Ni Cinque Terre ni Portofino, este es el pueblo de colores más bonito de Italia
Procida en todo su esplendor. Foto : Vincenzo de Simone (Unsplash)

Ni Cinque Terre ni Portofino, este es el pueblo de colores más bonito de Italia

Entre Nápoles e Isquia, Procida se abre paso con sus casas pastel, sus playas de arena oscura y una autenticidad que atrae a viajeros que buscan lo exclusivo y sin adulterar.

Aleks Gallardo | Noviembre 18, 2025

Si hay un país que tiene obsesión con lo pintoresco, ese es Italia. Bien lo saben quienes han visitado Civita di Bagnoregio, un destino que podría desaparecer de un momento a otro, o quienes se han enamorado de los pueblos de la costa. Pero mientras Cinque Terre y los pueblos de color pastel de Cerdeña siguen en el punto de mira de media Europa, hay un rincón en el Golfo de Nápoles que juega con ventaja: Procida. Oficialmente se considera parte de Campania, aunque su personalidad recuerda más a una isla con reglas propias.

Lo primero que debes saber es que Procida no vive del turismo organizado ni de grandes cadenas hoteleras. La vida diaria marca el ritmo: el puerto lleno de barcos de pesca, las fachadas en tonos pastel pintadas cada cierto tiempo por los propios vecinos, los tenderos que cierran a mediodía. Esa falta de artificio, combinada con una agenda cultural más activa de lo que cabe esperar de un lugar de este tamaño, la convierte en un destino a tener en cuenta. 

Así es la vida en Procida

La isla tiene menos de cuatro kilómetros cuadrados y unos 10.000 habitantes, pero su densidad urbana sorprende: calles estrechas, casas apiladas unas sobre otras y un urbanismo que parece improvisado. Y, sin embargo, funciona. La escala es perfecta para el visitante que quiere olvidarse de coches y moverse a pie o en bicicleta eléctrica.

Desde que fue Capital Italiana de la Cultura en 2022, Procida ha potenciado sus espacios culturales. El Palazzo d’Avalos, antigua prisión en Terra Murata, ahora acoge exposiciones temporales y visitas guiadas. Los pequeños teatros locales reactivan una programación de música y cine independiente, conectando con un público napolitano joven y con viajeros que buscan algo más que vistas.

El perfil del visitante también está cambiando. Quien llega a Procida suele haber pasado antes por Capri o Isquia y busca algo distinto. No tanto anonimato como discreción. Familias italianas de buen nivel económico veranean aquí de forma natural, y eso le da al lugar un aire genuino: se mezcla el pescador que vende pez espada con el ejecutivo de Milán que teletrabaja en la terraza de un apartamento alquilado.

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Un día animado en Procida. Foto: Vincenzo de Simone (Unsplash)

Descubriendo los secretos del pueblo italiano más bonito

El recorrido más lógico empieza en Marina Grande, donde llegan los ferris. Desde ahí se sube a Terra Murata, el barrio fortificado más alto de la isla, con el Palazzo d’Avalos y el monasterio de San Michele. Las vistas desde la explanada permiten situarse: Isquia a un lado, Capri al fondo, Nápoles detrás.

Después, lo esencial es caminar hasta Marina Corricella, el puerto pesquero sin coches donde se concentran las casas de colores más icónicas. Aquí no hay que tener prisa: lo mejor es tomar un café en un bar de la plaza y observar cómo los vecinos descargan cajas de pescado y los turistas buscan la foto perfecta.

Un plan perfecto de tarde es alquilar una pequeña embarcación sin licencia en el puerto y dar la vuelta a la isla en tres o cuatro horas. Se descubren rincones que no se ven desde tierra: cuevas, tramos de costa volcánica y playas accesibles solo desde el mar. Y si se prefiere algo organizado, varios capitanes locales ofrecen recorridos en gozzo, la embarcación típica, con aperitivo a bordo, por supuesto.

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Las fachadas de colores de Procida. Foto: Unsplash

Estos son los favoritos de los locales

En la propia isla hay alojamientos sencillos, pero si se busca lujo real, el mejor hotel está en la isla de al lado. Nuestra apuesta es Botania Relais & Spa, en Isquia, a solo media hora en barco. Rodeado de vegetación mediterránea, con villas privadas y un restaurante gastronómico, es el lugar donde muchos viajeros instalan su base y se mueven en barco hacia Procida durante el día. El hotel combina diseño contemporáneo con un enfoque de sostenibilidad real. 

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Botania Relais & Spa está en Ischia, a un breve paseo en barco de Procida Foto: Michelin Guide

Y si lo que buscas es un restaurante con personalidad, en Procida mismo, la parada imprescindible es Caracalè, en Marina di Corricella. Se come mirando al mar y la carta cambia según lo que haya en el mercado ese día. Su plato más comentado es la pasta con pezzogna, un pescado local que preparan al horno con limón y hierbas. No tiene la pompa de un restaurante de estrella Michelin, pero sí un respeto absoluto por el producto.

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Carcale, el mejor lugar para comer con vistas en Procida. Foro: Visit Procida

Si el clima lo permite, acércate a la costa. Las playas de Procida son tan pequeñas como la isla, pero muy distintas entre sí. Chiaiolella es la más popular, con tumbonas y chiringuitos que facilitan pasar un día completo frente al mar. Pozzo Vecchio, con su arena oscura y su fama ligada a Il Postino, tiene un aire más salvaje y local: aquí los grupos de amigos se instalan con neveras y sombrillas, sin demasiadas concesiones al turista.

En cambio, la Spiaggia della Chiaia ofrece una experiencia más íntima, escondida al pie de una larga escalera y con vistas privilegiadas a Isquia en el horizonte. Quien quiera algo aún más especial debería acercarse a Ciraccio, separada en dos por un enorme farallón de toba volcánica, o alquilar una barca ligera para descubrir calas sin acceso desde tierra. 

Un poco de historia

Procida ha sido refugio de griegos, romanos y normandos, pero su auge vino con la construcción naval. Durante el siglo XVIII sus astilleros eran conocidos en todo el Mediterráneo, y de esa tradición quedó un carácter marinero que todavía define a la isla. Terra Murata, el núcleo fortificado, recuerda los tiempos de defensa contra los ataques piratas.

El cine reforzó su identidad internacional. Il Postino (1994) convirtió a Pozzo Vecchio en una playa reconocida en todo el mundo, y El talento de Mr. Ripley dejó imágenes de Marina Corricella grabadas en la retina de muchos espectadores. Sin embargo, a diferencia de Capri, Procida nunca ha explotado esas películas como reclamo turístico. 

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Desde la fortificación de Terra Murata podrás sacar las mejores fotos del pueblo. Foto: Wikimedia Commons

Cómo llegar hasta este pueblo de colores

El punto de partida casi obligatorio es Nápoles. Desde el Molo Beverello salen ferris rápidos que tardan unos 40 minutos. También hay salidas desde Pozzuoli, ligeramente más económicas, y conexiones frecuentes con Isquia.

No hay aeropuerto ni grandes carreteras, y eso es parte de la experiencia. Una vez en Procida, lo mejor es moverse a pie o en bicicleta eléctrica, ya que muchas zonas no permiten coches. Para quienes buscan comodidad, algunos hoteles y villas ofrecen traslados privados desde el aeropuerto de Nápoles hasta el puerto, con servicio de coche de alta gama y ferry ya reservado.

TURIUM TIPS

Atardecer en Belvedere dei Cannoni: uno de los miradores más espectaculares, con Capri e Isquia en el horizonte.
Bañarse en Pozzo Vecchio: la playa de arena oscura famosa por Il Postino, con ambiente más local que turístico.
Alquilar un gozzo: la embarcación típica para dar la vuelta a la isla y descubrir calas solo accesibles por mar.
Probar la “linguine con ricci di mare”: en restaurantes como La Lampara o Caracalè, una de las especialidades más buscadas.