Fachada blasonada del siglo XVII del Palacio de Helguera. Foto: D. R.

Vivir y viajar a cuerpo de virrey: el palacio cántabro que redefine el concepto de hotel boutique de lujo

Los grandes misterios y los buenos perfumes se resumen en fórmulas breves, como ocurre con la excelencia. Precisamente por eso son tan difíciles de descifrar. Palacio de Helguera, en Cantabria, eleva el concepto de hotel boutique de lujo desafiando los convencionalismos.

Germán Jiménez | 29 Abr 2024

Reconvertido en un exclusivo hotel de tan solo once habitaciones, con el sello Relais & Chateaux, la historia de este palacio sin igual se remonta a finales del siglo XVII. Fue un encargo del Conde Santa Ana de las Torres, mano derecha del Virrey del Perú, para convertirla en casa de retiro tras sus años en las Américas. Sin embargo, un malogrado viaje de regreso le impidió llegar a habitarla. 

Hoy, Malales Martínez Canut, una de nuestras interioristas más cotizadas, ha decidido compartir esta espléndida propiedad con aquellos viajeros que buscan, con discreción y sin prisas, disfrutar de vivencias que crean recuerdos indelebles.

Los cántabros valles pasiegos, allí donde el ojo no tropieza

Con treinta mil años de antigüedad y un rico patrimonio natural, histórico y artístico, los valles del Pas son el marco donde se encuentra el Palacio de Helguera, a una media hora de Santander. Al llegar, descubrirás como el horizonte se ondula suavemente sobre lomas en las que se superponen tonalidades infinitas de verde.

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La piscina temperada interior del Palacio de Helguera, presidida por una chimenea. Foto: D. R.

Y, bajo un cielo que parece un mar, todo lo que se divisa reposa en paz. Las aldeas más próximas parecen pintadas sobre un forillo, los animales pastan a sus anchas, la escasez de tráfico… Todo contribuye a una sensación de placentero sosiego en la que sólo los pájaros se atreven a atravesar el silencio fresco que te rodea. Ya sea desde tu habitación, desde el jardín o desde alguna de sus piscinas (hay dos, una interior y otra exterior), podrás dejar descansar tus ojos sobre un paisaje en el que no hay tropiezo posible.

Un estilo estimulante e inclasificable

Tras una fachada que es todo equilibrio y sobriedad, y en la que la sillería juega un papel de milimétrico equilibrio, encontramos un interior en el que el “horror vacui” y el eclecticismo biofílico se suceden creando una atmósfera suspendida en el tiempo. Un espacio que acoge al huésped con la calidez de las antigüedades, con la sorpresa del arte contemporáneo y con piezas que, sin encajar, acaban encajando dentro de un diálogo sin cánones preestablecidos.

Así es el estilo Malales, donde la precisión de la simetría ordena un caos de mezclas imposibles que acaba resultando poderosamente atractivo. Detectarás a cada paso su fino sentido del humor y cierta dosis de irreverencia.

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Habitación Virreina de Nueva España del Palacio de Helguera. Foto: D. R.

Para bajar la intensidad coral de la puesta en escena, la paleta cromática de los textiles refleja los colores de la naturaleza omnipresente que abraza el hotel. Una vibrante opulencia que crea rincones en los que sentarse simplemente a contemplar, un hábito en peligro de extinción que aquí cobra un sentido renovado.

Habitaciones de las que no querrás salir

El hedonismo se cuela hasta entre las sábanas de hilo en estas estancias caprichosamente barrocas donde la historia es un elemento más de la narrativa. El nombre que las corona es toda una declaración de intenciones y un pasaje a tierras y tiempos lejanos: Virreina de Nueva España (una de nuestras favoritas), Duque de Wellington, Barón de Puerto Rico...

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Uno de los rincones, junto a los jardines, más íntimos del Palacio de Helguera. Foto: D. R.

En todas ellas los estampados más diversos se suceden a un ritmo de vértigo: flores, vichy, rayas, motivos geométricos… Pero, una vez más, las manos de Malales y su “partner in crime”, María Mas, logran poner todo en orden. Despertar en ellas es la mejor forma de entender el concepto de hotel anticuario con el que han bautizado el palacio.

Camas gigantescas, chimeneas de piedra, piezas tan antiguas como el propio palacio, lámparas de araña, cuadros que saltan siglos entre sí, mobiliario hecho a medida… Y unos baños en los que perderse con “amenities” orgánicas creadas para el hotel. Las dimensiones aquí, al igual que el interiorismo, no saben de estrecheces. La generosidad es algo transversal en toda la propiedad.

Sabores locales, producto de cercanía

La cocina de Palacio de Helguera rinde homenaje a la tradición culinaria cántabra, rica en matices y muy variada en recetas. Tanto que permite que la carta de su restaurante, Trastámara, se nutra de producción de kilómetro cero y cambie cada tres meses; al son de las estaciones. Pero la mayor sorpresa viene al encontrar en ella platos de inspiración peruana. Una forma de viajar hasta el lugar donde vivió el fundador del palacio en el siglo XVII.

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Trastámara, el restaurante del Palacio de Helguera. Foto: D. R.

Eso sí, no hay lugar una fusión sofisticada. Su chef, Renzo Orbegoso, originario de Lima, borda una propuesta mestiza equilibrada y sin exceso de nostalgia. No hay que perderse la ensalada de cecina y vinagreta de mango, el solomillo Virrey del Perú, el arroz de pato con ají reducido, los pescados o los postres revisitados como el flan de avellana.

Pero nada de esto sabría igual sin la compañía de Carmelo Salmón, al frente de la sala. Atento y amigablemente solícito, dirige el restaurante como un “pas de deux” con los comensales a quienes asesora tanto con el menú como con la bodega. Entre sus recomendaciones para los amantes del tinto están Palacio La Helguera o Brega. Y, para quienes prefieren el blanco, señala Lapola Ribeira Sacra y Valserrano Gran Reserva.

Un spa en comunión con el entorno

La zona de aguas aquí se multiplica como reflejada en un espejo invisible capaz de eliminar la barrera física entre exterior e interior. Una lámina “infinity” que se desborda sobre los prados pasa, como por arte de magia, de estar a cielo raso al cobijo de una chimenea bajo una cubierta de vigas de madera. Así, tanto si hace sol como si el viento Sur (el viento loco) lo esconde tras grises nubarrones, podrás disfrutar del relajante efecto de un baño a solas. El gimnasio, equipado con las máquinas de estilo orgánico de la firma Nohrd, te permite hacer ejercicio rodeado de naturaleza por los cuatro costados.

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La piscina exterior e infinita del Palacio de Helguera, con espectaculares vistas a los montes cántabros. Foto: D. R.

Pero el secreto mejor guardado aquí son las manos de Ana Cotelo, quien está al frente del área de tratamientos. El menú del Spa es tan amplio y completo que te pone en un aprieto cuando te toca elegir. Entonces, simplemente, déjate asesorar porque quizá la solución sea un tratamiento personalizado, hecho acorde a tus necesidades.

Lujo por aproximación, un concepto nuevo

Pedid y se os dará” podría ser hoy el emblema del Palacio. Y es posible gracias a que quien lo dirige y quienes lo atienden se consagran a hacer que tu estancia se convierta en una experiencia única, sin esfuerzos ni contratiempos. Gloria Ortiz, al frente de la recepción, parece desconocer la palabra "no". Todo es dedicación y, si hacen falta malabares, para lograr satisfacer al huésped. Tal y como uno haría con unos buenos amigos que se alojan en casa.

Para muestra, un botón: al llegar puedes elegir entre las habitaciones disponibles... Si eres de los que adora tomar el té junto a la chimenea, cada día la encontrarás encendida. Si tienes una bebida favorita, no tendrás que pedirla dos veces. Si al hacerte un tratamiento descubres un aroma que te encanta, esa será la esencia que empleen cada vez que te pongas en sus manos. Así de fácil (y de complejo, a la vez).

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Detalle de una de las habitaciones abuhardilladas en la última planta del Palacio de Helguera. Foto: D. R.

Pero así es cómo se define una nueva categoría de servicio y cómo se dota de contenido una palabra como “lujo”, que de tanto manosearla casi ha perdido su sentido. Es así como se crea un concepto nuevo de excelencia: el lujo por aproximación. Ese que escapa de la estandarización y que se encumbra en el ideal de la personalización.

Al marcharte de Palacio de Helguera descubrirás que la pena con la que te vas es solo comparable a las ganas que tienes de volver.

TURIUM TIPS

Productores locales. El mimo que ponen en sus creaciones poco tiene que ver con la producción a granel. Si tienes tiempo no dejes de visitar la quesería artesanal Tres Valles Pasiegos, en San Vicente de Toranzo. La pastelería Santos, en Torrelavega, famosa por sus hojaldres. O las bodegas que están surgiendo en la región con producciones deliciosas y de tirada limitada.

Rutas indispensables. Bordea la Costa Quebrada desde Valdearenas hasta Liencres, donde podrás comer el mejor pescado de la zona con vistas al Cantábrico, en El Cazurro. Su escarpado litoral de horizonte inabarcable te dejará sin aliento. Y si lo tuyo es el senderismo, no te pierdas las rutas de Monte Castillo o del Churrón de Borleña, con su preciosa cascada.

Secretos bien guardados. Desde la prehistoria, la región ha sido cuna de asentamientos gracias a su riqueza natural y la cercanía del mar. Podrás encontrar vestigios de los primeros pobladores en las Cuevas de Monte Castillo. Un total de nueve espacios protegidos, entre los que destacan la Cueva de las Monedas y la del Castillo, con pinturas rupestres que la Unesco reconoció en 2008 como Patrimonio de la Humanidad. Descubrir las manos de nuestros ancestros pintadas en negativo sobre la piedra hace miles de años, o sus bisontes y caballos es una experiencia sobrecogedora.

Un pueblo que no te puedes perder. Riocorvo, situado junto al río Besaya, es una pequeña joya por descubrir. Su casco histórico está declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de Conjunto Histórico, por sus casas blasonadas de estilo barroco fechadas en los siglos XVII y XVIII.

Un libro: “La vida contada por un sapiens a un neandertal”, de Millás y Arsuaga. Su lectura tras la visita a las cuevas te revelará los secretos de esta tierra milenaria. La forma que Millás tiene de narrar cómo se sintió al ver por primera vez unas pinturas rupestres pondrá luz a los sentimientos que surgirán en ti cuando el guía de las cuevas alumbre alguna de las figuras y símbolos que llevan allí desde que el hombre es hombre.