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Precioso y lleno de cascadas: el paisaje natural sacado de un cuento que está en España

Esta playa de río es la más bonita de Galicia: cuesta llegar pero todo el mundo quiere volver
Una cala fluvial con vistas a viñedos, una curva del Miño que parece inventada y el silencio de un paraíso secreto: Praia da Cova no es fácil de alcanzar, pero es aún más difícil de olvidar.
Es bien sabido que Galicia tiene playas de sobra, pero no todas están donde uno espera. En plena Ribeira Sacra, a varios kilómetros del mar y en mitad de un paisaje diseñado para el vino, se esconde Praia da Cova: una cala fluvial que se ha convertido en uno de esos lugares que cuesta encontrar, pero que nadie olvida. Está en el concello de O Saviñao, provincia de Lugo, y se asienta sobre una curva del río Miño rodeada de viñedos en pendiente, justo en el corazón de una de las zonas vitivinícolas más espectaculares —y menos masificadas— del país.
Ribeira Sacra significa literalmente “ribeira sagrada”, y no es casual: en sus laderas hay más de una docena de monasterios románicos, muchos de ellos casi ocultos entre bosques, como el Parador de San Estevo. Pero también hay bodegas que apuestan por vinos de autor, carreteras imposibles y pequeños tesoros como esta playa escondida.
La Praia da Cova ha ido ganando fama entre quienes buscan algo diferente: una alternativa al turismo de playa tradicional, con agua dulce, tranquilidad absoluta y un paisaje que combina naturaleza, patrimonio y cultura vitivinícola. Eso sí, llegar hasta aquí requiere algo de planificación. El acceso es estrecho, el aparcamiento limitado y el lugar no siempre aparece bien marcado en los mapas. Aun así, cada verano va sumando nuevos adeptos, en parte gracias a su cercanía con bodegas como Abadía da Cova o Regina Viarum, y a su ubicación dentro de una de las zonas con mayor proyección enoturística de Galicia.
Un baño entre cañones
La Ribeira Sacra, declarada Bien de Interés Cultural, es uno de esos paisajes que no han sido domados. Aquí el río Miño se abre paso entre cañones verdes, y los viñedos descienden en terrazas imposibles que los viticultores locales trabajan como equilibristas.
Justo en una de las curvas más fotogénicas del río, bajo un cielo que cambia de humor cada hora, aparece esta cala fluvial de arena clara, resguardada por la vegetación y con unas aguas tan tranquilas que parecen un espejo. Praia da Cova no es grande, pero tiene un encanto que no se mide en metros cuadrados. En días de calor, los lugareños bajan con sus neveras portátiles, toallas de rayas y paciencia, porque llegar hasta aquí exige un esfuerzo.
El acceso más directo es por una pista estrecha que desciende en zigzag desde la aldea de A Cova. La carretera no es para conductores indecisos: hay curvas cerradas, pendientes pronunciadas y pocos lugares para dar la vuelta. Una vez abajo, eso sí, te recibe una calma que hace olvidar el esfuerzo. Un aparcamiento mínimo, un merendero escondido entre árboles y una pequeña rampa para barcas completan la escenografía.

Cómo saber si es tu tipo de playa
Esta no es la típica recomendación de playa gallega, que suele ser de mar bravo, arena infinita y viento en modo turbo. Aquí el tiempo corre más lento y muchos visitantes combinan el baño con una visita a las bodegas de la zona cuyas terrazas ofrecen vistas increíbles al mismo meandro que baña esta cala.
Y es que la Ribeira Sacra es, ante todo, un territorio de vino. De vendimias que se hacen a mano y de laderas que solo se sostienen gracias a siglos de arquitectura rural. Por eso, si visitas Praia da Cova, es casi obligatorio maridar la toalla con una copa de mencía o godello al terminar el día.

Lo que debes saber antes de ir (y volver)
Hay algo de travesía en cada visita a esta playa de río. No porque sea peligrosa ni lejana, sino porque te obliga a ajustar expectativas. No hay cobertura móvil en todos los tramos y el agua, aunque deliciosa, puede parecerte más fría de lo que recordabas. Pero todo eso, lejos de restar, suma.
La mejor época para visitarla es entre finales de junio y principios de septiembre, cuando el sol se alarga, los días son más estables y las temperaturas permiten un baño. A primera hora de la mañana o al caer la tarde es cuando el lugar alcanza su punto más mágico con el reflejo del sol filtrándose entre las hojas.
Si puedes, evita los fines de semana, sobre todo en agosto. El acceso limitado hace que, si hay demasiados coches, simplemente no puedas bajar.
Llevar tu comida o bebida es una buena idea. Pero allí mismo tienes una cafetería restaurante que demuestra eso de que "en cualquier sitio de Galicia se come bien". Por supuesto, aquí también.
