De Calblanque a Calnegre: la ruta de senderismo y baño por los rincones costeros más paradisiacos de Murcia
Un rincón de la playa de Calblanque, en Murcia. UNSPLASH/PABLO JIMÉNEZ.

De Calblanque a Calnegre: la ruta de senderismo y baño por los rincones costeros más paradisiacos de Murcia

Imagínate playas de arena dorada, calas recónditas, naturaleza en estado salvaje y toda la paz. Así es la costa murciana más virgen. Prepárate para un baño inolvidable.

Ángeles Castillo | Agosto 9, 2025

La Región de Murcia es, si nos ceñimos a la costa española, la gran desconocida. Y eso que la comunidad ha contado con un embajador turístico de excepción, el tenista Carlos Alcaraz. Pero, más allá de este poderoso reclamo, lo murciano sigue navegando en un mar de tópicos donde naufragan sus múltiples tesoros, tanto en la costa como en los pueblos del interior.

Empezando por Calblanque, que está a espaldas de La Manga y no solo en lo geográfico. El Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila es, a todas luces, una Arcadia. Por su virginidad, por lo ondulado de un terreno que se empeñan en decorar los palmitos o la jara de Cartagena, por sus abruptas calas y por el color dorado tirando a marrón de su fina arena. Poco más de 300 metros de altitud máxima y la panorámica es espectacular.

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Calblanque es un paraíso costero murciano protegidísimo. FOTO: UNSPLASH/PABLO JIMÉNEZ.

En este sinfín de bondades que alegrarán tu verano asoman también sus salinas y, con ellas, los observatorios y miradores para sorprender a cigüeñuelas, garcetas, chorlitejos patinegros o gaviotas de Audouin, además del fartet, un pez en peligro de extinción convertido en símbolo.

Es cierto que en época estival se llena de bañistas deseosos de sumergirse en sus aguas cristalinas y acomodarse a la sombra de sus recoletos abrigos rocosos, una multitud a la que se ha tenido que poner límite en beneficio del privilegiado ecosistema. En especial, por la duna fósil (antiguo fondo del mar), que da cobijo al cardo marino o al lirio de mar y no se puede pisar, pues es frágil y completamente inestable.

De Calblanque a Águilas, dónde bañarte en una costa virgen

Pero también que si uno llega el primero, pensará que acaba de descubrir, sin exagerar, un edén. Sobre todo a la caída del sol cuando el agua se vuelve un espejo y la playa brilla. Resulta curioso que a un paso esté el siempre maltratado mar Menor y ese atropello urbanístico que es La Manga, pese a lo privilegiado de su entorno, una lengua de tierra que se abre paso entre dos mares, el Menor y el mayor, el Mediterráneo.

Sin duda, lo mejor es que Calblanque, a caballo entre el bello Cabo de Palos y la bahía de Portmán (en la minera La Unión), pendiente eternamente de reestructuración, no es la única. Desde aquí y hasta la fronteriza Águilas son muchos los kilómetros de playas sin tocar, colonizados por el esparto, el nardo marítimo y la protegidísima tortuga mora. Ah, también hay margaritas de mar.

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La playa de Puntas de Calnegre. FOTO: MATEO ESTEBAN.

Un paraíso que anticipa el desierto, siempre con sed, pero con el encanto de lo doblemente horizontal. Aquí se ven venir de lejos a las gaviotas y los cormoranes. Habrá que saltar Cartagena, con su efervescente festival La Mar de Músicas, y Mazarrón, tradicional destino de vacaciones, para aterrizar, ya de camino a la privilegiada Águilas, en otro paisaje lunar como el Parque Regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre. Y ya van dos.

Solo que en este punto sí que podremos darnos un homenaje a nosotros mismos y a la gastronomía local en uno de los bares-chiringuitos de Puntas de Calnegre, perteneciente a Lorca. Cuatro casas que nos recuerdan a los clásicos pueblos de pescadores.

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El embarcadero del Hornillo y la isla del Fraile de Águilas. FOTO: UNSPLASH/ALBERTO SOLER.

Y ya la ruta te llevará a través del GR92 (Sendero del Mediterráneo) hasta donde quieras, siempre entre playas de arena o chinarros, alguna que otra higuera, increíbles calas, ramblas de cañizos y acantilados salvajes donde la erosión ha modelado, a veces artísticamente, la arenisca. No es Bolnuevo, en el cercano Mazarrón, pero se le parece. Ahí está Cala Blanca, por ejemplo, que te sorprenderá. Y no, no estás dentro de una película del iraní Abbas Kiarostami aunque lo parezca.

Esto es lo que se ve, porque lo que no se ve -nos referimos a las praderas submarinas- es igualmente un paraíso, este colmado de peces, que verás simplemente con hacer una pequeña e improvisada inmersión. Con suerte incluso avistarás algún delfín e incluso un calderón (cetáceo).

TURIUM TIPS

La hora del buceo. En la cercana Reserva Marina Cabo de Palos-Islas Hormigas podrás bautizarte en esto del buceo ya que es territorio de gran diversidad de fauna y flora. Empresas como Divers Cabo de Palos proponen planes para todos los gustos y niveles.
Senderismo. Las diversas rutas que atraviesan Calblanque te llevarán a recorrer sus dunas y salinas, además de remontarte a su pasado minero. El sendero circular del Cabezo de la Fuente o el del mirador de Punta Negra son dos ejemplos. Más detalles, en el centro de visitantes Las Cobaticas.
Dónde ver la puesta del sol. La primera y la última hora son perfectas para darse un baño en estos 17 km de costa prácticamente virgen, la de Calnegre. Eso sí, tendrás que llevar todo lo que necesites porque hay naturaleza y poco más. Ejemplos: cala Leña o playa de los Hierros (recónditas) y la del Siscal (ambiente familiar).
Dónde alojarte. Las Jordanas es una casa del siglo XIX rehabilitada siguiendo el estilo murciano tradicional y todo un emblema del Calblanque sostenible. Nada que ver con el resort turístico, de ocio y deportivo La Manga Club, en pleno parque y junto al mar. En Calnegre, te espera el camping Playa Parazuelos.
Dónde comer. En Calnegre es mítico el bar Mercedes, donde probar sus calderos o su pulpo con patatas, y también el restaurante El Faro de Puntas, famoso por sus arroces. El chiringuito Parazuelos16 tiene hamacas y cócteles al caer la tarde. Y ya en Águilas, El Sombrerico, con el chef Julio Miralles a la cabeza, es puro deleite.