El lago más grande de España está en esta villa medieval zamorana: es perfecta para una escapada de fin de semana
Si buscabas un pueblo pintoresco, con mucha historia y en una posición privilegiada, ese es Puebla de Sanabria, en Zamora. Tiene castillo, murallas, calles empedradas, arquitectura tradicional y un lago único. Y está al lado de Portugal
Puede que te recuerde a La Alberca, el pueblo más bonito de Salamanca, o a Candeleda, en la siempre sorprendente Ávila, porque Puebla de Sanabria, en Zamora, es también así. Un conjunto histórico-artístico que parece haberse salido de un relato medieval del ciclo artúrico y que se ha conservado de maravilla con el paso no ya de los años, sino de los siglos. Ahí están sus casas de piedra con balconadas de madera o de rejería para dar testimonio de la arquitectura tradicional. Y con flores.
La Puebla fue en tiempos un importante centro de poder eclesiástico, político y militar, dada su localización estratégica en la frontera con Portugal y su condición natural de bastión, con ayuda de los ríos Tera y Castro, y se nota. Tanta relevancia la dotó de fortificación y murallas, al tiempo que de un considerable patrimonio, que se ve realzado por el mítico lago de Sanabria, que es el mayor lago de origen glaciar de la península, por lo que goza de especial protección como parque natural, junto a las sierras Segundera y de Porto.
Puebla de Sanabria, a un paso de Portugal y de Orense
La cercanía con Portugal es otro punto a su favor (y al nuestro), pues tiene Braganza a solo 42 kilómetros, mientras que Zamora, la capital provincial, queda a 117. Y Verín, en Orense, por citar otro punto geográfico y trazar una posible ruta, a 77. Así que este puede ser un viaje con varias ramificaciones. Aunque Puebla de Sanabria bien lo vale por sí solo. Además, la escapada no solo es a este enclave de Castilla y León, sino también a la Edad Media. Sin duda, el mejor escenario para un mercado medieval (en agosto).

Ahí está el castillo, llevándose la gloria, alzado en un promontorio sobre tres cauces fluviales, el de los dos ríos citados más el arroyo Ferrera, a instancias de los condes de Benavente entre los años 1477 y 1482. Así pues, es de cuño renacentista, con sus troneras, saeteras y matacanes, además de los espacios domésticos, como chimeneas o letrinas. No hay que olvidar que aquí se luchaba, pero también se vivía. Este, en concreto, estuvo activo como baluarte militar hasta que en 1895 la reina regente María Cristina, en nombre de su hijo Alfonso XIII, aprobó su cesión al ayuntamiento.
Un castillo renacentista y una doble muralla
Cabe decir que fue utilizado como cárcel durante la guerra civil española y la posguerra. Y que con la llegada de la democracia se apostó por él como centro cultural y se iniciaron labores de restauración. En la torre del homenaje, sin ir más lejos, se halla el Centro de la Fortificaciones, para saber más, precisamente, sobre la vida en los castillos en la Edad Media, y también una exposición permanente sobre la indumentaria de la época. Ni que decir tiene que brinda la mejor panorámica de la villa y las sierras que la amparan.

Y donde hay un castillo tiene que haber una muralla para completar el cerco defensivo. O dos, como en este caso. De hecho, la primera se construyó a la par que el primer castillo, o sea, entre los siglos XII y XIII, con cubos y torres cuadradas dispuestas a lo largo del perímetro, de los que no queda nada, como tampoco de las dos puertas que la atravesaban. Más tarde, ya en el XVII, y a propósito de las guerras con Portugal, se optó por ampliarla y modernizarla, dando lugar a la segunda, de la que sí nos ha llegado una puerta.
Todo lo que puedes ver en Puebla de Sanabria
Puebla de Sanabria es para pateársela entera, recorriendo sus calles, embellecidas con las casas típicas, muchas blasonadas. Un casco antiguo en el que sobresale la iglesia de Nuestra Señora del Azogue, ubicada, como es lo habitual, en la plaza Mayor, donde tenía lugar el mercado. De ahí lo del azogue, nombre que se le dio en la España musulmana a los mercados. Es más, azogue se le llama al mercurio, y Mercurio es el dios romano del comercio. Todo cuadra.

En cuanto a la iglesia en sí, data del siglo XII, conservando muros y portadas románicas (y fantásticas), aunque presenta modificaciones posteriores, como la torre. Tiene adosada la magnífica ermita de San Cayetano, neoclásica del XVIII, que fue propiedad de los Ossorio Rodríguez de Sanabria. Luce fachada con forma de espadaña y una puerta con dos parejas de pilastras rematadas por capiteles jónicos. No le anda a la zaga el ayuntamiento, un vecino igualmente monumental, de estilo Reyes Católicos, que presume de dos plantas con arcos de medio punto que enmarcan dos torreones acabados en pináculo.
El lago de Sanabria, un paraíso de lagunas y cascadas
Puesto el listón tan alto, es el momento de ir al lago de Sanabria, rodeado de robles, acebos, alisos y tejos, junto con numerosas lagunas, cascadas y arroyos. Y como no es verano, no hablaremos de sus playas, que las tiene y no una ni dos. Por tener tiene hasta un catamarán eólico-solar, el Helios-Sanabria, para explorar sus rincones. Es un conjunto lagunar sobresaliente, solo superado por el de los Pirineos. El entramado geomorfológico perfecto para estudiar el fenómeno del glaciarismo. A su lado, el monasterio cisterciense de San Martín de Castañeda, románico y "espejo de soledades", como le cantó Unamuno.