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Dicen que este es el hotel de Lanzarote que inventó el lujo en la isla: lleva más de medio siglo abierto y sigue en lo más alto
Un clásico del turismo canario reinventado: el Hotel Fariones 5 reúne historia, gastronomía de autor, arte local y un jardín tropical de cinco mil metros cuadrados frente al Atlántico.
En 1966, cuando en Lanzarote apenas existía infraestructura turística, el Hotel Fariones abrió sus puertas en Puerto del Carmen. Es uno de los mejores hoteles, pues fue el primer cinco estrellas de la isla y, de algún modo, inauguró la idea de que este territorio volcánico podía atraer al viajero que buscaba algo más que sol y playa. Desde entonces, la isla ha cambiado radicalmente, pero el Fariones se ha mantenido como referencia, adaptándose a los tiempos y ganando reconocimientos internacionales.
La última gran reforma, completada en 2020, lo situó de nuevo en el mapa del turismo de lujo. Y no es casual: el proyecto apostó por conservar su esencia, pero con interiores firmados por el canario Rafael del Castillo, arte local y un jardín tropical que parece un parque botánico privado.

Todo Lanzarote a un paseo de distancia
Quedarse en el Fariones puede tentar a cualquiera a no salir, pero Lanzarote merece ser recorrida. Desde el hotel se llega en menos de media hora al Parque Nacional de Timanfaya, un paisaje único de campos de lava y volcanes aún activos bajo la superficie. También están cerca los Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes, dos joyas diseñadas en parte por César Manrique, figura clave en la identidad cultural y estética de la isla.
Si lo que apetece es costa, Famara ofrece una de las playas más espectaculares de Canarias para practicar surf o simplemente caminar frente a los riscos. Y en el sur, Papagayo conserva calas casi intactas de aguas turquesas. El hotel, en cambio, facilita el plan cómodo: acceso directo a tres playas, incluyendo Playa Grande.

Un jardín inesperado
Uno de los aspectos más sorprendentes del Fariones es su vegetación. Más de 5.000 metros cuadrados de palmeras y buganvilias rodean el complejo, un lujo verde que contrasta con la aridez volcánica de la isla. Dentro de ese entorno se esconde incluso un jardín de orquídeas con quince especies distintas y plantas carnívoras, algo poco habitual en hoteles de Canarias.
El jardín, con más de cuarenta años de vida, es también un reflejo de la apuesta del grupo por la sostenibilidad. El Fariones cuenta con certificación Biosphere, evita plásticos de un solo uso y abastece buena parte de su gastronomía con producto local procedente de la Finca de Uga.

Descansar con vistas al Atlántico
El proyecto de reforma de 2020 corrió a cargo de Rafael del Castillo, que optó por un eclecticismo sofisticado. El lobby lo deja claro desde el minuto uno: biblioteca en madera Sucupira, la obra “Lanzarote” de César Manrique y lámparas Stadium de Miguel Milá, diseñadas originalmente para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Cada suite tiene personalidad propia, con piezas de artistas locales como Juan Bonilla y Rufina Santana, o cerámicas de Joaquín Reyes en el buffet Bella Lucía. Nada de ambientes clónicos, cada rincón tiene discurso.
Y lo mejor de todo, ningún huésped es menos en esta experiencia: Las 213 habitaciones están orientadas al mar, algo que no todos los hoteles de la isla pueden presumir. Desde dobles superiores hasta suites con terraza privada y jacuzzi, la oferta cubre distintos perfiles de viajero. La infinity pool y el nuevo spa Fariones Wellness completan la propuesta para quienes buscan parar el reloj y bajar revoluciones.

Comer en clave atlántica (y asiática)
Lanzarote hay que entenderlo con su gastronomía, y el hotel aprovecha ese tirón. El Erizo Macaronesian Restaurant propone un recorrido por los sabores de los cinco archipiélagos del Atlántico Norte: Canarias, Madeira, Azores, Cabo Verde e Islas Salvajes. Por su parte, el Kaori Fusion Restaurant, dirigido por Víctor Planas, se ha consolidado como uno de los mejores restaurantes de hotel en Canarias con su cocina asiática de autor.
Más informal es la Barra Food & Drinks junto a la piscina infinity, donde se combinan cócteles y música en vivo con platos sencillos. Y en el buffet Bella Lucía, además de show cooking, destacan los productos de kilómetro cero. Una opción que permite probar Lanzarote sin necesidad de moverse demasiado.
