He recorrido los mercadillos navideños más famosos de Europa en una semana y este es mi favorito: está en una ciudad pequeña y es precioso
Después de visitar los mercados más famosos de Europa, desde el de la Plaza Mayor de Madrid hasta el Wiener Christkindlmarkt de la Rathausplatz de Viena, puedo afirmar que el mercadillo navideño de Salzburgo es mi favorito.
Europa tiene un encanto especial durante los meses de invierno. Las hojas ya han caído, el aire es gélido y de vez en cuando las calles se cubren con un manto de nieve. Aquí y allá las plazas principales de las ciudades se llenan de los vapores del chocolate caliente y del olor a vino especiado. Entre el Dom y la Residenzplatz, el mercadillo navideño de Salzburgo brilla con más fuerza que ningún otro.
Muy cerca, en Viena, se cuentan por decenas. Está el más famoso, el de la Rathausplatz, con su gran árbol haciéndole competencia al imponente ayuntamiento. El de San Esteban Platz, que pinta las torres de la catedral con sus colores. El del Palacio de Schönbrun, donde todo huele a bollos artesanos y chocolate de Lindt. Y, sin embargo, ninguno parece competir en encanto con el que podemos visitar en la ciudad de nacimiento de Mozart.
El mercadillo de Salzburgo, el más encantador de Europa
Estamos en la cuna del músico, pero también en un destino lleno de iglesias que merece la pena visitar. Destaca la iglesia de los Colegios, blanca y enorme por fuera, de estilo barroco e impresionante por dentro; y también la iglesia franciscana, cuya nave románica del siglo XIII alberga una serie de capillas, decoradas ricamente por diversos arzobispos.
Es justo al salir y poner rumbo hacia la catedral de Salzburgo (que fue la primera iglesia barroca de Austria y sigue siendo una de las más importantes) cuando nos topamos de bruces con Salzburger Christkindlmarkt, el mercadillo navideño de Salzburgo. Encantador de día, brilla aún más al caer la noche, momento en el que queda iluminado por las hileras de luces de Navidad.

Ocupa dos plazas, la de la Catedral y la de la Residencia. Una descansa bajo la sombra del colosal edificio religioso. En la otra, la fuente de Residenzbrunnen destaca no solo por su tamaño, sino también por la belleza de sus figuras de estilo barroco, que muestran a Tritón, dios del mar, rodeado de caballitos de mar.
Hasta el 1 de enero de 2026, ambas plazas se mantendrán llenas de casetas. Unidas todas ellas por guirnaldas de luces, sirven de endeble refugio para escapar del frío austriaco, tan profundo que cala los huesos. En los puestos de madera hay desde imanes hasta adornos para el árbol. También ropa de abrigo, vino y chocolate caliente, y dulces típicos de la zona, como el Salzburger Nockerl, las bolas de Mozart (o Mozartkugeln) y el Apfelstrudel.
Con los rostros iluminados por las cálidas luces navideñas, los locales se reúnen en torno a las casetas a comer y beber. Parecen ajenos al frío, acostumbrados como están a que el termómetro descienda por debajo de los 0 ºC. Los de fuera, no tan acostumbrados a las bajas temperaturas, también pasean maravillados, conscientes, por supuesto, de que se encuentran en uno de los mejores mercadillos navideños de Europa.
Qué ver en la ciudad de Mozart
Aunque es la cuarta ciudad más poblada de Austria, Salzburgo es un lugar no muy grande, que se puede recorrer fácilmente a pie. Desde Salzburg Hauptbahnhof, la estación principal de tren, se llega al casco histórico en apenas quince minutos a pie. No es un paseo bonito, como ocurre con las afueras de cualquier ciudad, pero pronto el paisaje comienza a cambiar: los edificios se vuelven barrocos, neoclásicos y renacentistas. Las casas de colores nos salen al encuentro. Las torres de las iglesias despuntan y atraviesan el cielo.
Ya a mitad de camino nos topamos con dos joyas arquitectónicas: el Palacio de Mirabell, de exterior sobrio e interiores ricamente decoradas, con escaleras de estilo rococó y salas barrocas, y los jardines del palacio, tan cuidadosamente diseñados que deslumbran hasta en otoño, cuando las hojas doradas se bajan de los árboles para alfombrar los caminos.

Ambos forman parte del centro histórico de la ciudad de Salzburgo y, como tal, son Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1996. En el casco antiguo también se encuentra la Casa Museo de Mozart y no muy lejos el monumento al Mozartkugel, una gran bola dorada que honra al hombre que inventó el bombón en honor al músico.
En la misma plaza está el Abrevadero del Cabildo, o Kapitelschwemme: una fuente del siglo XVIII desde donde se tienen vistas privilegiadas del castillo de Hohensalzburg. Esta es la fortaleza más grande y mejor conservada de Europa, lo cual no deja de tener mérito. Fue construida en 1077, en lo alto de una montaña, y aún se mantiene, en pie e imponente, pese al paso de los años.
El frío es un poco más intenso durante la subida del castillo, pero casi es posible olvidarlo cuando nos encontramos frente a él. Desde aquí, Salzburgo se despliega a nuestros pies como un mosaico de luces e iglesias al que siempre merece la pena volver.