Auroras boreales en Abisko: cómo organizar el viaje más luminoso del invierno
En un rincón remoto de la Laponia sueca, donde el silencio pesa más que la nieve y la noche dura casi todo el día, se esconde uno de los mejores lugares del planeta para ver auroras boreales. Te contamos cómo visitarlo.
La localidad de Abisko no tiene la infraestructura de Tromsø ni el boca a boca tan positivo de Islandia, pero los que saben —fotógrafos, científicos, guías de expediciones polares— apuntan todos al mismo punto del mapa: un pequeño pueblo al norte del Círculo Polar Ártico, en el condado de Norrbotten. Allí, a más de 200 kilómetros de la ciudad más cercana, se pueden ver auroras boreales impresionantes, pues la naturaleza ha creado una especie de milagro meteorológico: el “Abisko Blue Hole”.
No es un nombre turístico, sino un fenómeno real. Una especie de cúpula de cielo despejado sobre el Parque Nacional de Abisko, que mantiene las nubes a raya gracias a las corrientes de aire seco procedentes del lago Torneträsk. Traducido: mientras otros viajeros esperan días enteros a que se disipe el mal tiempo, en Abisko las probabilidades de ver auroras superan el 80% en temporada alta (de diciembre a marzo). Por eso es uno de los mejores lugares del mundo para ver las luces del norte.
Cómo llegar hasta el "fin del mundo"
Llegar no es complicado, pero requiere cierta planificación. No te preocupes, estamos aquí para ayudarte. El viaje estándar combina avión y tren: se vuela a Kiruna —la ciudad más septentrional de Suecia— y desde allí se toma un tren panorámico de la compañía SJ hasta Abisko Östra o Abisko Turiststation (la parada dentro del parque nacional). El trayecto dura hora y media y atraviesa bosques nevados, lagos helados y alguna que otra manada de renos que cruza sin prisa.
Quien prefiera evitar horarios puede reservar un transfer privado o un vehículo con conductor. Algunas agencias especializadas como Lights Over Lapland u Off the Map Travel organizan el viaje completo desde Estocolmo, con traslados, alojamiento y actividades.
Y si lo que se busca es una entrada triunfal, Kiruna Airport recibe vuelos chárter privados en invierno, con pista iluminada entre la nieve. Desde allí, un helicóptero puede dejarte directamente en la base del Aurora Sky Station, el observatorio más famoso de Abisko, en menos de 40 minutos.

El cuartel general: dormir bajo la aurora
En Abisko, lo suyo es buscar un lugar acogedor en el que refugiarte entre aventura y aventura. Aunque no hay grandes hoteles de lujo, sí encontrarás alojamientos con encanto y ese aire tan escandinavo. El clásico es el STF Abisko Turiststation, dentro del parque nacional, donde se puede dormir a pocos metros del telesilla que sube al Sky Station. Tiene habitaciones sencillas, un restaurante con cocina local —salmón ártico, carne de reno, pan de cebada— y acceso directo a rutas de esquí de fondo.
Para algo más íntimo, Abisko Guesthouse & Activities ofrece apartamentos bien equipados y una sauna privada con vistas a la montaña Nuolja. En la misma línea, Niehku Mountain Villa, situada a 20 minutos en Riksgränsen, combina arquitectura contemporánea con tradición lapona: está construida sobre las ruinas de un antiguo taller de locomotoras y hoy alberga un restaurante estrella.
Si el presupuesto no es un problema, la experiencia definitiva está en dividir el viaje: unos días en Abisko para las auroras, y otros en el mítico Icehotel de Jukkasjärvi, a 90 km, donde cada habitación es una escultura efímera de hielo creada por artistas internacionales.

Qué hacer cuando el cielo descansa
Aunque el objetivo es ver luces en el cielo, Abisko no se apaga de día. Hay senderos con raquetas que cruzan bosques de abedules, excursiones con trineos de perros husky o motos de nieve, y rutas para fotógrafos que buscan capturar el hielo azul del lago Torneträsk.
Una actividad poco conocida, y muy recomendable, es visitar la Cueva de hielo de Abisko, a la que se accede con guía en moto de nieve o esquí. Dentro, las paredes translúcidas reflejan la luz natural en tonos azul celeste. También merece la pena probar el esquí de travesía en la montaña Nuolja, con guías locales que marcan rutas seguras y enseñan técnicas de supervivencia ártica.
Si prefieres algo más tranquilo, el pequeño centro de visitantes del parque ofrece talleres sobre el fenómeno de las auroras, geología polar y cultura sami. Los samis —pueblo indígena del norte escandinavo— conservan su idioma, sus tradiciones y su forma de vida nómada basada en la cría de renos. Algunos guías ofrecen visitas a aldeas cercanas donde se puede aprender sobre su cosmovisión, probar carne ahumada o dormir en un lavvu (tienda cónica tradicional).

Las auroras boreales explicadas
Una aurora boreal es el resultado visible de algo bastante técnico: partículas solares que chocan con los gases de la atmósfera terrestre. El color depende del gas y de la altitud. El verde (oxígeno a 100 km), el rojo (oxígeno a 300 km) o el violeta (nitrógeno). Y aunque parezca un fenómeno caótico, hay cierta previsión.
Antes de viajar conviene descargar la app My Aurora Forecast, que indica la actividad geomagnética y da una puntuación Kp: a partir de 3, ya hay posibilidades; a partir de 5, el cielo se convierte en un teatro de luces. El Aurora Sky Station abre cada noche si las condiciones son buenas. Se accede en telesilla hasta 900 metros de altitud, donde las luces se ven sin contaminación lumínica y con un silencio que no existe en casi ningún otro sitio del planeta.
El ticket cuesta unas 995 coronas suecas (unos 85 euros) e incluye cena en su restaurante panorámico, con menú degustación nórdico y vino blanco. No es barato, pero es incomparable la sensación de comer mientras el cielo cambia de color sobre ti.
