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Este es el rincón del Mediterráneo con las mejores vistas: descubre el Balcón de Europa
Este es el rincón del Mediterráneo con las mejores vistas: descubre el Balcón de Europa, el mirador que enamoró a Alfonso XII
Lo bautizó el rey Alfonso XII como Balcón de Europa. Porque uno tiene la sensación de que se ve todo desde aquí. El mar, los acantilados y la sierra. Pero, sobre todo, la inmensidad. Y está en uno de los pueblos blancos más bonitos de la costa.
Ya no es verano, pero Nerja sigue siendo igualmente azul, haciendo un guiño a la serie de los ochenta que la lanzó a la fama. Por el Mediterráneo, por supuesto, pero también por su actitud. Y porque toda ella es un balcón que mira al mar, como le pasa al cercano Frigiliana, el pueblo blanco más bonito y con las mejores vistas. Aunque, a decir verdad, lo del balcón está completamente ligado a su esencia, porque aquí, en la Axarquía, donde la Málaga llena de pueblos románticos casi roza ya a Granada, hay un mirador emblemático por el que dan ganas de estar eternamente asomado: el Balcón de Europa. Aquí se respira inmensidad.
Por qué te va a encantar el Balcón de Europa
Más allá del barco de Chanquete, de Javi y Pancho, de Ayo el del chiringuito y toda la troupe que animó aquel televisivo Verano azul, Nerja es conocida, sobre todo, por sus cuevas, de gran valor arqueológico. Pero a un nivel más lírico e inspirador está el Balcón de Europa, que es también glorieta, a la que conduce un prometedor paseo, con su pasarela de arcos, blancura y flores a lo andaluz, como Lucainena de las Torres, en Almería. Y que no es un balcón más.

Primero, por su localización, sobre un acantilado entre las playas de Calahonda y la Caletilla. A la de Calahonda se accede por una escalera empedrada al final de la calle Puerta del Mar, por lo que se llama el boquete de Calahonda. Bajándola, comienza un paseo que recorre precisamente los bajos del balcón hasta llegar a la encantadora playa del Salón, donde aún se conservan antiguas casas de pescadores.
Una fortaleza del siglo XVI y la visita de un rey
Segundo, porque, en ese mismo lugar, los Reyes Católicos mandaron construir una fortaleza a principios del siglo XVI para vigilar y defender el territorio, como todas las que salpican la costa. Solo que esta quedó totalmente destruida por los ingleses durante la Guerra de la Independencia, en 1812, tras haber sido tomada la villa por las tropas napoleónicas.
Y tercero, porque recibió la visita del rey Alfonso XII en enero de 1885 con motivo del gran terremoto que sacudió esta comarca, causando cuantiosos daños materiales, el día de Navidad de 1884. Una escultura del monarca apoyado sobre la barandilla, obra de Francisco Martín e inaugurada en 2003, lo recuerda. Al parecer, fue el tatarabuelo de Felipe VI quien lo bautizó como Balcón de Europa, por el fabuloso alcance de su panorámica, que lo encuadra directamente entre los miradores más espectaculares.
La Cueva de Nerja y los acantilados de Maro
Junto al Borbón hay también una escultura que recuerda a los descubridores de la Cueva de Nerja, cinco jóvenes que en una noche de enero de 1959 salieron a ver murciélagos en un pozo que entonces se llamaba la Mina. Y es lo único que no se ve desde aquí, por motivos obvios, porque sí se puede admirar todo lo demás. El mar en toda su plenitud y, de la misma manera, el magnífico Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, un lugar a visitar, y el siempre sorprendente Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Alhama y Almijara.

Siendo la sierra de Almijara la que ocupa la mayor parte del término municipal, que tiene su cumbre en el pico de Navachica, con sus 1.832 metros de altitud, que no está nada mal para encontrarse tan cerca del mar. Un territorio, por otro lado, digno de exploración, que discurre entre barrancos y se muestra abrupto y escarpado. Como el propio río Chíllar, que va a desembocar al núcleo urbano.
En época de dominio musulmán, Nerja se llamó Narixa, que quiere decir "fuente abundante", lo que la hace aún más exótica. Pensemos que está un paso de La Herradura, el paraíso granadino con los mejores atardeceres, de Almuñécar y resto de la Costa Tropical. Y que aquí también se cultivan aguacates, chirimoyas o mangos. Por un lado, porque por el otro se desparrama el resto de la Axarquía, con municipios tan tentadores como Cómpeta, Algarrobo o Velez-Málaga, en el interior, y Torrox Costa, Torre del Mar o la Cala del Moral, en la línea costera, que sigue su curso hasta llegar a la capital, a unos 57 kilómetros.
Una iglesia típica andaluza y restos romanos
Así que, en efecto, Nerja lo tiene todo, y casi todo, como decíamos, se ve desde semejante mirador. Muy cerca, además, está la iglesia de El Salvador, de estilo barroco en su origen (XVII), pero con ampliaciones del XVIII, como la torre del campanario, y reformada en 1997, perfilando su estampa de iglesia típicamente andaluza. Con el aliciente de la araucaria centenaria que le da sombra, traída por un nerjeño que había emigrado a Chile a principios del XX.

Para mayor gloria de esta villa inevitablemente turística, cabe decir que, además de los restos arqueológicos, pinturas rupestres incluidas, del monumento natural que es la Cueva de Nerja, con sus estalactitas y estalagmitas poblando techos y paredes, por las que se ha granjeado el apodo de catedral, los hay también de época romana. Concretamente, un tramo de la antigua calzada que unía Sexi, hoy Almuñécar, con Caviclum, actual Torrox, además de un puente que la comunicaba con la ciudad antigua de Detunda, nuestro Maro.
Una gran alquería entre exuberantes huertas
No es difícil imaginársela, andando el tiempo, como una gran alquería que se alzaba entre exuberantes huertas, al amparo de un castillo, cuyos restos pueden verse de camino a Frigiliana, y que alcanzó la fama como centro de producción de tejidos de seda por su excelente factura. Pero en 1487, a raíz de la caída de Vélez-Málaga a manos de las tropas de los reyes Isabel y Fernando, quien participó en la batalla, se sometió ya al dominio cristiano.
Y fue entonces cuando, como señalábamos anteriormente, se edificó la fortaleza que miraba al mar, donde hoy tenemos el balcón. Y como en tantos y tantos lugares, al ser expulsados los moriscos, se repobló con cristianos viejos que procedían de Galicia, de Vizcaya, de Valencia y de toda Andalucía. Parecía solo un pueblo playero, pero es mucho más.