NO TE PIERDAS
Ni Oporto ni Lisboa, este es el destino más exclusivo de Portugal: un oasis de calma en la costa

Es la ruta de senderismo más bonita del norte de España: un camino que lleva hasta el mar
Esta ruta de senderismo por el Parque Natural de los Aiguamolls de l’Empordà (Girona) desemboca en una bella playa y es ideal para hacer en familia, incluso en verano.
El Ampurdán, ese poderoso reclamo gerundense, no lo forman solo pueblos bonitos, perfectamente conservados y con ese aire de refinamiento que también tiene lo rural. Esta comarca histórica de Cataluña guarda para sus adentros, aunque con salida marítima, rutas de senderismo espectaculares y algunas impresionantes joyas naturales. Como el Parc Natural dels Aiguamolls de l’Empordà, uno de los principales humedales de la comunidad autónoma, junto con los deltas del Ebro y el Llobregat. Y, por tanto, un destino predilecto de los amantes de la biodiversidad. Aiguamolls es un edén, un paraíso ornitológico con todas las letras y un vergel que promete mar.
Ruta de senderismo entre el Mas del Matà y la playa de les Llaunes
A este paraje único lo encontramos en la llanura ampurdanesa, entre las desembocaduras de dos ríos, el Fluvià y el Muga, componiendo un singular y armónico tablero de cuadrículas de cultivos y agua. Por fortuna, hay una ruta de senderismo que se despliega entre el Mas del Matà y la playa de les Llaunes, de 2,3 km, más otros tantos de vuelta, que permite seguir el vuelo y chapuzones de las aves en dos espacios privilegiados. A saber: los estanques del Matà y la laguna de la Massona. Es la parte más litoral de los Aiguamolls.

La ruta comienza en el aparcamiento del Matà, a 3,7 kilómetros de Sant Pere Pescador por la carretera GIV-6216. Aquí se toma un sendero que transcurre por el bosque de ribera y que va a parar al Mas del Matà, una antigua masía que alojó silos para secar el arroz cultivado en los humedales y que hoy es centro de educación medioambiental. Al lado tenemos las torres Senillosa, obligado observatorio, desde sus 22 metros de altura, para llenarse los ojos de la riqueza de los alrededores y hasta del Pirineo, la bahía de Roses y el Montgrí, el soberbio macizo montañoso junto al mar que une el Bajo y el Alto Ampurdán.
Entre lagunas y observando a las aves
Hacia atrás y hacia adelante, todo son observatorios. A los del Matà y Senillosa se suma, siguiendo el sendero, el de la Closa del Puig, al que se accede a través de una pasarela de madera que permite cruzar una acequia y ver sorprendentemente cerca a la fauna que habita la laguna. Después de este mirador, el camino pone rumbo al Mediterráneo y siguiendo las señales del GR-92. A un lado, los estanques del Matà; al otro, la laguna de Massona.
Ambos pueden contemplarse desde lo alto del mirador del Gall Marí, junto a las innumerables aves. Lo mismo que pasa en el mirador del Bruel, tras cruzar otro paso que, atención, suele inundarse. Para acceder a este, hay que desviarse unos metros y llegar a unos tarayes, donde tienen un dormidero los cormoranes, que lo frecuentan sobre todo entre octubre y marzo.

Habrá más pasarelas de madera y más miradores, hasta un total de 17, como el de les Arpelles, cuyo interés radica en la transición paisajística entre la laguna litoral y las dunas, llegando ya a la playa de les Llaunes y, por tanto, casi al término del itinerario. Cabe subrayar que todos los puntos para practicar el birding están adaptados para personas con movilidad reducida, salvo los de la zona del Mas del Matà. Una vez alcanzado el mar, y pensando ya en el regreso, este se puede hacer por donde vinimos. O, en vez de continuar recto desde el mirador del Bruel, tomar el camino de la izquierda para rodear los estanques del Matà por detrás.
Otra ruta por los Aiguamolls para ver a los gamos
No hay que olvidar que este espacio natural está muy relacionado con la lucha por la protección de la naturaleza. A mediados de los años setenta comenzó la batalla para defenderlo, encabezada por el conservacionista Jordi Sargatal, entonces con tan solo 19 años. Una resistencia que dio sus frutos, pues en 1983 se catalogó como área protegida.
Qué menos si se trata de un ecosistema donde hay censadas más de trescientas aves, que se desenvuelven en hábitats como las marismas con juncales o carrizales, los bosques de ribera, los pastizales, las lagunas de agua dulce, los prados húmedos, las playas o el matorral mediterráneo. Además de constituir una excelente zona de paso de las migratorias.

No es esta la única ruta por los Aiguamolls. Otra excelente es la que que parte del centro de visitantes del Cortalet, antiguo "cortal", casa de payés consagrada a la cría de ganado. Queríamos llegar hasta aquí, en particular, por su mirador del gamo, ya que es es muy fácil atisbar a estos mamíferos, incluso en manada, con crías y todo, en medio del espectáculo ornitológico de los humedales. Llenando de vida la estampa entre garzas, cigüeñas y flamencos. Este itinerario, por cierto, nos lleva hasta el Mas del Matà, por lo que cabe la posibilidad de alargar nuestra ruta principal desde aquí (2,5 km).
Y mucho cuidado, que no hay que dejarse los prismáticos en casa. Recordando siempre que las mejores horas para espiar a las animadas aves son el amanecer y el atardecer. Las puestas del sol, como es sabido, regalarán, en medio de esta horizontalidad, momentos inolvidables. No menos sus salidas, abriéndose paso su luz naciente entre la oscuridad.