Ni París ni Orlando, esta es la mejor ciudad para viajar en familia: tiene un parque de atracciones espectacular y un castillo de cuento
El Gran Elefante paseándose por la fascinante Nantes. FOTO : Pixabay/Christel Sagniez.

Ni París ni Orlando, esta es la mejor ciudad para viajar en familia: tiene un parque de atracciones espectacular y un castillo de cuento

Esta ciudad junto al Loira es la patria de Julio Verne, está llena de arte al aire libre, tiene un castillo de cuento y presume de parque de atracciones con animales fabulosos. En Nantes solo se puede ser feliz.

Ángeles Castillo | Julio 9, 2025

Las Máquinas de la Isla son sorprendentes. Un juego real donde la imaginación de Julio Verne se combina con los conocimientos técnicos del gran Leonardo da Vinci. Y está en la ciudad natal del autor de La vuelta al mundo en 80 días. Pero Nantes no solo es impresionante por este animalario fantasioso mecanizado, sino por su deriva imparable hacia lo artístico. La que nos lleva hasta el Atlántico siguiendo el curso del Loira, meca del slow turismo y dibujando el estuario Nantes-Saint Nazaire.

De camino, a pie, en barco o en bici, aparecerá una casa chimenea a 15 m de altura, un barco blando al estilo Dalí, una casa que flota o una serpiente infinita. En esta tierra y alrededores, todo es posible. La ciudad de las maravillas.

Nantes, una galería de arte al aire libre

Aquí hay arte en las calles, las plazas, las riberas o los parques, intervenidos por artistas que les han dado otra forma y mucho color. El arquitecto japonés Kinya Maruyama, por ejemplo, hizo salir un monstruo marino liberado de las arenas profundas en un parque céntrico (plaza Élisa-Mercoeur) como si tal cosa. Un animal mitológico con cabeza de rinoceronte y mirada de dragón que se desliza entre los árboles y tiene como lengua un tobogán.

texto alternativo
El animal mitológico de Kinya Maruyama en un parque público. FOTO: LVAN/MARTIN ARGYROGLO.

Así que, atención familias con niños, porque la bretona Nantes está muy pensada para ellos. Bueno, y para nosotros. Otro destino irrenunciable es el parque de ping-pong (11 muelle François Miterrand), obra de Laurent Perbos, especialista en dotar a los juegos populares y sus elementos, fútbol y demás, de significado artístico, planteando incluso una reflexión en torno a las nociones de éxito y fracaso, competitividad y competición.

Y luego está el recorrido del verano, hasta finales de agosto, que pasa por más instalaciones efímeras o permanentes de arte contemporáneo. Caso de Mothership, una escultura de casi 17 metros de longitud con forma de casco de barco invertido que recuerda que Nantes es uno de los puertos más antiguos e importantes de Francia. Es obra de Prune Nourry. Obras tan desafiantes como esta te las puedes encontrar en cualquier parte. No todo van a ser playas de arena virgen.

La patria de Julio Verne y un viaje a la imaginación

Con esto queremos decir que Nantes es una ciudad que alentará la imaginación infantil. No es casualidad que sea de aquí Julio Verne. Gracias a los manuscritos, libros, ilustraciones, carteles, juegos y objetos que hoy custodia su Museo, frente al Loira, se puede emprender un viaje, desde luego extraordinario, al centro de su universo, linterna mágica incluida. Todo ello en un soberbio edificio del siglo XIX que es un mirador impresionante en lo alto de la colina de Santa Ana, en el barrio de Chantenay.

Los más aventureros, tal vez imbuidos del espíritu del novelista, se lanzarán sin pensarlo a subir los 121 escalones que parten del muelle. Hay incluso una escultura del Verne niño sentado en un banco con el capitán Nemo, seguramente viendo los barcos pasar.

texto alternativo
El castillo de los Duques de Bretaña es una de las joyas de Nantes. FOTO: PEXELS/TBD TRAVELLER.

Del universo verniano hay que ir directamente a las Máquinas de la Isla (o vicerversa), donde rendirse a la fantasía. Un bestiario de máquinas vivientes que salen de la misma factoría donde en tiempos se construyeron los grandes navíos que alimentaron la imaginación del escritor, y hoy también son una invitación indudable a viajar y soñar. En el fondo, un parque de atracciones fabuloso. Una garza de ocho metros de envergadura que sobrevuela la galería con los pasajeros a bordo y demás plantas y animales mecánicos de este imaginario poblado por extrañas criaturas.

A la cabeza siempre, el Gran Elefante, de 12 metros de alto y con capacidad para 50 pasajeros, que incluso sale del hangar y se pasea en un alarde de virtuosismo técnico. Aviso a navegantes, hasta el 29 de agosto, todas las visitas de los viernes a las 18 h están programadas en español.

Del barrio de pescadores al castillo de los duques

Todo esto no nos puede hacer olvidar el jardín botánico, resultado de tres siglos de aventuras, cuando los navegantes volvían de sus viajes con plantas desconocidas que los jardineros cuidaban con esmero, gran parte de ellas cultivadas en invernaderos decimonónicos. Ni, por supuesto, el pintoresco barrio de Trentemoult, el de los pescadores, con sus casas de todos los colores, lleno de flores y deliciosamente extravagante.

texto alternativo
El Passage Pommerage de Nantes es mucho más que una galería comercial. FOTO: LVAN/FRANCK TOMPS.

O, en las antípodas, el legendario castillo de los duques de Bretaña, el último de la famosa ruta del Loira antes de confundirse en el océano, en un barrio medieval en el que aún quedan casas atravesadas de madera con todo el encanto de un casco antiguo prodigiosamente conservado al que, además, no le falta bohemia. El castillo, muy de cuento, fue construido a finales del siglo XV por el duque Francisco II y su hija Ana de Bretaña, quien fue dos veces reina de Francia, y alberga el Museo de Historia. Es el edificio más antiguo de Nantes, junto a la Catedral de San Pedro y San Pablo, de estilo gótico.

Entre sus muros se podrá ver este verano la exposición Hokusai (1760-1849). Obras maestras del Museo Hokusai de Obuse, la mayoría de las cuales nunca habían salido de Japón. Más arte aún. El deleite se prolonga en el Museo de Bellas Artes, que atesora obras desde el siglo XIII a la actualidad. De Courbet, De la Tour, Delacroix, Monet, Picasso, Kandinsky o Kapoor. A los amantes de la arquitectura no se les escapará que aquí hay un ejemplar de la famosa Unité d’Habitation de Le Corbusier (1955), concretamente en Nantes-Rezé.

TURIUM TIPS

La Cigale (4 Place Graslin) es mucho más que una brasserie en la que rendirse ante las ostras o el tartar de ternera cortado a cuchillo, el brunch o los vinos de los mejores viticultores del Loira. Un monumento histórico inaugurado en 1895, obra del arquitecto ceramista Émile Libaudière, por el que pasó André Breton y en el que Jacques Demy rodó su maravillosa película "Lola" en 1961, con Anouk Aimée. Es un canto al modernismo, representado en sus mosaicos.
El Passage Pommeraye, otro imprescindible de Nantes. Una galería comercial de las de antes, levantada por el arquitecto Jean-Baptiste Buron en 1843, con vocación de museo, bendecida por estatuas neoclásicas y con una gran vidriera y escaleras que llaman al cambio de perspectiva. Lo de menos es comprar.
Le Lieu Unique (2 Quai Ferdinand Favre) es, ciertamente, un lugar único. Está en la antigua fábrica de galletas LU y renació, de manos del arquitecto Patrick Bouchain, como centro cultural y animado punto de encuentro. Normal, porque está junto al canal Saint-Félix y tiene bar, terraza, restaurante y actuaciones en directo.
Las riquísimas crepes bretonas, las galettes, hay que probarlas en Heb Ken (5 Rue de Guérande), de trigo sarraceno o ecológico y rellenas de productos locales. Una crepería con paredes azules, bancos de terciopelo y papel pintado de flores que por la tarde se convierte en encantador salón de té.