Lita Cabellut: la alquimista del alma conquista Baeza
La ciudad jiennense se consolida como destino cultural al acoger, hasta el 8 de diciembre, Ver(de) Mar de Ver(de) Tierra, la nueva exposición de una de las figuras artísticas españolas con mayor presencia internacional.
En el corazón de un mar de olivos, una artista universal ha encontrado un nuevo espacio para el diálogo. La galería RENACE, en la ciudad jiennense de Baeza, Patrimonio de la Humanidad, acoge Ver(de) Mar de Ver(de) Tierra, un proyecto inédito de Lita Cabellut. La creadora, desde su estudio en La Haya, ha tejido un lenguaje plástico inconfundible: materia, emoción y memoria en un mismo latido.

Un viaje de vida y metamorfosis
La historia de Lita Cabellut parece salida de un lienzo firmado por ella misma: desgarradora, luminosa y profundamente humana. Nacida en Sariñena (Huesca) y criada en Barcelona, vivió una infancia marcada por la pobreza y la marginalidad, antes de ser adoptada y descubrir, a través del arte, un universo de expresión y libertad. Hoy, su nombre resuena en los grandes museos del mundo y en colecciones privadas de Europa, Asia y América.
En cada una de sus obras vibra la tensión entre lo bello y lo trágico, entre la fragilidad del ser y su capacidad de renacer. Esa misma energía vital recorre Ver(de) Mar de Ver(de) Tierra, una exposición concebida como un homenaje a la esencia de la provincia de Jaén: sus trabajadores, su paisaje, su identidad.

La exposición: un diálogo entre la tierra y el alma
El proyecto, comisariado por Eloy Martínez de la Pera, reúne doce piezas creadas específicamente para la galería RENACE. Cabellut ha trabajado desde la intuición y la memoria, dejando que la materia pictórica respire como el territorio que la inspira. Los 12 lienzos de Ver(de) Mar de Ver(de) Tierra —título que juega con el doble sentido de lo visible y lo vital— son de gran formato y se articulan en torno a una paleta que evoca la textura de la arcilla, el verde oscuro del olivo y el dorado del sol sobre las lomas. Cada trazo es un surco, una historia.
Las figuras que protagonizan la muestra —a veces abstractas, a veces nítidas— emergen como apariciones del subconsciente colectivo. El resultado, fiel al inconfundible estilo de la creadora, es un conjunto íntimo, de poderosa presencia física y emocional, que se integra con el espacio arquitectónico de la galería, una antigua edificación renacentista adaptada a la contemporaneidad sin perder su memoria de piedra.

El arte como espejo y cicatriz
A lo largo de su carrera, Lita Cabellut ha abordado temas como la identidad, la belleza, el poder y la vulnerabilidad. En su serie Coco, The Testimony of Black and White exploró la dualidad de la figura de Chanel; en Frida rindió homenaje a la artista mexicana como símbolo de resistencia y autenticidad. En Goya x Lita Cabellut. Los Disparates, presentada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, reinterpretó los grabados del genio aragonés desde una mirada contemporánea y ferozmente personal.

Esta vez, Cabellut vuelve la mirada hacia lo telúrico. Si en Goya exploraba la miseria humana y el delirio, aquí abraza lo cotidiano, lo silencioso, lo que resiste. El olivo, la tierra, el trabajo, el arraigo. Ver(de) Mar de Ver(de) Tierra no es una contemplación bucólica, sino una celebración del esfuerzo y la dignidad. La artista convierte el paisaje en símbolo y el símbolo en carne.
Baeza, ciudad de patrimonio y contemporaneidad
No es casual que esta exposición vea la luz en Baeza. La ciudad jiennense es un escenario donde el pasado y el presente dialogan con naturalidad. Sus calles empedradas, sus palacios renacentistas y su luz limpia parecen invitar a la contemplación. Pero, en los últimos años, también se ha convertido en un referente del arte contemporáneo gracias al impulso de espacios como RENACE.

Visitar Ver(de) Mar de Ver(de) Tierra es, en cierto modo, una invitación a mirar Baeza con otros ojos. No solo como un enclave monumental, sino como un lugar vivo donde la creatividad contemporánea florece entre piedras centenarias. Tras recorrer la exposición en la galería, el viajero puede continuar su itinerario por la ciudad: detenerse ante la fachada plateresca de la Universidad, donde Antonio Machado enseñó gramática; subir hasta el mirador del Paseo de las Murallas y contemplar la inmensidad del valle o dejarse llevar por el rumor de los patios, donde reina el olor a aceite y jazmín.
En este contexto, la obra de Cabellut se funde con la atmósfera de Baeza. Ambas comparten un mismo espíritu: la belleza que nace de la resistencia, la elegancia que no necesita artificios. En los lienzos, como en las calles, se percibe esa conversación entre lo eterno y lo efímero, entre lo que fue y lo que sigue siendo.