
Fue capital de tres países, pero no la conoce nadie: esta es la ciudad europea llena de historia que tienes que visitar
Malinas fue en el siglo XVI la capital de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, pero hoy este destino pasa desapercibido frente a ciudades vecinas más famosas. Sin embargo, es la escapada perfecta si quieres un verano diferente.
Aunque se encuentra a tan solo 25 minutos en tren desde Bruselas, hay una pequeña ciudad belga que muy pocos conocen. Nos referimos a Malinas: un rincón lleno de encanto medieval, donde las calles se visten con ese aire majestuoso que solo tienen los lugares históricos. Por los callejones resuena el eco de historias de duques y emperadores, y en las terrazas se comparten jarras de cerveza artesanal.
Se trata de una localidad amurallada y recorrida por canales, que la atraviesan al más puro estilo veneciano. Con buena gastronomía e interesantes festivales, la que fuera capital de tres países en la antigüedad se ha convertido en la escapada de verano perfecta, debido a su rica herencia, a su bella arquitectura y a su ambiente tranquilo y animado.
Por qué visitar Malinas este verano
Ciudad tranquila durante todo el año, Malinas se transforma y se viste de fiesta durante los meses de verano. Festivales como Maanrock, que atrae a fanáticos del rock urbano de todas partes del mundo, hacen que las avenidas se llenen de gente. Los conciertos de carillón, que se vuelven semanales entre junio y septiembre, ponen banda sonora a esta estación.
Pero no todo es música: en Vismarkt, el antiguo mercado de pescado a orillas del río Dyle, las terrazas están siempre rebosantes de locales que charlan, disfrutan de la buena gastronomía y permanecen en la calle hasta bien entrada la noche. Además, el canal y los muelles como Haverwerf y Korenmarkt son un imán para los paseantes que buscan el fresco y las vistas al agua.

En el centro histórico, edificios como la Catedral de San Rumoldo y su torre, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, convierten la ciudad en un museo al aire libre. Desde la cima, a la que llegarás tras subir más de 500 escalones, se disfrutan de unas vistas espectaculares del lugar y de las localidades de alrededor.
Por supuesto, también tienes que visitar el Palacio de Margarita de Austria, icono del primer renacimiento nórdico, y sus preciosos jardines, el Museo Hof van Busleyden, rebosante de esculturas renacentistas, y la iglesia de San Pedro y San Pablo, cuyo cuerpo barroco lleva en pie desde el siglo XVII.
Esta es la historia de Malinas
Pese a que su nombre hace tiempo que no resuena con la fuerza que un día tuvo, la sombra de Malinas ya era alargada durante la Baja Edad Media. Entre los siglos XII y XIII, se levantaron enormes murallas de piedra alrededor del núcleo de población. Esta barrera, prácticamente inexpugnable, la convirtió en una fortaleza impenetrable y un punto estratégico en Flandes.
Pero si avanzamos en el tiempo vemos que su grandeza no acabó allí: en el siglo XV se estableció aquí el Parlamento de Mechelen, lo que multiplicó su peso político. Su esplendor se acentúa en el siglo XVI con la regencia de Margarita de Austria, que decidió establecer aquí la corte de los Países Bajos. El Palacio de Margarita de Austria, uno de los primeros edificios renacentistas del norte de Europa, es la muestra de ello.

Durante este periodo de absoluta grandeza, Malinas llegó a ser capital administrativa del Benelux e incluso fue sede del Gran Consejo de Mechelen, corte suprema de los Países Bajos españoles. No obstante, la destrucción pronto se cebaría con la ciudad y a mediados del siglo XVI, la explosión de un almacén de pólvora arrasaría el casco antiguo y dejaría casi 200 muertos.
Las guerras, los saqueos y los ataques extranjeros acabaron por apagar la luz de una ciudad que, durante siglos, fue un foco entre las tinieblas. Como en un acto de justicia (o injusticia) poética, sus murallas acabaron cayendo. De sus cenizas, surgió una ciudad vibrante, cargada de patrimonio y memoria.