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Estas estaciones de metro son obras de arte: están en Estocolmo y son únicas en el mundo

Estas estaciones de metro son obras de arte: están en Estocolmo y son únicas en el mundo
Viajar en el metro de Estocolmo es una experiencia en sí misma, pues en su interior oculta verdaderas joyas que lo convierten en una galería de arte subterránea.
Hay rincones en el mundo que parecen sacados de cuentos de hadas o de las profundidades de una imaginación muy despierta. Lagos azules en los Alpes Suizos donde las aguas cristalinas dejan ver el fondo o playas de arena rosa que parecen creadas con Inteligencia Artificial. Pero también rincones horadados por el ser humano donde creatividad y practicidad se unen para crear lugares como el metro de Estocolmo, cuyas estaciones son verdaderas obras de arte.
Desde los mosaicos azules de T-Centralen hasta las obras de arte con motivos deportivos de la estación de Stadion, que conmemora los Juegos Olímpicos de 1912, aquí ningún detalle se deja al azar. Desde hace décadas, artistas y autoridades locales se han unido para crear una verdadera galería subterránea que hace que, bajo los edificios de la ciudad, haya otra ciudad por descubrir.
Arte en el metro de Estocolmo
Cuando piensas en viajar en metro, probablemente imaginas estaciones blancas y azules, con azulejos rectangulares recubriendo las paredes y trenes prácticos que recorren a toda velocidad las ciudades por debajo de la superficie. Laberintos de vías y pasillos subterráneos que llegan a todas partes, sin encanto, pero funcionales.
Hablar de arte en el metro parece un sinsentido, a no ser que se nos vengan a la mente esos músicos callejeros que, de vez en cuando, se cuelan en los vagones armados con una guitarra o un micrófono y amenizan el camino a los viajeros. Sin embargo, en la capital de Suecia, la experiencia más cotidiana posible se convierte en una visita a la galería de arte subterráneo más larga del mundo.

Son más de 90 las estaciones que, desde que comenzara este proyecto en la década de los 50, se han llenado de arte urbano. Fue por aquel entonces cuando las autoridades suecas decidieron integrar el arte en los espacios públicos para así lograr que la cultura fuese más accesible para todos, y no solo para aquellos con el suficiente tiempo o dinero como para visitar los museos más importantes del lugar.
Setenta años después, es evidente que el proyecto ha sido un éxito. Lo sabemos porque los locales, familiarizados con esta iniciativa, aún miran con cariño las explosiones de color que cubren techos y paredes. Mientras tanto, los turistas se detienen maravillados e incluso se arriesgan a perder algún que otro tren, cuando descubren que la belleza de Estocolmo no se encuentra solo en la superficie.
Estas son las estaciones de metro más artísticas
Si en el exterior el corazón de Estocolmo es Gamla Stan, en las profundidades el centro neurálgico es T-Centralen, la estación donde se cruzan las tres líneas del metro. Allí, el artista Per Olof Ultvedt decoró las paredes con motivos florales y figuras humanas en azul y blanco, y logró crear una ilusión de calma en medio del bullicio.
Solna Centrum, conocida por su dramático techo rojo que representa un atardecer sobre un bosque verde oscuro, fue decorada por los artistas Anders Åberg y Karl-Olov Björk, que quisieron crear conciencia sobre los problemas medioambientales que asolaban al planeta. Pese al paso de los años, su obra sigue a la orden del día.

Los apasionados de la historia siempre se quedan fascinados al descubrir Kungsträdgården. Es quizás, una de las estaciones más especiales, pues sus muros desnudos de piedra y los restos arquitectónicos aquí y allá hacen que parezca una verdadera excavación arqueológica. Es obra de Ulrik Samuelson, que se inspiró en los antiguos jardines palaciegos de la zona para crear un espacio que es a la vez moderno y profundamente histórico.
Pero lo que hace único al metro de Estocolmo no es solo la belleza de sus estaciones, sino su papel como herramienta para la democratización del arte. Al integrarlo en un espacio público de uso diario, se rompe la barrera entre el arte y el espectador. No es necesario pagar una entrada ni tener conocimientos previos, basta con tomar el metro para sumergirte de lleno en un universo pictórico único en el mundo.