Este pueblo a una hora de Madrid tiene la mejor pista de esquí y es precioso en Navidad
Un paseo por las montañas en Navacerrada. Foto : John Arellano (Pexels)

Este pueblo a una hora de Madrid tiene la mejor pista de esquí y es precioso en Navidad

Navacerrada es el pueblo más alto de Madrid y el más práctico para esquiar cerca de la capital. Nieve, rutas, buenos platos y alojamientos cuidados para una escapada invernal sin complicaciones.

Aleks Gallardo | Diciembre 12, 2025

Lo curioso de Navacerrada es que todos han oído su nombre, pero pocos lo han vivido con la calma que se necesita. Para muchos madrileños es un lugar de paso —esa curva reconocible, ese indicador azul hacia el Puerto— de camino a un día de nieve. Sin embargo, basta desviarse unos minutos del eje principal para descubrir un pueblo que funciona como un concentrado de la Sierra de Guadarrama: clima fresco, calles pequeñas y un ritmo que se despega del reloj de la capital. La sorpresa llega cuando comprendes que, tan cerca del ruido, hay una cultura de montaña con reglas propias.

No es una sorpresa menor que sea uno de los pueblos más bonitos a una hora de Madrid. El municipio ha experimentado en los últimos años una puesta a punto silenciosa. Nuevos hostales boutique, restaurantes que trabajan con producto local y una reapertura progresiva de la estación de esquí —aunque siempre sujeta a las condiciones meteorológicas y a la gestión del Parque Nacional— han devuelto a Navacerrada una energía que hacía tiempo no enseñaba. No es Aspen ni pretende serlo; juega en otra liga,la de la cercanía. 

El esquí más accesible (y realista) desde Madrid

Quien busque una estación gigantesca se equivoca de escenario. La del Puerto de Navacerrada es compacta, familiar y directa: ofrece las pistas imprescindibles para desconectar durante unas horas y sentir que el invierno merece la pena. Para los esquiadores de nivel medio, las pista del Escaparate y del Bosque siguen siendo las grandes favoritas por su equilibrio entre inclinación y diversión. Para los principiantes, la zona del Telégrafo funciona muy bien, especialmente entre semana cuando el ambiente es más relajado.

Un dato práctico: en temporadas frías con buena innivación, los remontes suelen operar con horarios ajustados, y conviene reservar equipo con antelación en las tiendas del propio puerto o en el pueblo, donde los precios suelen ser mejores. Además, varios clubes locales organizan clases rápidas de una hora, muy útiles si llegas oxidado después de meses sin tocar los esquís.

Si lo tuyo no es lanzarte por la ladera, hay otra cara del invierno que merece atención: las rutas de senderismo sobre nieve. El Camino Schmid, que conecta Navacerrada con Cercedilla, es uno de los itinerarios invernales más conocidos de la sierra. Con raquetas, la experiencia cambia por completo: menos velocidad, más silencio y una sensación de aislamiento sorprendente para estar tan cerca de la ciudad.

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El inconfundible skyline de Navacerrada con la Residencia de fondo. Foto: Comunidad de Madrid

Navacerrada, un pueblo con carácter

Navacerrada no nació como destino turístico, y por eso conserva un aire auténtico que otros pueblos serranos han ido perdiendo. Sus primeras menciones documentadas aparecen en el siglo XVI, cuando servía como punto de paso entre ambas vertientes de la sierra, un enclave estratégico para arrieros, leñadores y trashumantes que cruzaban el Puerto mucho antes de que existieran los remontes. El nombre —derivado probablemente de “nava cerrada”, una llanura alta y protegida— describe bien su geografía: un refugio natural en mitad de las montañas.

El gran cambio llegó en el siglo XIX con la apertura de la carretera del Puerto y, más tarde, con la llegada del tren hasta Cercedilla. La sierra empezó a atraer a excursionistas, científicos y veraneantes que buscaban un clima más fresco que el de Madrid. Ya en el siglo XX, con el desarrollo de los deportes de invierno y la creación de la estación de esquí, el municipio se consolidó como uno de los primeros núcleos de montaña con vocación recreativa de la región. Muchas de las casonas que hoy dan carácter al casco urbano son herencia de esa época: viviendas de familias madrileñas que construyeron aquí su segunda residencia.

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Navacerrada, el paraíso de nieve de los madrileños. Foto: Pixabay

Qué hacer en el pueblo además de esquiar

Navacerrada tiene una escala manejable, casi de bolsillo, pero suficiente para llenar un fin de semana completo.

La plaza del Doctor Gereda sigue siendo el corazón social, un punto perfecto para orientarse. Desde allí salen pequeñas calles con casas bajas de piedra, algunas restauradas con buen criterio. Conviene entrar en la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, del siglo XVIII, porque ofrece una lectura arquitectónica interesante: sencillez castellana mezclada con pequeñas concesiones barrocas.

Mercado y producto local. Si te coincide en sábado, el pequeño mercado artesanal del pueblo reúne productores de la zona con mermeladas, quesos y panes que no siempre aparecen en las tiendas más turísticas. Es un buen lugar para probar miel de la sierra —un secreto que los locales recomiendan utilizar en infusiones cuando cae la temperatura.

Rutas desde el embalse. A las afueras, el Embalse de Navacerrada ofrece un recorrido circular muy accesible para cualquier visitante. No requiere equipo técnico y permite observar el contraste entre el pueblo, la lámina de agua y las montañas. Es una caminata corta, ideal para quienes buscan entrar en contacto naturaleza sin crono.

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Campanario de la iglesia de Navacerrada. Foto: Wikimedia Commons

Comer y dormir en Navacerrada

Navacerrada lleva años reivindicándose como un destino gastronómico. Aquí no se viene solo a quemar calorías entre remonte y remonte; se viene a comer bien. Si buscas un menú del día, debes saber que el de El Reloj es famoso entre los esquiadores veteranos. Cocina tradicional castellana, raciones generosas y una propuesta honesta en la que destacan los guisos de temporada.

Otro clásico es La Petit Raclette. Más contemporáneo, más cuidado y muy popular los fines de semana. Su raclette tiene legiones de seguidores, pero la carta completa funciona, especialmente las carnes y los platos calientes que agradece el cuerpo tras la jornada de nieve. Como estar en Suiza. 

Por otro lado, la Terraza-Jardín del Hotel Arcipreste de Hita tiene vistas privilegiadas al valle y es el lugar perfecto para un momento más reposado. En invierno, la chimenea y los menús de temporada crean una atmósfera agradable sin excesos. Si te apetece un cóctel serio, este es el sitio.

Y en cuanto a la oferta hotelera del pueblo, todo ha mejorado con los años. No hace falta buscar grandes cadenas ni establecimientos de lujo ostentoso para sentirse bien atendido, basta con recurrir a clásicos como el Hotel Arcipreste de Hita. Rehabilitado hace pocos años, ha logrado equilibrar modernidad y carácter serrano. Habitaciones amplias, buena luz y servicios suficientes para hacer base durante un fin de semana.

También merece la pena alojarse en Nava Real, perfecto para quien busca tradición. Tiene un punto retro amable —maderas, alfombras, lámparas que recuerdan otros tiempos— que resulta agradable para una escapada tranquila.

Si buscas algo más íntimo, El Torreón de Navacerrada tiene un  enfoque casi boutique. Ideal para parejas que quieren desconectar con cierta privacidad en un entorno único. Una ventaja poco comentada es que muchos alojamientos ofrecen paquetes con forfait y alquiler de material incluido, algo que simplifica bastante la logística si no quieres perder tiempo comparando precios.

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El paisaje de Navacerrada es espectacular. Foto: Javi López (Unsplash)

TURIUM TIPS

Sube antes de las 09:00. Te aseguras aparcamiento y pistas menos concurridas, sobre todo en fines de semana con buena nieve.
Reserva material en el pueblo. Suele ser más económico que en el propio puerto y las tiendas tienen más variedad de tallas.
Pide raclette en La Petit Raclette. Es el plato estrella y vuela; mejor reservar mesa con antelación.
Atardece en el embalse. El paseo circular es corto y las vistas al caer la luz son de los mejores momentos del día.
Raquetas por el Camino Schmid. Una forma relajada de vivir la nieve sin esquiar, especialmente entre semana.