Dicen que es el pueblo más bonito del mundo: está en Huesca y es de origen medieval
En la provincia de Huesca se encuentra Alquézar, un pueblo que ha sido reconocido por la Organización Mundial del Turismo por su belleza.
Paisajes montañosos, aire limpio y fresco, y verde, mucho verde. Un verdor tan intenso que salta a la vista mires donde mires. Así es el norte de España. Con pueblos que recuerdan a Frozen y algunas de las cascadas más espectaculares de España, la provincia de Huesca es un tesoro oculto que merece la pena visitar. Y allí, entre escarpadas montañas y frondosos bosques, hay una joya aún más escondida: Alquézar.
Esta villa medieval no es solo uno de los pueblos más bonitos de Huesca, sino que además ha sido reconocida por la Organización Mundial del Turismo como una de las 32 localidades del mundo que mejor promueven la sostenibilidad y el turismo rural. Un reconocimiento que ha dado a conocer uno de los rincones más especiales de España.
Así es el pueblo más bonito de Huesca
Calles empedradas y casas bajas que se aferran a la montaña, subiendo y subiendo hasta rozar el cielo. Un nombre que recuerda a la época en la que el castillo (o al-qasr) servía para frenar los ataques de los enemigos que amenazaban con conquistar la antigua Barbitania. De aquella época, Alquézar conserva la fortaleza del siglo IX, que más tarde serviría de colegiata para los canónigos agustinos.

Además, en aquellos tiempos ya debía de estar enclavado en el espectacular paisaje natural que lo rodea hoy. El río Vero lo roza a su paso por la comarca Somontano de Barbastro, de forma tan insistente que ha logrado crear los profundos barrancos de la Sierra de Guara.
Con el paso de los años, la villa se ha ido convirtiendo en lo que es hoy día: un entramado de edificios que traen recuerdos de un pasado monumental. La plaza de Mosén Rafael Ayerbe, antigua Plaza Mayor, es el corazón de la localidad, que fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1982.
Qué ver en Alquézar
Entre todos los reconocimientos que ha recibido, destaca el hecho de ser uno de los cuatro municipios de Huesca incluidos en el listado de Los Pueblos Más Bonitos de España. Por eso no resulta extraño que esta pequeña villa oscense, de apenas 300 habitantes, esté llena a rebosar de tesoros ocultos que esperan a ser descubiertos.
La ya mencionada plaza de Mosén Rafael Ayerbe es pequeña, aunque no por ello menos encantadora. Se trata de una plazoleta porticada, donde las casas de piedra se levantan sobre arcos de medio punto. El recuerdo de los tiempos pasados está tan presente aquí, entre los gruesos muros que la delimitan, que de vez en cuando aún se montan bajo los soportales los puestos del Mercado Agrícola y de la Feria de Artesanía, que se celebra cada mes de julio, coincidiendo con el último domingo del mes.

Encandilados por el aire medieval de la plaza, seguimos caminando por la calle de Pedro Arnal Cavero, que serpentea por la zona más medieval del conjunto y, aquí y allá, sorprende a los viandantes con un paso cubierto que la cruza desde lo alto. Aquí se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de las Nieves, construida en el siglo XVII.
Es necesario continuar callejeando para descubrir los secretos que guarda la villa: la Fuente de Monchirigüel, de estilo renacentista; la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, de estilo sobrio en el exterior e interior profundamente barroco, o el Museo Etnológico Casa Fabián, que muestra cómo se vivía antiguamente en el pueblo y está situado en una casona del siglo XVII.
En los alrededores, merece la pena asomarse al mirador Sonrisa al viento, con vistas espectaculares a la villa y al cañón del río Vero, y recorrer el camino que sale del pueblo y llega hasta el puente de Fuentebaños, de origen medieval.