Roma con niños: guía práctica (y en ocasiones heroica) para disfrutar sin agotarse en el intento
La eterna capital de Italia es un destino perfecto para viajar en familia. Con una buena planificación y la actitud adecuada, grandes y pequeños disfrutarán de una experiencia inolvidable y llena de monumentos, historia, actividades para todos los públicos, parques, pizza y, por supuesto, helados.
Viajar con niños a Roma es una aventura épica. No solo porque todo en la ciudad (y no olvidemos que es Eterna) parece salido de una superproducción histórica, sino porque recorrerla en familia puede convertirse en un cruce entre Ben-Hur y Vacaciones en el mar. Hay maravillas detrás de cualquier esquina, helados cada diez pasos y ruinas que parecen diseñadas para activar la imaginación de los pequeños de la casa. Pero también marcan el ritmo las colas y el calor (a partir del mes de mayo, el termómetro se dispara), por no hablar del riesgo de que, justo frente al Coliseo, un niño pronuncie la temida frase “me aburro”.
La buena noticia es que Roma es una ciudad preparada para expediciones con peques. Eso sí, necesitas una guía con ideas y trucos para disfrutar… y sobrevivir.

Lo primero: que no se cansen (mucho)
Roma es un espectáculo, pero también es grande, así que no te plantees recorrer medio mapa de Google en una jornada. Entre otras razones, porque los suelos empedrados que surcan la urbe pondrán a prueba tu calzado y tu paciencia. Piensa en bloques de no más de tres horas:
Y, ya que te tomas tu tiempo para planificar la escapada y que el resultado sea redondo, apuesta por contratar un seguro a la medida de tu viaje. En el mercado encontrarás muchos, pero, por ejemplo, ASISA Travel and You, está especialmente pensado para salidas familiares al extranjero. Es flexible, fácil de contratar y adaptable a la duración y destino. Cuando lo necesitas, basta con hacer una llamada, los traslados son ilimitados por enfermedad, accidente o fallecimiento y tiene garantía de anulación sin incremento de precio.
Cómo convertir las visitas obligadas en aventuras infantiles
A los adultos nos emociona ver la historia en yacimientos y monumentos; a los menores no tanto, a menos que sepas venderles la experiencia. El objetivo es que tus hijos sientan que lo que tienen delante es algo más que un montón de piedras.

Puestos a elegir, quédate con estos imprescindibles: el Coliseo, el Foro Romano y el Palatino, el Vaticano y la Fontana di Trevi (en la medida de lo posible, compra las entradas de forma anticipada). Sobre la marcha, caerás en la tentación de hacer una visita exprés al Panteón, el precioso Jardín de los Naranjos del Aventino o la iglesia de San Ignacio de Loyola, con su sorprendente pintura de una bóveda plana que parece tridimensional. Pero será mejor que no abuses.
De cara a la sesión en el Coliseo, recurre a la épica y cuéntales a tus hijos quiénes fueron los gladiadores, qué es lo que ocurría sobre la arena y cuál era el papel del emperador. En este sentido, resultan inevitables las referencias cinematográficas. Existen visitas teatralizadas que te facilitarán la tarea, con guías que se vestirán de gladiadores por ti.

Muy cerca de allí se encuentran el Foro Romano y el Palatino, un parque de ruinas susceptible de convertirse en el escenario de una búsqueda del tesoro apasionante. Para ello, prepara una lista de elementos que los pequeños deben encontrar a lo largo del recorrido: piedras con distintas formas, un arco enorme, un templo con solo tres columnas en pie… De esta manera, permanecerán atentos y se harán una idea de la dimensión que llegó a alcanzar el imperio.
El Vaticano: misión delicada
Los Museos Vaticanos pueden ser una trampa para un niño con poca paciencia. Tienes dos opciones: la primera es limitar el número de salas en las que entrar, contando siempre con que la Capilla Sixtina es un sí rotundo. Merecen la pena las Colecciones de Culturas del Mundo y las galerías de los Mapas y de los Candelabros, salpicadas de escenas mitológicas, con techos y paredes que captan la mirada y objetos, columnas y figuras que despertarán la curiosidad (y la catarata de preguntas) del público infantil.

La segunda opción es saltarse los museos y acceder directamente a la basílica de San Pedro, con la apabullante presencia de la Piedad. En este punto, y dado el tamaño de las colas que se forman, es buena idea reservar un tour guiado para ahorrarse esperas. No dejéis de subir a la cúpula (requiere un pase específico): la aventura es tan emocionante que conseguirá que los niños recuperen la energía como por arte de magia y corran escaleras arriba.
Recuerda que, ya al otro lado del río Tíber espera un divertido ritual en la Fontana di Trevi, preferiblemente a primera o a última hora del día. La idea es situarse de espaldas a la fuente, coger una moneda con la mano derecha y arrojarla al agua por encima del hombro izquierdo. Dice la leyenda que cumplir con esta tradición garantiza volver a Roma (en el caso de lanzar una moneda), encontrar el amor (si se tiran dos) y casarse (si se recurre a tres. Pero todo a su tiempo, ¿no crees?).

Parques y actividades familiares
Roma tiene muchos espacios verdes donde los niños pueden correr, perseguir palomas (actividad universal) y liberar energía. Los ideales son:

Por supuesto, existe una Roma pensada para los peques de la casa. Es la Roma de los parques temáticos, como Cinecittà World y Luneur Park; los museos interactivos, como el Explora, donde, a través del juego y la exploración, aprenden de ciencia, sostenibilidad, nutrición o creatividad mientras juegan. También existen talleres de cocina que servirán de oasis en mitad de la jornada. Los más interesantes los organizan InRome Cooking Classes y Cook With Mamma, en distintos idiomas y en compañía de otras familias.
Una gastronomía que nunca falla
La gastronomía italiana es la mejor aliada para los padres en misión en Roma: pasta, pizza, helado… ¿Qué puede salir mal? Los barrios de Trastevere, Prati y Monti están llenos de trattorias con propuestas sencillas y deliciosas y con mesas al aire libre. Aquí el ambiente es animado y distendido. También abundan los puestos de bocadillos y pizza al taglio, es decir, al corte, muy convenientes si las baterías infantiles todavía están cargadas y aún hay ganas de quemar suela.
Por cierto: los tres barrios mencionados y el entorno de Piazza Navona (en el distrito de Parione) destacan por su ubicación y por la comodidad de sus alojamientos.

El placer de viajar sin preocupaciones
En formato breve o de larga duración, a solas o en compañía, los viajes se disfrutan más cuando ciertas preocupaciones se quedan en tierra. Es lo que ocurre al contratar el seguro ASISA Travel and You, que cubre posibles incidentes durante la escapada, esta, en plan familiar, o la que sea, pues cubre el viaje ya sea por ocio, por trabajo o por estudios. Se trata de un producto de prestación de servicio, lo que significa que no tendrás que adelantar cantidad económica alguna y que nunca el capital asegurado se quedará corto. ¿Sus coberturas? Entre otras, asistencia sanitaria hasta 100.000 euros por persona; asistencia legal; pérdida de equipajes, demora en la entrega, búsqueda y localización; anulación e interrupción de viaje hasta 4.000 euros por persona; demora de viaje y pérdida de servicios; indemnización por fallecimiento o invalidez en accidente de 6.500 euros (si es en medio de transporte, 20.000), responsabilidad civil privada de 60.000 euros por persona. Además, incluye la garantía que supone el sello ASISA, especialista en salud desde hace más de 50 años.