Ni Marsella ni Aviñón, el secreto mejor guardado de la Provenza francesa es un pueblo precioso rodeado de viñedos
Cotignac es uno de los pueblos con más encanto de la Provenza francesa. Foto : iStock.

Ni Marsella ni Aviñón, el secreto mejor guardado de la Provenza francesa es un pueblo precioso rodeado de viñedos

Encantador y diminuto, Cotignac es uno de los rincones más bonitos de la Provenza francesa. Te contamos todo lo que hay que ver en este destino en el que hasta la calma tiene otro sabor.

Lucía Lorenzo | Diciembre 3, 2025

A orillas del Mediterráneo, la Provenza francesa deslumbra con sus acantilados con vistas al mar, sus campos de lavanda y sus pintorescos pueblos. Se encuentra al sur, tanto que sus paisajes tienen acento italiano. Y más allá de las grandes ciudades (como Mónaco, Marsella o Cannes, tiene rincones tan bonitos como Cotignac, en el departamento de Var.

No parece real, pues se encuentra a los pies de una enorme roca. Es extensísima (mide 400 metros de largo) y tan alta que parece que toca el cielo. Pero Cotignac existe y es precioso. Por eso ha sido y es destino predilecto para escritores, pintores, fotógrafos y hasta reyes.

Cotignac, el pueblo más bonito de la Provenza francesa

Fue en el año 1660 cuando los pasos de Luis XIV llegaron hasta Cotignac. El Rey Sol llevaba diecisiete años mandando sobre Francia y lo haría durante otros cincuenta y cinco más. Llegó acompañado de su madre, la reina Ana de Austria, pues ambos peregrinaban hasta allí para agradecerle a la Virgen María por el nacimiento de su hijo, Luis. A día de hoy, sigue siendo lugar de peregrinación para la fe católica.

Pero como Santiago o Jerusalén, es mucho más que eso. Y es que más allá de las peticiones, las ofrendas y los milagros, encontramos un precioso pueblo de colores. Lo oculta la roca, sobre todo, pero también las copas de los árboles (plátanos, en su mayoría), que llenan sus calles de verde y las protegen de la insistente caricia del sol.

El tiempo transcurre de forma diferente a los pies del enorme acantilado y a ratos hasta parece que volvemos al medievo, esa época que ya solo vive en los libros y la imaginación. Las terrazas de los restaurantes son las que rompen la ensoñación. Están por todas partes y ya al pasar junto a ellos dan ganas de sentarse, degustar la gastronomía de la Provenza y disfrutar de la dolce vita.

Qué ver en Cotignac

Sería un error limitarse a degustar y no callejear, girando y girando en casa esquina hasta dar con el santuario de Notre-Dame de Grâces. La iglesia, dedicada a la Virgen María, es pequeña, pero regala unas grandiosas vistas del pueblo y, según la leyenda, algún que otro milagro de vez en cuando.

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El interior de Notre-Dame de Grâces. Foto: Sanctuaire Notre-Dame de Grâces.

También merece la pena visitar los siguientes lugares:

Las casas-cueva que fueron habitadas por trogloditas y que se encuentran excavadas en la roca.
a sala de las Maravillas, una cueva de color blanco que es, sin duda, la más bonita del pueblo.
a Torre del Reloj, que fue construida en el siglo XIV y antiguamente servía como puesto de vigilancia.
l mercado provenzal, que se organiza los martes por la mañana, y el mercado de agricultores, que tiene lugar durante los meses de verano. Ambos son los lugares perfectos para comprar tanto el mejor producto local como piezas de artesanía.

#TipTurium

Busca las fuentes. Hay diecisiete en el pueblo, aunque la más bonita es la Fontaine des Quatre Saisons, que muestra representaciones de las cuatro estaciones y, hasta el siglo XIX, forma parte del convento dominico de Aix-en-Provence.

Descubre el mejor hotel de la Provenza francesa

Rodeada de viñedos y jardines rebosantes de olivos, la preciosa villa de Lou Calen se encuentra en perfecta armonía con la naturaleza. Es, más que un hotel, un templo dedicado a la búsqueda de la desconexión más profunda. Desde las clases de yoga al amanecer, hasta la piscina al aire libre con cascada, todo invita a detenerse y descansar.

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El hotel Lou Calen, en Cotignac. Foto: Lou Calen.

Suena raro decirlo, pero la suite más especial es un antiguo palomar restaurado. Pero ya no la sobrevuelan las aves. Ahora solo hay antiquísimas piedras que se amontonan unas sobre otras hasta dar lugar a esta suerte de torre. Dentro, encontramos una escalera de caracol que sube y sube hasta llegar al dormitorio, y se pierde después en una terraza con magníficas vistas del pueblo.

Aunque cuesta elegir, puede que nuestro rincón favorito haya resultado ser la librería de la recepción del hotel. Nos gustan sus libros, por supuesto. Más de 4.000 tanto en francés como en inglés, con una selección muy cuidada de autores locales. Pero, sobre todo, nos gustan sus encuentros literarios, que permiten a huéspedes y curiosos conversar con toda clase de autores.

Cómo llegar a Cotignac

La mejor manera de llegar a Cotignac es por carretera. Se tarda aproximadamente una hora desde Marsella, hasta donde puedes llegar en avión, pues allí se encuentra el aeropuerto de Marseille-Provence.

También puedes llegar desde Niza, aunque tardarás un poco más: entre 1:30 horas y 1:45 horas. Sin embargo, merece la pena, porque la ruta por la costa y luego hacia el interior es realmente preciosa. Otra opción es salir de Cannes, que se encuentra a unos 90 kilómetros y está a una hora y cuarto de distancia.

Si tienes pensado moverte por la Provenza en coche, reserva el vehículo con antelación, especialmente si lo visitas en temporada alta, entre junio y agosto.

TURIUM TIPS

Para comer, elige el restaurante de Lou Calen: Jardin Secret. La cocina sostenible del chef Benoît Witz le ha valido una Estrella Verde Michelin, pues la fruta y la verdura crecen en el mismo restaurante y el resto de los ingredientes provienen de los mercados de la Provenza. Su uso del producto de temporada hace que el menú cambie constantemente, incluso a lo largo del mismo día, por lo que no podemos hacer recomendaciones concretas, salvo esta: disfruta.
Si te gusta la cerveza artesanal, acércate a O’Fadoli: un bar que produce la suya propia y donde podrás disfrutar de deliciosas tapas, cócteles de autor y licores artesanales.
A tan solo una hora de Cotignac se encuentra Valensole, un pueblo famoso por sus campos de lavanda. Merece la pena visitarlo, especialmente, entre junio y julio, pero cualquier momento es bueno para hacer una parada y comprar la mejor miel de lavanda que vas a probar.