza Mayor, la de Anaya y la de San Esteban.