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Rutas diseñadas por Inteligencia Artificial: ¿aciertan más que las guías humanas?
Los algoritmos prometen viajes a medida en cuestión de segundos. Pero ¿puede un modelo de IA competir con la experiencia de un periodista de viajes o de un guía local? Probamos ambos mundos.
Para los que nos gusta recorrer el mundo, preparar un viaje siempre ha tenido algo de ritual: comprar la guía en papel, consultar a un amigo que ya ha estado en el destino o seguir los pasos de un crítico gastronómico que descubriste en Instagram y que te ha hablado de la mesa imposible de reservar. Hoy, sin embargo, cada vez más viajeros experimentan con rutas diseñadas por Inteligencia Artificial, y no solo hablamos de comprar los vuelos usando la IA. Basta con introducir unas preferencias básicas y, en segundos, aparece un plan completo de restaurantes, visitas y escapadas. Rápido, sí. Pero la pregunta es otra: ¿son mejores que las rutas diseñadas por humanos?
La comparación no es trivial. La IA maneja en segundos más información de la que cualquier periodista de viajes podría acumular en años. Sin embargo, lo que distingue a un buen itinerario no es la cantidad de datos, sino cómo se seleccionan y ordenan. Un detalle cultural, un bar escondido sin página web, la recomendación personal del chef… ahí es donde todavía entra en juego el criterio humano.
El test: Lisboa en dos versiones
Para comprobarlo, tomemos un caso práctico. Le pedimos a un modelo de IA que organizara un fin de semana en Lisboa para un viajero de alto nivel, interesado en gastronomía contemporánea, arte y experiencias con cierto toque exclusivo. El algoritmo devolvió un plan en segundos: desayuno en Pastéis de Belém, paseo por la Torre de Belém, visita al MAAT, comida en Time Out Market, tarde en el Museo Calouste Gulbenkian y cena en Belcanto (dos estrellas Michelin). Correcto y completo, pero con un aire de copia y pega digital.
El itinerario humano, en este caso, de un periodista especializado, se veía distinto. Empezaba con un desayuno en Seagull Method Café, en el barrio de Príncipe Real, donde desayunan los propios lisboetas. En lugar del clásico paseo por Belém, proponía un desvío por Alcântara para ver galerías emergentes en LX Factory. Y en vez del abarrotado Time Out Market, sugería reservar en Prado, un restaurante contemporáneo centrado en producto local. La diferencia estaba en el matiz: menos lugares repetidos, más sorpresas que dan carácter a un viaje.

Lo que la IA hace bien
No conviene subestimar a la IA. Para planificar lo básico es imbatible. Tiene varias ventajas claras:
- Velocidad. Diseñar un itinerario de tres días en París con museos, restaurantes y horarios de apertura es cuestión de segundos.
- Personalización inicial. Puede ajustar la ruta si indicas que viajas con niños, que no te gustan los museos o que prefieres moverte en bicicleta.
- Actualización constante. Si se conecta a fuentes recientes, es capaz de saber si un museo está en obras o si un restaurante acaba de recibir una estrella Michelin.
Para el viajero que busca eficiencia y rapidez, la IA ahorra horas de búsqueda en blogs, foros y reseñas dispersas. Además, elimina parte del ruido: no hay que leer diez páginas para descubrir qué ver en Florencia.

Donde sigue ganando el humano

¿Entonces, quién gana?
La realidad es que ambos mundos empiezan a mezclarse. Algunos hoteles ya experimentan con asistentes de IA entrenados con la información de sus huéspedes. Así, cuando alguien pregunta por el mejor bar de cócteles de Madrid, el sistema ofrece no solo una lista genérica, sino también la misma selección con datos de horarios y disponibilidad actualizados en tiempo real.
También empiezan a surgir agencias de viajes que utilizan IA como punto de partida. Primero se genera un borrador de itinerario y luego un experto lo afina, añadiendo el toque personal. El resultado es más eficiente que una ruta pensada 100 % a mano, pero más interesante que un listado automático.
En la práctica, depende del tipo de viajero. Quien busca rapidez y un esquema básico tendrá en la IA una herramienta útil, incluso brillante en algunos casos. Pero el viajero que quiere que un fin de semana en Roma se convierta en algo único seguirá prefiriendo la mirada de un humano con experiencia.