NO TE PIERDAS
La ruta de senderismo más bonita del norte de España pasa por un desfiladero entre ríos
Este es el hotel más aislado de Europa: está escondido en una isla privada de Escocia
Aislado, silencioso, verde hasta donde alcanza la mirada: The Isle of Eriska es un cinco estrellas en una isla privada frente a la costa oeste de Escocia. Un refugio para quienes buscan desconectar sin renunciar al lujo.
Cuando se habla de lujo, la mente suele irse a suites en rascacielos, mayordomos de guante blanco o terrazas con piscina infinita. Pero en Escocia, el verdadero lujo tiene otra definición: espacio, lujo silencio y desconexión absoluta. El Isle of Eriska, un hotel de cinco estrellas ubicado en una isla privada en la costa oeste, representa ese concepto como pocos.
Para llegar hasta aquí hay que recorrer carreteras escénicas durante horas, cruzar paisajes de montañas y lochs, y finalmente entrar en un mundo aparte. Oficialmente, se dice que solo se accede en barco, pero en realidad existe un puente privado que conecta la isla con tierra firme. La sensación, sin embargo, es la misma: la de estar aislado del resto del planeta.
El hotel ocupa una mansión de estilo baronial victoriano construida en 1884, rodeada por 300 hectáreas de bosques, praderas y costa. Su ubicación, frente al Loch Linnhe y al Loch Creran, lo convierte en un refugio perfecto para quienes quieren olvidarse del ruido urbano y entregarse a la naturaleza sin sacrificar la comodidad. No hablamos de un retiro rústico ni de un resort sobrecargado de opulencia: el lujo se entiende como discreción, trato personalizado y detalles bien medidos.

Isle of Eriska: tradición escocesa con servicio impecable
El Isle of Eriska cuenta con apenas 34 habitaciones y suites repartidas entre la casa principal, cabañas independientes y villas privadas con opción de self-catering. Cada espacio mantiene un equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo: chimeneas encendidas, bañeras exentas, camas enormes con ropa de cama de primera calidad y ventanales que enmarcan el paisaje escocés como un cuadro.
El restaurante principal está considerado uno de los más interesantes de la región, con una carta que cambia según la temporada y pone en valor los productos locales: mariscos frescos de la costa, caza de las Highlands, verduras de productores cercanos. Para algo más informal, The Deck ofrece platos ligeros en una terraza con vistas al mar y a las montañas. Y si lo que apetece es no hacer nada, el spa cuenta con piscina cubierta, sauna y una carta amplia de masajes y tratamientos de belleza.
Pero quizá lo que más sorprenda es el abanico de actividades al aire libre que se pueden organizar sin salir de la isla: desde kayak y paddle board en el loch hasta paseos guiados por los bosques, sesiones de tiro con arco o experiencias de cetrería. Todo en un entorno controlado, exclusivo y sin la masificación que suele arruinar este tipo de propuestas.

Más allá de Eriska: recomendaciones exclusivas en la costa oeste
El hotel es en sí mismo un destino, pero sería un error no aprovechar su ubicación estratégica para explorar algunos rincones menos transitados de la costa oeste de Escocia. A menos de 20 minutos se encuentra The Airds Hotel & Restaurant, en Appin, un clásico de la zona con cocina refinada basada en producto local y un ambiente íntimo que mantiene la tradición escocesa con un punto elegante.
Un poco más al sur está Oban, la autodenominada “capital escocesa del marisco”. Aunque es una ciudad pequeña y turística, sigue ofreciendo experiencias premium si se sabe dónde buscar. La visita obligada es a la destilería de Oban, una de las más antiguas del país, que organiza catas privadas en pequeños grupos. Para cenar, la mejor recomendación hoy es Ee-Usk, en el muelle norte: un restaurante especializado en mariscos fresquísimos, con una selección de ostras y bogavantes difícil de superar.
Si lo que apetece es descubrir un lugar especial sin apenas gente, la recomendación insider es acercarse al Castillo de Stalker, visible en una islita en mitad del Loch Laich. No siempre está abierto al público, pero se pueden organizar visitas privadas bajo petición. Y para quienes buscan naturaleza en estado puro, una excursión en barco hacia la cercana isla de Lismore permite conocer una Escocia más auténtica, con paisajes intactos y comunidades pequeñas que viven al margen del turismo masivo.

Detalles prácticos y consejos en la zona
La mejor época para visitar el Isle of Eriska es entre finales de primavera y principios de otoño, cuando los días son más largos y las temperaturas más suaves. En pleno verano hay que convivir con los famosos "midges", esos diminutos mosquitos escoceses que pueden arruinar un paseo si no se lleva un buen repelente. En invierno, el hotel también abre, y la experiencia se vuelve más íntima: chimeneas encendidas, paisajes nevados y cenas largas con buen whisky.
El acceso puede parecer sencillo en el mapa, pero conviene planearlo con calma. Desde Glasgow se tarda unas tres horas en coche, atravesando carreteras de montaña que son tan espectaculares como estrechas. Llegar de día permite disfrutar del trayecto y evitar el estrés de conducir de noche en caminos solitarios.
Otro consejo es no quedarse solo en la isla. Merece la pena combinar la estancia con dos o tres noches en otros puntos de las Highlands, ya sea en un castillo reconvertido en hotel boutique o en alguna de las islas cercanas como Mull o Iona, a las que se puede llegar en embarcaciones privadas. La sensación de contraste entre el aislamiento de Eriska y otros enclaves más históricos o culturales hace que el viaje tenga más capas y no se limite a un simple retiro de spa.
