 
			        Todo lo que tienes que saber sobre El Gran Museo de Egipto: está en Guiza y abre sus puertas en noviembre
Egipto estrena por fin El Gran Museo de Egipto: el 1 de noviembre de 2025 abre junto a las pirámides de Guiza. Está compuesto por un complejo colosal, una pasarela directa al yacimiento y una colección irrepetible.
La escena es conocida: el perfil de Keops, Kefrén y Micerino cortando el cielo del desierto, la Esfinge vigilando en silencio, el polvo fino que lo tiñe todo de ocre. Lo que cambia —y mucho— es la forma de visitarlo. Con la apertura del Gran Museo de Egipto (GEM), Guiza inaugura un nuevo capítulo en su larguísima biografía: una visita más ordenada, más cómoda y conectada, con un museo de escala monumental que aspira a ser la puerta contemporánea a una de las civilizaciones más influyentes de la historia.
La fecha de apertura de este gran museo, ya marcada en rojo en las agendas de medio mundo, es el 1 de noviembre de 2025. Tras años de preparativos, aperturas parciales y rumores, Egipto abre por fin de par en par el complejo cultural que llevaba tiempo gestándose a los pies de las pirámides. No es solo un museo: es un campus para aprender, conservar, investigar y emocionarse con la herencia faraónica, al tiempo que replantea la experiencia de la meseta de Guiza de forma integral.
Un gigante cultural a la altura de los faraones
El GEM ha sido concebido como el mayor museo del mundo dedicado a una única civilización. Hablamos de más de 100.000 piezas que abarcan desde los primeros periodos predinásticos hasta etapas tardías, articuladas en galerías temáticas y cronológicas que funcionan como una gran narrativa: sociedad, creencias, poder, arte, vida cotidiana.
La estrella es, por supuesto, la colección completa de Tutankhamón, que por primera vez se mostrará reunida en su totalidad. No es solo una lista de tesoros (máscaras, joyas, carros, sarcófagos): es una inmersión en el taller de los artesanos que imaginaron el más allá.
El acceso al museo se hace a través de un Gran Atrio en el que te recibe una estatua monumental de Ramsés II —unas 83 toneladas de granito que parecen sostener con calma el peso de todos los viajeros del siglo XXI— y una escalera “cronológica” que te invita a recorrer siete milenios en unos pocos niveles. Ojo a las vistas: los ventanales enmarcan las pirámides como si fueran parte de la exposición. Porque, en cierto sentido, lo son.
Más allá de las salas, el GEM reúne laboratorios de restauración, auditorios, espacios educativos, áreas para eventos y una oferta cultural que quiere estar viva todo el año.

Arquitectura que conversa con el desierto
El edificio juega a rimar con las pirámides sin imitarlas: sus trazas triangulares y su piel pétrea se alinean con las aristas del paisaje, filtrando la luz como un alabastro contemporáneo. Hay gesto y hay contención. De día, el museo parece emerger del mismo terreno; de noche, se intuye como un faro suave, un volumen que guía sin competir con lo verdaderamente monumental, que está a tan solo unos pocos pasos.
Esta voluntad de diálogo no se queda en la fachada. Los recorridos, las terrazas y los encuadres te recuerdan continuamente que el gran protagonista está fuera, allí donde la piedra milenaria se ganó su reputación mucho antes de que existiera la palabra “museo”.

Guiza, versión 2025: así se visita ahora
El acceso principal ya no se realiza por la zona histórica junto al Mena House, sino por el límite oeste del recinto arqueológico, cerca de la ciudad de 6 de Octubre. Allí, un dintel con jeroglíficos te da la bienvenida por la Gran Puerta de las Pirámides, y se concentran las taquillas y controles. Detalle importante para planificar: el sistema es moderno y se puede pagar con tarjeta; el intercambio de billetes queda para la historia.
Tras la puerta, el Centro de Visitantes cumple su misión: mapas claros, maquetas, paneles con contexto y una introducción amable para no perderse ni una. Desde ahí, se distribuyen autobuses eléctricos gratuitos que circulan en bucle por seis paradas fundamentales: la panorámica general de la necrópolis, las zonas de Micerino, Kefrén y Keops, la Esfinge y el propio centro. Puedes subir y bajar a tu ritmo o hacerlo caminando —una novedad que se agradece, porque el tránsito es más calmado que en el pasado—.
¿Y los camellos y las calesas de toda la vida? Siguen, pero ordenados. Se ha definido una ruta oficial que arranca en el mirador panorámico y llega hasta la llamada “Equestrian District Section”, una zona pensada para gestionar allí los paseos y las fotografías épicas con el perfil de las pirámides alineadas. El resultado: menos griterío, menos improvisación y espacio para disfrutar a pie.

La pasarela que cose museo y desierto
La otra pieza clave del nuevo Guiza es la pasarela peatonal que unirá físicamente el GEM con la meseta. Mide entre 1,3 y 1,5 kilómetros, con un ancho variable (aproximadamente de 13,5 a 27,5 metros) y combina tramo peatonal con un shuttle eléctrico de baja velocidad. Por la noche, una iluminación dorada discreta marca el camino sin robarle protagonismo al horizonte triangular.
Más allá de la funcionalidad —salir de una galería y, en pocos minutos, plantarte frente al coloso de piedra de Keops—, la pasarela tiene una lectura simbólica que cualquier viajero sensible va a percibir: une el relato museográfico (objetos, nombres, fechas) con el sitio donde todo adquirió sentido.
Evidentemente, toda transformación genera debate. La reorganización del acceso y de las rutas centraliza servicios, reordena flujos y profesionaliza un ecosistema que durante décadas funcionó de forma más espontánea. La clave, a partir de ahora, será conciliar la protección del patrimonio con la realidad económica local. Como visitante, tu papel es sencillo: disfrutar, informarte, respetar las normas del recinto y apoyar las iniciativas que fomentan un turismo sostenible y justo.

Qué no perderte en el Gran Museo de Egipto
La exposición de Tutankamon será el gran imán, pero el museo se ha diseñado para que haya mucho más. Las galerías cronológicas son un hilo conductor muy bien resuelto: verás cómo evoluciona la escritura, qué papel jugaba la religión cotidiana, cómo se representaba el poder y por qué las técnicas artesanales egipcias siguen pareciendo tan sofisticadas hoy. No te saltes la sección dedicada a los barcos funerarios y a la ingeniería que hizo posibles las grandes tumbas; entender el “cómo” multiplica el asombro ante el “qué”.
El Atrio es en sí mismo una visita: detente bajo la mirada de Ramsés II y mira hacia arriba; la arquitectura te guía a esa escalera monumental que conecta niveles y tiempos.
Si eres de los que disfrutan con el contexto, aprovecha los espacios educativos y las charlas que el museo prevé programar; si prefieres la contemplación, hay terrazas y miradores que convierten los ventanales en un encuadre perfecto de las pirámides. El GEM es grande y es fácil querer verlo todo en una sola mañana. Spoiler: no podrás.

Plan de viaje: cómo encajar el GEM en tu ruta
Si aterrizas en El Cairo, reserva al menos medio día largo para el GEM y otra media jornada para la meseta con calma. La nueva organización ayuda a no perder el tiempo en traslados internos, pero la escala del conjunto merece respirarlo sin relojes.
Las entradas para el recinto arqueológico y, en su caso, para el interior de las pirámides —cuando estén abiertas— se tramitan en el acceso oeste. Lleva tarjeta y paciencia razonable: el sistema es ágil, pero la inauguración atraerá a muchísima gente. Dentro del museo, ve directo a información y confirma qué salas especiales están disponibles ese día; en aperturas así, siempre hay pequeñas variaciones de última hora.
¿Y si vas en familia? El museo ha pensado en itinerarios cortos con puntos “wow” (Atrio, vistas, algunas piezas icónicas) para que nadie se canse a la segunda vitrina.
Por qué este noviembre es distinto
La apertura del GEM forma parte de una estrategia de país para reforzar el turismo cultural con estándares del siglo XXI. Significa más control de aforos, mejor gestión de flujos, conservación a largo plazo y una experiencia más disfrutable para el visitante. También significa que la historia —esa que parecía escrita en piedra— se puede contar de otra manera sin perder rigor.
Si hace años cruzaste Guiza entre gritos, calesas y carreras, prepárate para reconocer el lugar casi por primera vez. Si es tu primera vez, quizá tengas la suerte de estrenarlo con la versión mejorada: un paseo que empieza frente a un coloso de granito, continúa por vitrinas llenas de hallazgos y termina, a la luz dorada del atardecer, caminando una pasarela que desemboca en la sombra de la Gran Pirámide. Sin artificios.
 
							