
Este pueblo de La Rioja huele a pan recién hecho y tiene algunos de los mejores vinos de España
En este pueblo riojano se desayuna con crianza, las higueras perfuman las tardes y los vecinos guardan recetas que merecen un altar. Bienvenido a Briones, donde la buena vida se toma en serio.
Cada vez que alguien menciona La Rioja, surge el mismo debate: ¿Rioja Alta o Rioja Alavesa? La respuesta no importa cuando llegas a Briones. Aquí la vida transcurre a un ritmo auténtico y necesario cuando llega el verano. Mientras otros destinos cambian de cara cada temporada, Briones se mantiene fiel a su esencia: buen vino como en la calle Laurel, calles adoquinadas y el mejor aroma.
La culpa la tienen sus higueras. A finales de verano, todo el pueblo huele dulce y fresco a higo maduro, mezclándose con el aroma del pan recién horneado que escapa de las puertas entreabiertas y con la promesa eterna del vino envejeciendo en barrica.
Vino, pan y callejuelas en Briones
Briones tiene uno de esos cascos históricos que justifican perder el GPS. De hecho, ni se te ocurra usarlo. Si te pierdes entre calles estrechas y fachadas de piedra ocre, aparecerán rincones en los que se ha parado el tiempo. El protagonista absoluto es el vino, cómo no en una zona de enoturismo como es La Rioja. Varias bodegas de renombre, como Vivanco o Betolaza, rodean el pueblo, y no faltan otras pequeñas con producciones limitadas que se guardan como tesoros familiares.
Precisamente, el Museo Vivanco es parada obligatoria, incluso aunque no distingas un tempranillo de un garnacha. No es solo un museo al uso, es más bien una especie de templo interactivo donde aprenderás que el vino es cultura, ciencia, tradición y, por qué no, religión en esta parte del mundo. Su colección de sacacorchos es una rareza divertida y un paseo entre viñedos explica cómo se pasa de la tierra a la copa.

Del Medievo a la mesa
Más allá de los olores y sabores, Briones es un pueblo que conserva orgulloso sus raíces medievales. Su casco antiguo está declarado Conjunto Histórico-Artístico, y no cuesta entender por qué cuando cruzas sus puertas fortificadas o paseas bajo sus balcones de hierro forjado, perfectamente adornados con geranios colorados.
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción preside con autoridad el centro histórico. Construida entre los siglos XVI y XVII, su interior barroco guarda retablos dorados que reflejan un esplendor digno de capital europea. Sube a la torre y tendrás a tus pies un paisaje de postal: el Ebro, viñedos infinitos y, al fondo, las sierras que recuerdan que La Rioja no es solo vino, sino también naturaleza en estado puro.
Si el recorrido histórico te despierta el apetito (y lo hará), tienes suerte, porque en Briones se come muy bien. El restaurante Los Calaos, ubicado en una antigua bodega subterránea del siglo XVII, es uno de esos secretos que uno quiere compartir, pero no demasiado. Allí, bajo bóvedas de piedra que parecen abrazarte, se sirven platos tradicionales reinterpretados con elegancia: alcachofas confitadas, chuletillas al sarmiento o unas pochas que podrían emocionar a más de un chef con estrella Michelin.

Datos interesantes de Briones
Un dato curioso es que, pese a su reducido tamaño, Briones tiene un calendario cultural activo y una tradición artesanal singular: cada junio celebra las Jornadas Medievales, consideradas Fiesta de Interés Turístico Nacional, durante las cuales el pueblo entero retrocede en el tiempo para revivir el esplendor del medievo con recreaciones históricas y representaciones teatrales en plena calle.
Briones también presume de una ubicación ideal para explorar la región, a tan solo 35 kilómetros de Logroño y poco más de una hora en coche desde Bilbao y Vitoria, lo que lo convierte en un destino apetecible tanto para escapadas de fin de semana como para rutas más largas por el norte español.
