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De Calblanque a Calnegre: la ruta de senderismo por los rincones más paradisiacos de Murcia

De Calblanque a Calnegre: la ruta de senderismo y baño por los rincones costeros más paradisiacos de Murcia
Imagínate playas de arena dorada, calas recónditas, naturaleza en estado salvaje y toda la paz. Así es la costa murciana más virgen. Prepárate para un baño inolvidable.
La Región de Murcia es, si nos ceñimos a la costa española, la gran desconocida. Y eso que la comunidad ha contado con un embajador turístico de excepción, el tenista Carlos Alcaraz. Pero, más allá de este poderoso reclamo, lo murciano sigue navegando en un mar de tópicos donde naufragan sus múltiples tesoros, tanto en la costa como en los pueblos del interior.
Empezando por Calblanque, que está a espaldas de La Manga y no solo en lo geográfico. El Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila es, a todas luces, una Arcadia. Por su virginidad, por lo ondulado de un terreno que se empeñan en decorar los palmitos o la jara de Cartagena, por sus abruptas calas y por el color dorado tirando a marrón de su fina arena. Poco más de 300 metros de altitud máxima y la panorámica es espectacular.

En este sinfín de bondades que alegrarán tu verano asoman también sus salinas y, con ellas, los observatorios y miradores para sorprender a cigüeñuelas, garcetas, chorlitejos patinegros o gaviotas de Audouin, además del fartet, un pez en peligro de extinción convertido en símbolo.
Es cierto que en época estival se llena de bañistas deseosos de sumergirse en sus aguas cristalinas y acomodarse a la sombra de sus recoletos abrigos rocosos, una multitud a la que se ha tenido que poner límite en beneficio del privilegiado ecosistema. En especial, por la duna fósil (antiguo fondo del mar), que da cobijo al cardo marino o al lirio de mar y no se puede pisar, pues es frágil y completamente inestable.
De Calblanque a Águilas, dónde bañarte en una costa virgen
Pero también que si uno llega el primero, pensará que acaba de descubrir, sin exagerar, un edén. Sobre todo a la caída del sol cuando el agua se vuelve un espejo y la playa brilla. Resulta curioso que a un paso esté el siempre maltratado mar Menor y ese atropello urbanístico que es La Manga, pese a lo privilegiado de su entorno, una lengua de tierra que se abre paso entre dos mares, el Menor y el mayor, el Mediterráneo.
Sin duda, lo mejor es que Calblanque, a caballo entre el bello Cabo de Palos y la bahía de Portmán (en la minera La Unión), pendiente eternamente de reestructuración, no es la única. Desde aquí y hasta la fronteriza Águilas son muchos los kilómetros de playas sin tocar, colonizados por el esparto, el nardo marítimo y la protegidísima tortuga mora. Ah, también hay margaritas de mar.

Un paraíso que anticipa el desierto, siempre con sed, pero con el encanto de lo doblemente horizontal. Aquí se ven venir de lejos a las gaviotas y los cormoranes. Habrá que saltar Cartagena, con su efervescente festival La Mar de Músicas, y Mazarrón, tradicional destino de vacaciones, para aterrizar, ya de camino a la privilegiada Águilas, en otro paisaje lunar como el Parque Regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre. Y ya van dos.
Solo que en este punto sí que podremos darnos un homenaje a nosotros mismos y a la gastronomía local en uno de los bares-chiringuitos de Puntas de Calnegre, perteneciente a Lorca. Cuatro casas que nos recuerdan a los clásicos pueblos de pescadores.

Y ya la ruta te llevará a través del GR92 (Sendero del Mediterráneo) hasta donde quieras, siempre entre playas de arena o chinarros, alguna que otra higuera, increíbles calas, ramblas de cañizos y acantilados salvajes donde la erosión ha modelado, a veces artísticamente, la arenisca. No es Bolnuevo, en el cercano Mazarrón, pero se le parece. Ahí está Cala Blanca, por ejemplo, que te sorprenderá. Y no, no estás dentro de una película del iraní Abbas Kiarostami aunque lo parezca.
Esto es lo que se ve, porque lo que no se ve -nos referimos a las praderas submarinas- es igualmente un paraíso, este colmado de peces, que verás simplemente con hacer una pequeña e improvisada inmersión. Con suerte incluso avistarás algún delfín e incluso un calderón (cetáceo).