Este hotel de lujo es el lugar perfecto para disfrutar de las mejores puestas de sol en Mallorca
Desde su infinity pool, sus espectaculares suites y sus exclusivos restaurantes, Jumeirah Mallorca regala atardeceres inolvidables, tratamientos wellness para reconectar y experiencias únicas al borde del Mediterráneo.
En la vertiginosa costa noroeste de Mallorca, donde el Mediterráneo abraza la roca y se alza la majestuosa sierra de Tramuntana, el espectáculo es de los que permanecen en la memoria. Calas sin domesticar, viñedos y terrazas naturales sembradas de olivos y cítricos regalan vistas de infarto y configuran un paisaje que invita al paseo sin rumbo y a la contemplación. Las sensaciones se intensifican con la caída de la tarde, momento en el que el visitante se expone al síndrome de Stendhal que provoca el atardecer en los miradores de Santa Catalina, Sa Foradada y Cap Gros. También resultan imponentes las puestas de sol desde el animado Puerto de Sóller, a pocos minutos del municipio que le da nombre y donde se encuentra uno de los hoteles más exclusivos y célebres de la isla: Jumeirah Mallorca.
Luz y confort a gran escala
Encaramado a un acantilado, en mitad de un bosque de pinos que descienden hasta la orilla del mar, Jumeirah Mallorca concentra la esencia balear. Aquí, desde el check-in, se impone una vida a otro ritmo y se aprecia la apuesta por el lujo en cada detalle. Se nota en el trato del equipo humano, servicio de concierge incluido, y en la calidad de la oferta gastronómica y de bienestar. También, por supuesto, en el mimo con el que se han decorado el lobby, en el que llaman la atención diversas piezas de arte de creadores locales, y las habitaciones, luminosas, sin estridencias, marcadas por las líneas suaves, los materiales nobles, los tonos tierra y la belleza que se observa al otro lado de los balcones y de los ventanales.

Las estancias (121) se distribuyen en 11 edificios conectados entre sí y que conforman un complejo escalonado de silueta imponente y perfectamente integrado en el entorno. Es difícil resistirse al dolce far niente, sobre todo si se reserva una de las dos suites de la línea Signature (las suites Lighthouse y Observatory) o la regia Mar Blau Villa, con piscina privada, terraza asomada tanto a la sierra como al Mediterráneo y acceso directo desde el exterior.

Bienestar absoluto en Talise Spa
El lujo en Jumeirah Mallorca se extiende a la exquisita propuesta wellness de Talise Spa. El centro presume de piscina de hidromasaje al aire libre, circuito termal, hammam, sauna y una completa carta de masajes, tratamientos faciales y corporales personalizados y rituales de belleza. Además, cuenta con un gimnasio abierto 24/7, equipado al milímetro para ponerse a tono y donde se organizan sesiones de yoga y pilates y programas con entrenadores particulares, siempre disponibles para atender consultas en materia fit.
Quienes prefieran ejercitarse en contacto directo con la naturaleza tienen la opción de inscribirse en clases al aire libre de distintas disciplinas, rutas ciclistas por la zona y silenciosos paseos inspirados en la técnica japonesa del shinrinyoku (literalmente, baño de bosque).

Y, para terminar de desconectar, dos opciones con piscina de por medio: la terraza Tramuntana y la infinity pool. La primera resulta ideal para familias y regala una impresionante perspectiva de las montañas, el Puerto de Sóller y el mar. La segunda, en la octava planta y con –una vez más– vistas que casi impiden pestañear, posee una atmósfera más íntima y solo es accesible para adultos.

Gastronomía que emociona
Comer en Jumeirah Mallorca alcanza la categoría de arte, hasta el punto de justificar en sí misma la visita al hotel. En Cap Roig Brasserie se rinde tributo a los vegetales y los productos del mar de proximidad, con dos menús degustación y una carta en la que brillan los arroces y los pescados del día. Estos se preparan al gusto del comensal: a la sal, a la brasa o al josper. El ambiente en el restaurante, asomado a la terraza Tramuntana, es relajado.
Una escalera de caracol conduce hasta Es Fanals, de aire refinado y donde conviven la tradición de la isla y la innovación. Abierto en horario nocturno, propone tres menús en varios pasos y da un toque moderno a tesoros culinarios que son inseparables del ADN balear: la ensaimada, la langosta, el cabracho, las ostras de Sóller, la sobrasada y el cabrito lechal.

Por último, en lo más alto del hotel, Sunset Lounge es el place-to-be para dejar que, cóctel de autor en mano, la tarde se alargue. Tras la deslumbrante puesta del sol, nada como la habilidad de sus cocineros para elaborar causitas, ceviches, tartares y otros tesoros del recetario nikkei.
Experiencias inolvidables
La prueba definitiva de que Jumeirah Mallorca es más que un destino se encuentra en las propuestas que ha diseñado para sus clientes y que hablan de su compromiso con el territorio, las tradiciones y la artesanía: