Una ruta por las galerías de arte de Carabanchel entre murales espectaculares y grafitis
Mural Community en Node Madrid Carabanchel. Foto : @lidia.cao

Una ruta por las galerías de arte de Carabanchel entre murales espectaculares y grafitis

Carabanchel ha pasado de ser un distrito obrero y humilde a convertirse en el epicentro artístico más interesante de Madrid. Un recorrido entre fábricas convertidas en galerías, murales XXL y bares con una historia detrás.

Aleks Gallardo | Noviembre 21, 2025

Durante décadas, Carabanchel fue sinónimo de periferia. Era un barrio trabajador, asequible, con más historia industrial que cultural. Sin embargo, en los últimos diez años ha vivido un vuelco silencioso. Los alquileres disparados en Lavapiés, Malasaña y el centro empujaron a artistas, comisarios y creativos a cruzar el río Manzanares. Y hoy no es posible contar las galerías de arte de Carabanchel con los dedos de las manos.

Lo que comenzó como una mudanza por necesidad se ha convertido en un fenómeno: hoy el nuevo distrito del arte contemporáneo de Madrid cuenta con más de 50 estudios repartidos entre las calles General Ricardos, Oporto y Urgel. Visitarlas es uno de los mejores planes que puedes hacer en la capital. 

Las viejas naves industriales, antes abandonadas o reconvertidas en almacenes, han sido tomadas por galerías, talleres de diseño y espacios híbridos. Esta colonización artística no ha borrado el carácter del barrio; lo ha reinterpretado (o eso están intentando sus nuevos habitantes). Aquí el arte convive con las tiendas de barrio, los bares de persiana metálica y los vecinos de toda la vida.

Esa mezcla —lo nuevo que no desplaza del todo lo antiguo— ha generado una identidad distinta, menos impostada que la de otros distritos gentrificados. Carabanchel no pretende ser el nuevo Brooklyn ni el nuevo Kreuzberg: simplemente, está siendo Carabanchel.

Murales que convierten el barrio en un museo sin puertas

El punto de partida podría ser la zona entre Oporto y Urgel. Ahí, los muros cuentan historias sin necesidad de subtítulos. Uno de los más conocidos es el de La Chulapa, símbolo castizo reinterpretado en clave urbana; otro, el Dalí hecho con latas recicladas, una mirada que parece seguirte mientras el tráfico pasa. También está el homenaje a Ibáñez, creador de Mortadelo y Filemón, un guiño nostálgico que conecta generaciones.

Si sigues caminando hacia Vistalegre, descubrirás el mural más grande de Madrid, una composición monumental que ocupa casi toda una fachada del Palacio del mismo nombre. Desde allí, las líneas 6 y 11 de metro llevan a Plaza Elíptica y San Francisco, donde se suceden otras piezas: la intervención de Abraham Lacalle, el mural del Derbi —pintado entre las calles Real Madrid y Atlético de Madrid— o los grafitis que cubren el hotel Node Madrid

En total, unos 18 murales en menos de una mañana. Pero el secreto está en desviarse: en una esquina cualquiera puede aparecer algo nuevo. Carabanchel es eso: una galería improvisada que no necesita inauguraciones (aunque también las hay). 

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El enorme mural del Palacio de Vistalegre. Foto: Ayuntamiento de Madrid

VETA: la catedral contemporánea en Carabanchel

A cinco minutos de metro, el cambio de escala es total. Donde antes había una imprenta y una fábrica de cocinas, hoy se alza VETA, la galería más grande de Madrid con 1.200 metros de superficie. Su fundador, Fer Francés, lo tenía claro, había que salir del centro. Lo que empezó en 2021 como un experimento para revitalizar espacios industriales se ha convertido en un punto de referencia para el arte contemporáneo español.

La línea expositiva apuesta por la pintura figurativa, pero deja espacio a todos los lenguajes: desde la instalación hasta el vídeoarte. VETA ha mostrado obras de Abraham Lacalle o Santiago Ydáñez, pesos pesados del panorama nacional. Y, sobre todo, ha demostrado que el arte puede florecer en los márgenes, sin necesidad de escaparates turísticos ni alquileres imposibles.

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Interior de la Galería Veta. Foto: Veta

Sabrina Amrani: de Malasaña a Carabanchel

En una calle tranquila próxima a General Ricardos, tras una puerta anodina, se esconde Sabrina Amrani, una de las galerías más estimulantes de la ciudad. Su espacio en Carabanchel, de más de 600 metros, permite desplegar proyectos de gran formato que no cabrían en su sede original de Malasaña. Amrani trabaja con artistas del Norte de África, Oriente Medio y el Sur de Asia, y su programación se centra en prácticas que cuestionan los relatos dominantes del arte occidental.

La experiencia aquí es más física que intelectual: uno entra y el silencio lo envuelve, los materiales dialogan con la luz industrial del espacio, y la distancia entre espectador y obra se reduce a pasos. Cada exposición propone una inmersión total.

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El enorme espacio de Sabrina Amrani en Carabanchel. Foto: Sabrina Amrani

Memoria: arte desde los márgenes

Si VETA simboliza la escala y Amrani el discurso global, Memoria representa la reflexión. Fundada en 2020 por Alejandro de Villota, esta galería trabaja desde la historia, explorando los vínculos entre arte y política. Su programación rescata voces desplazadas del relato oficial, especialmente de América Latina, pero también de otras geografías y épocas. El nombre lo dice todo: recordar lo que se quiso olvidar.

Más que una galería, Memoria funciona como archivo vivo y laboratorio crítico. En sus paredes, la estética no se separa de la ética, y las exposiciones suelen ir acompañadas de conversaciones o publicaciones que amplían el contexto. Un imprescindible para quien busca algo más que contemplar cuadros bonitos

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El espacio expositivo de Memoria. Foto: Galería Memoria

Belmonte y La Oficina: la escala humana

En la calle Belmonte de Tajo, una puerta metálica sin letrero conduce a uno de los espacios más interesantes de la nueva escena artística madrileña. La Galería Belmonte abrió en 2021 bajo la dirección de Sol Abaurrea y Ana Coronel de Palma, y ocupa lo que antaño fue un abrevadero de vacas. Hoy, ese pasado industrial se intuye en las paredes desconchadas y los techos altos, pero el contenido ha cambiado por completo: pintura, escultura y videoarte de una generación que no ha cumplido los treinta.

Belmonte se ha ganado un lugar propio dentro del circuito contemporáneo madrileño por su apuesta por artistas jóvenes, muchos de ellos nacidos en los años noventa, que trabajan entre la ironía, la materia y lo performativo. La galería representa nombres emergentes como Lucía Bayón, Andrés Izquierdo, Augusta Lardy o Martín Llavaneras, y combina el rigor del trabajo curatorial con una actitud más abierta, menos institucional. Su implicación con el barrio también es activa.

A pocas calles de allí, otro espacio apuesta por una forma de arte más política y procesual. La Oficina, dirigida por Ada Cerdá y Adriana Felizia, ocupa un antiguo taller de carpintería en la calle Morenés Arteaga. Lejos de parecer una galería al uso, el espacio conserva la textura del taller y una atmósfera de trabajo que lo define.

Sus fundadoras hablan de “arte de proximidad”, una forma de entender la práctica artística como conversación con el entorno. Sus proyectos abordan temas de memoria, archivo, feminismo y ecología desde un enfoque riguroso, pero también accesible.

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Belmonte, una de las galerías favoritas de los amantes del arte en Carabanchel. Foto: Belmonte

Hyper House: cuando lo digital se vuelve físico

Fundada en 2022 en Vista Alegre, Hyper House es una rareza en el mejor de los sentidos. Nació como extensión de Hyper Studio, un colectivo dedicado al arte, el diseño y la tecnología. Su propósito: investigar la relación entre lo físico y lo digital, un terreno cada vez más borroso. 

Lo más interesante, quizá, es su comunidad: diseñadores, programadores, artistas y curiosos que se cruzan entre cables, pantallas y cervezas. Un recordatorio de que la innovación cultural no pasa por tener más presupuesto, sino por tener más ideas

Dos paradas obligatorias entre exposiciones

Después de recorrer murales y naves, toca hacer pausa. A unas calles de VETA, Holgura x Placeo Specialty Coffee es el refugio perfecto. Aquí el café de filtro se sirve con precisión y las alternativas vegetales fluyen sin esfuerzo. Su ambiente tranquilo y el aroma a bizcocho de chai lo convierten en el punto ideal para recuperar fuerzas antes de seguir explorando.

Y cuando cae la tarde, el plan cambia de ritmo. En la calle Alférez Juan Usera, las actrices Lisi Linder, Lorena López y Marta Belenguer abrieron Merinas, un bar-ultramarinos que recupera el espíritu vecinal de los antiguos colmados. Vermú, tapas gaditanas, acento valenciano y una terraza donde se mezcla la gente del barrio con el ecosistema artístico que llega desde las galerías. Es, literalmente, el epílogo perfecto para esta ruta.

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Nada como picar y beber algo en Merinas entre galería y galería. Foto: @merinas_bar

TURIUM TIPS

Cenar o tomar un vermú en Merinas: el bar de las actrices Lisi Linder, Lorena López y Marta Belenguer es ya una institución local. Cocina honesta, vermú de barril y ambiente de barrio con alma.
Cena en La Capa: bar-restaurante de ambiente de barrio que mezcla tradición castiza con vinos biodinámicos y platos honestos.
Visita la Ermita de Santa María la Antigua: un templo románico-mudéjar, el más antiguo de la Comunidad de Madrid, que da una dimensión histórica inesperada al distrito. 
Fotografiar el mural de la chulapa en Oporto: uno de los iconos del arte urbano madrileño, símbolo del nuevo Carabanchel. Ideal para empezar la ruta de murales con una buena dosis de color castizo.