Ni París ni Lyon, uno de los mejores restaurantes franceses está fuera de Europa
El interior del restaurante. FOTO : ROYAL MANSOUR.

Ni París ni Lyon, uno de los mejores restaurantes franceses está fuera de Europa

En un palacio de cuento, a miles de kilómetros de París, se esconde uno de los restaurantes franceses más deliciosos del mundo.

Virginia Lombraña | Agosto 25, 2025

Uno esperaría encontrarse, con toda lógica, los mejores restaurantes franceses en París, por una mera cuestión de probabilidad, y en otras localidades del país galo, pero a veces la maestría a los fogones se esconde en lugares de lo más inesperados. Un buen ejemplo de esto es el restaurante La Grande Brasserie, un nombre que es todo un anticipo de lo que le espera al comensal en este encantador espacio donde seducen con elaboradas delicatessen de factura francesa y algo más.

¿Su ubicación? Ni París, ni Lyon ni la Costa Azul. No es arriesgado decir que una de las mejores cocinas francesas con un twist se encuentra a más de 2.500 kilómetros de la capital francesa: en Marrakech, concretamente en el espectacular hotel Royal Mansour. Diseñado como un palacio que no intimida, sino todo lo contrario, porque recuerda a una medina tradicional, que acoge y embriaga al visitante, constituye una de las grandes maravillas de Marrakech, y sus restaurantes son uno de los motivos.

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La chef Hélène Darroze propone una carta de acento francés con un twist. FOTO: ROYAL MANSOUR.

Es difícil no sucumbir ante la belleza del lujoso lobby del hotel, una mezcla de inspiración oriental y occidental, tradición y modernidad, detalles mediterráneos y árabes. Merece la pena tomarse un tiempo para contemplar la elegante arquitectura y la decoración de este espacio y de los salones aledaños, donde la rica artesanía local se fusiona con el diseño de vanguardia y despierta una explosión de sensaciones. Así, admirando el interiorismo que rebosa paredes y techos avanzamos de una estancia a otra boquiabiertos y nos dejamos conducir hacia el restaurante, que desemboca en un acogedor patio cuadrangular con olivos que dan sombra a quienes gustan de refugiarse del sol de verano mientras dan cuenta de un menú con clase y con mucho oficio detrás.

Lejos de los formalismos y de las tradiciones seguidas a pies juntillas de la cocina gala, la chef al mando de los fogones, Hélène Darroze, ha conseguido dotar de una identidad propia a la cuidada propuesta gastronómica francesa que pone sobre la mesa engrandecida con los matices que aporta la cocina marroquí. Por algo cuenta con seis estrellas Michelin.

Explosión de sabores inéditos

Nada aquí es previsible ni conocido. Las papilas gustativas se abren con un pan que llega a la mesa recién hecho, en un punto de cocción perfecto para dar cobijo a una mantequilla con una estela picante que se derrite al calor de la masa caliente y te transporta a otra dimensión. Desde ese plano de descubrimiento todo lo que llega detrás podría parecer en desventaja, pero resulta todo lo contrario, la experiencia gastronómica va in crescendo y cada plato mantiene en todo lo alto el nivel de maestría y exquisitez. 

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El lujo desfila por las mesas del restaurante. FOTO: ROYAL MANSOUR.

Sabores que deslumbran en una vajilla que es una auténtica pieza de arte que engrandece cada bocado. La llamada pizza francesa, la pissaladière de Niza, en este caso elaborada con calabaza, queso de cabra y nuez, es uno de los entrantes para compartir más deliciosos que he probado. En liza con el particular guacamole con aguacate local, cilantro y piparra francesa elaborado en la mesa del comensal, que es todo un ejercicio de honestidad y atención que solo cabe aplaudir y disfrutar (también flambean y trinchan las aves de corral a los ojos del cliente, por cierto). Quienes saborean las sopas –yo soy como la Mafalda de Quino– hablan maravillas de las propuestas en versión líquida que aparecen en la carta de La Grande Brasserie.

En cambio, sí puedo asegurar que son excelsos y sabrosos los segundos platos, como la terrina de foie gras con naranja marroquí y chutney de cebollas rojas acompañada de un brioche tostado recién horneado. Las ostras de Oualidia con chalotas encurtidas y aceite de argán; la ensalada de quinoa con frambuesas frescas, una vinagreta de aceite de avellana y melaza de granada; los macarrones gratinados con acelgas, ternera estofada y queso Comté; o la cuidada selección de caviar son algunas de las exquisiteces que despliega este menú diseñado por Hélène Darroze, una cocinera que pone al servicio de su creatividad sus raíces vascas y su conocimiento de la cocina francesa, al tiempo que ensalza este acervo con productos y guiños locales. La bodega le sigue a la zaga, con caldos de las mejores procedencias, añadas y marcas.

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Servicio, decoración y materia prima son un trío ganador. FOTO: ROYAL MANSOUR.

Sin duda, templos de la gastronomía de la cocina francesa o afrancesada se reparten por todo el mundo, pero con un nivel de excelencia como el que te encuentras aquí, no tantos. Algo que pueden comprobar los más gourmets en una experiencia culinaria privada digna de reyes que ofrece el hotel Royal Mansour. Con buen criterio, la han bautizado como La Table d’Hélène, porque a lo que asiste el comensal es a una bacanal de sabores en torno a los platos creativos firmados por esta chef con unas manos y una imaginación prodigiosas. El festín tiene lugar en la bodega situada en el centro de La Grande Brasserie, alrededor de una mesa redonda cuya decoración de estaño, cobre y rubí no por casualidad evoca el color del vino. Aquí se puede degustar un magistral tartar de ostras en gelatina de caviar y velouté de coco glaseado, una langosta con especias tandoori o el emblemático baba empapado en Armagnac Darroze. Solo cabe decir: bon appétit!