El pueblo más encantador de Italia está en la cima de un monte de la Toscana: tiene calles empinadas, palacios renacentistas y vistas increíbles
El entorno de Montepulciano. Foto : Duc Tinh Ngo (Pexels)

El pueblo más encantador de Italia está en la cima de un monte de la Toscana: tiene calles empinadas, palacios renacentistas y vistas increíbles

Las ciudades y pueblos que crecen en la cima de una colina tienen un carácter especial. Montepulciano lo confirma: fue pensada para ser admirada desde lejos, pero también para sorprender de cerca, cuando sus calles empinadas obligan a caminar despacio y descubrir toda su historia.

Aleks Gallardo | Octubre 8, 2025

La pequeña localidad de Montepulciano concentra en pocos kilómetros buena parte de lo que ha hecho famosa a la Toscana: arquitectura renacentista, colinas cubiertas de viñedos como en Val d'Orcia y un patrimonio que todavía se vive, no solo se contempla. La ciudad creció en el siglo XVI como una de las capitales culturales de la región, rivalizando en prestigio con Florencia y Siena, y ese legado se nota en sus palacios, en su catedral y en el trazado de sus calles empinadas. Hoy sigue siendo un punto de referencia.

La diferencia está en cómo se aborda la visita. Montepulciano no es solo la Piazza Grande ni las catas rápidas de Vino Nobile. El verdadero interés está en entrar en una bodega subterránea con historia, descubrir un taller de cobre donde se fabrican utensilios a mano para chefs de alta cocina o desviarse hasta Pienza para conocer un estudio de cerámica reconocido internacionalmente. Es un destino que ofrece la Toscana clásica, sí, pero con una capa extra de experiencias premium y personalizadas. 

Viaje al centro histórico de Montepulciano

La Piazza Grande es el corazón de Montepulciano, rodeada de palacios renacentistas como el Palazzo Comunale o el Palazzo Contucci. Aunque es fácil quedarse atrapado en la arquitectura, la clave es vivir la plaza en movimiento. Subir hasta la torre del Ayuntamiento, abierta al público, permite comprobar por qué la ciudad se considera "la terraza de la Toscana". Desde allí, se dominan las colinas del Val d’Orcia y del Val di Chiana, un paisaje que ha marcado la pintura y la gastronomía de la región.

Y si ves algo que te suena, estás en lo cierto. Montepulciano ha sido escenario de cine: aquí se rodaron escenas clave de Crepúsculo: Luna Nueva, en las que la Piazza Grande aparece transformada en la ficticia Volterra. Los fans todavía reconocen la fuente levantada para la película, aunque ya no exista, y muchos viajeros incluyen la visita por la curiosidad de ver el lugar que apareció en pantalla. Para quienes buscan un ángulo diferente, es también un recordatorio de cómo la ciudad ha sabido reinventarse sin perder autenticidad.

texto alternativo
Las vistas desde Montepulciano. Foto: Rowan Heuvel (Unsplash)

Comprobarás desde el primer paseo un urbanismo medieval intacto. En el trayecto aparecen iglesias menores que merecen una pausa, como San Agostino, con una fachada diseñada por Michelozzo, o la renacentista San Biagio, situada a las afueras. Esta última es uno de los iconos de Montepulciano: un templo de planta central, aislado en el paisaje, que parece resumir la relación entre arte y territorio en la Toscana.

Más arriba, la Fortezza Medicea ofrece otro ángulo de lectura. Restaurada y convertida en sede del Consorzio del Vino Nobile, es un lugar donde la historia militar se mezcla con la cultura del vino. Desde sus jardines se abre una de las vistas más amplias de la ciudad, menos frecuentada que la de la torre del Palazzo Comunale.

Otra visita que merece la pena es Rinomata Rameria Mazzetti (Bottega del Rame), una cobrería histórica en Via dell’Opio nel Corso. Desde hace generaciones, la familia Mazzetti fabrica sartenes, cazuelas y objetos de cobre martillados a mano. El sonido del martillo se escucha desde la calle y, si preguntas, te explican por qué el cobre es insustituible para ciertas recetas. Muchos chefs con estrella Michelin encargan aquí utensilios a medida, y es posible pedir una pieza personalizada y recibirla en casa.

texto alternativo
Bella en Piazza Grande. Foto: Get Yout Guide

Sin vino no hay Montepulciano

El Vino Nobile de Montepulciano tiene denominación de origen desde 1980, y sería impensable no mencionarlo. Sin embargo, lo interesante está en cómo se vive la tradición hoy. Muchos visitantes entran en las grandes bodegas subterráneas del centro histórico, algunas espectaculares como las de Contucci o De’ Ricci, pero conviene reservar un hueco para experiencias más selectas.

Un ejemplo es Avignonesi, una bodega situada a pocos kilómetros del pueblo, pionera en agricultura biodinámica en la región. Además de catas privadas, organizan almuerzos entre viñedos y sesiones de blending donde los visitantes pueden crear su propio vino. Es un plan perfecto para entender de verdad la complejidad de la Sangiovese sin quedarse en la típica foto con copa en mano.

Y para comer, un restaurante imprescindible: Osteria Acquacheta es célebre por su bistecca alla fiorentina, pero también por su carta de vinos donde aparecen etiquetas raras de pequeños productores. El ambiente es rústico, pero el nivel enológico sorprende. Conviene reservar con semanas de antelación.

texto alternativo
Tempio di San Biagio, una perla renacentista. Foto: Pixabay

Dónde dormir en Montepulciano

Más allá de los conocidos hoteles boutique del centro, la recomendación de cualquier local siempre será el Monastero di Sant’Anna in Camprena, a 15 minutos en coche. Fue un monasterio del siglo XV y hoy es una villa histórica restaurada con un número muy limitado de habitaciones. No es un hotel al uso: la experiencia está marcada por la privacidad, los frescos de Sodoma en el refectorio y un entorno silencioso donde apenas circulan coches.

Otra dirección interesante, algo más alejada, es Fonteverde Lifestyle & Thermal Retreat, en San Casciano dei Bagni. Se trata de uno de los balnearios más exclusivos de Italia, con aguas termales que ya usaban los romanos. 

Y si quieres llevarte algo de recuerdo, en Pienza merece la pena detenerse en Ceramiche Sbarluzzi. Este taller familiar, activo desde mediados del siglo XX, ha trabajado tanto para iglesias como para colecciones privadas, y mantiene un estilo reconocible que mezcla tradición y reinterpretación contemporánea. Los Sbarluzzi producen desde vajillas pintadas a mano hasta murales de gran formato, siempre con ese esmalte intenso que los distingue. La visita permite ver cómo la arcilla cobra forma en el torno y encargar piezas personalizadas.

texto alternativo
La Plaza Grande de Montepulciano. Foto: Andrea Mosti

Comer y beber en Montepulciano

En un destino tan visitado, separar lo auténtico de lo turístico es clave. Un buen ejemplo es La Grotta, restaurante frente a la iglesia de San Biagio, donde el chef propone un menú degustación centrado en productos locales reinterpretados sin perder la esencia. 

Para algo más relajado, pero igual de importante, conviene acercarse a Caffè Poliziano, histórico café inaugurado en 1868, que conserva un interior art déco elegante y unas vistas privilegiadas sobre el valle. Aquí se han sentado generaciones de intelectuales y viajeros, y hoy sigue siendo el lugar donde los locales celebran ocasiones especiales. Pedir un espresso en su terraza es casi un ritual.

Si la curiosidad empuja a explorar más allá, a media hora en coche está Cortona, otro pueblo colgado en la colina, con una escena gastronómica interesante. Allí se encuentra Il Falconiere, restaurante con estrella Michelin instalado en una villa del siglo XVII. Combina alta cocina con producción propia de aceite y vino. 

texto alternativo
Monastero di Sant’Anna in Camprena. Foto: Zone101

TURIUM TIPS

La Iglesia de San Biagio: el templo más icónico de Montepulciano, aislado en el paisaje, con una geometría perfecta que merece contemplarse durante la puesta de sol.
Bodegas subterráneas históricas: De’ Ricci o Contucci son paradas obligadas: auténticas catedrales bajo tierra donde se envejece el Vino Nobile para darle su característico sabor.
La Bottega del Rame (Rameria Mazzetti): taller artesanal de cobre donde se producen piezas únicas para cocinas profesionales y coleccionistas.
Un café en Caffè Poliziano: un clásico inaugurado en 1868: interior art déco, vistas privilegiadas y un espresso que sabe a historia local.
Excursión a Pienza: a solo 15 minutos, con su urbanismo renacentista y el taller de cerámica Sbarluzzi, referencia internacional.