
Este es el sitio de España con las playas entre dos mares más idílicas y una naturaleza paradisíaca
Desde el tesoro escondido de Calblanque, con su arena dorada y sus aguas transparentes, hasta el litoral virgen de Águilas, definitivamente el paraíso estaba en la Región de Murcia.
En estas tierras, la rumba instrumental de Paco de Lucía Entre Dos Aguas cobra otro sentido. Ya no son el Atlántico y el Mediterráneo encontrándose en Algeciras, la tierra natal del guitarrista, sino este último mezclándose con el Mar Menor en la Región de Murcia. Estos dos mares hacen a estas tierras distintas y singularmente paradisíacas.
Por un lado, el hermano mayor, el mismo que llega a Estambul, moderadamente salvaje, pero mar abierto, al fin y al cabo. Por otro, el menor, tranquilo, cálido y poco profundo. Desde donde mejor se ve es en La Manga, una impresionante lengua de tierra, donde uno puede bañarse en dos mares radicalmente diferentes en un mismo día y vivir la emoción de este desdoblamiento geográfico.

Baste decir que atesora cinco islas volcánicas en sus adentros, caso de la Perdiguera o la Mayor, y que ya en uno de sus extremos, donde la Reserva Marina de Cabo de Palos e Isla de las Hormigas, se abre a lo mediterráneo en la Playa Las Amoladeras, de arena, fina y dorada. Esto es territorio de La Manga, porque después están las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar, al norte, sobresaliendo la kilométrica Playa La Llana, ya mediterránea. Sin olvidar las playas y espacios naturales que miran únicamente al Mar Menor, como Playa de La Hita, entre Santiago de la Ribera y Los Alcázares. En realidad, unas antiguas salinas que albergan pequeños humedales y donde es fácil encontrar ejemplares de las preciosas y muy resistentes siemprevivas.
Dándole la vuelta al Cabo de Palos, paraíso del buceo y el mejor sitio para bautizarse con inmersión, por la extraordinaria belleza y conservación de sus fondos, la abundancia de la vida marina y sus numerosos barcos hundidos se llega a otro lugar emblemático. Entre Cartagena y La Unión. Se llama Calblanque, constituye un Parque Regional junto al Monte de las Cenizas y Peña del Águila, y no hay palabras para describir su belleza. Es sencillamente una joya de la biodiversidad con formaciones tan variadas como pequeñas calas, playas de arena tostada, dunas fósiles, salinas y cabezos montañosos. Además, oculta, preservada de las aglomeraciones y abierta a la práctica del surf o el kitesurf, el birdwatching y el senderismo.
250 km de costa y 300 días de sol
Desde la propia Región de Murcia hablan de turismo azul, y no es para menos. La Costa Cálida presume de 250 kilómetros de costa, en gran parte virgen, y de más de 300 días de sol al año, que son casi todos. El litoral de Cartagena también sorprende por desconocido. Empezando por Cala Cortina, que escolta su bahía frente al Faro de Navidad, a la que se accede atravesando un túnel, o El Portús, soberbio paraje marítimo con un camping renovado. Siguiendo por playas solitarias como Cala Cerrada y Cala Abierta, a las que hay que llegar a pie o por mar, con lo que son perfectas para los amantes del turismo activo y la tranquilidad, y terminando en las encantadoras poblaciones veraniegas de Isla Plana y La Azohía, de carácter muy familiar.

Sin perder de vista la costa, el siguiente punto es Mazarrón, hito turístico murciano, con mucho que ofrecer más allá de su puerto. Ahí está la Playa de Percheles, haciéndose caribeña entre palmeras. Y, por encima de todo, las erosiones de Bolnuevo, las famosas Gredas, formaciones de roca talladas y moldeadas por el viento y el agua que configuran un paisaje de fantasía frente al mar. Una ciudad encantada. Y ahí están también sus habitantes marinos, porque aquí, aviso a navegantes, se pueden avistar cetáceos en alta mar: delfines, cachalotes, rorcuales y calderones.
Embarcarse, bañarse, bucear
Lo suyo es embarcarse en una ruta de exploración, igual que para hacer lo propio en las profundidades marinas. Los centros y escuelas de buceo y de vela son un clásico en la región. Los hay también en Águilas, el último enclave costero, tras haber pasado la Lorca marítima con Calnegre a la cabeza. Un oasis entre acantilados, perteneciente a la pedanía de Ramonete.

Águilas ya tiene porte de ciudad marinera, al abrigo de la Playa de las Delicias (levante) y la de la Colonia (poniente). Y cerca muy cerca, la Playa Amarilla, un regalo con isla incluida, la del Fraile, asomada al Embarcadero del Hornillo, fabuloso ingenio minero. Pero está flanqueada, además, por incontables calas y playas salvajes sin rastro de urbanismo. Llama la atención la vegetación que coloniza su costa, así como tortugas moras y lagartos por tierra, y cormoranes y gaviotas por mar, mientras chorlitejos y vuelvepiedras, de costumbres playeras, baten sus alas y picotean por las orillas.
Todo el entorno de Cabo Cope es un tesoro paisajístico a descubrir, un mar en el que bañarse. Y hacia el sur, poniendo rumbo a Almería, está el paraje protegido de Cuatro Calas, con lo cual hay para escoger. No sería raro que la elegida fuera La Carolina, bella, según los rankings, entre las más bellas.
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