Este es el pueblo del norte con los mejores pintxos: es precioso y está en el País Vasco
La Marina, el barrio de pescadores de Hondarribia. Foto : Guerrero de la luz (Pexels)

Este es el pueblo del norte con los mejores pintxos: es precioso y está en el País Vasco

Es indiscutible: Hondarribia es uno de los pueblos más bonitos del norte. Pero la cosa no se queda ahí. Es una mezcla de historia militar, gastronomía de altura, tradición marinera y hoteles con carácter. Te proponemos una escapada con muy buen sabor.

Aleks Gallardo | Diciembre 10, 2025

La mayoría de viajeros llega a Hondarribia atraída por sus fachadas de colores y por ese titular insuperable que promete los mejores pintxos del País Vasco. Sin embargo, basta caminar diez minutos para darse cuenta de que hay mucho más (si es que era necesario). La distribución del casco histórico responde a un trazado militar del siglo XV; la organización del barrio de la Marina es herencia directa de una economía pesquera donde cada oficio tenía su calle; y el auge gastronómico hoy es consecuencia lógica de una tradición culinaria sólida, no de una moda pasajera. El turismo llega, sí, pero entra en un ecosistema que ya funcionaba antes.

A diferencia de otros pueblos costeros, Hondarribia no vive de una postal única. Es uno de los destinos vascos con mayor densidad de proyectos gastronómicos serios por metro cuadrado, con un nivel de profesionalización que sorprende incluso a quienes conocen bien el País Vasco. Y aun así, sigue siendo un lugar perfectamente caminable, con una mezcla de vecinos, pescadores, surfistas, peregrinos del Camino del Norte y hoteles con historia real, no inventada para vender habitaciones.

Del casco amurallado a la Marina: una ciudad dentro de otra

Conviene empezar por arriba. El casco histórico, declarado Conjunto Monumental, está protegido por murallas que, a día de hoy, son las mejor conservadas de todo el País Vasco. La Puerta de Santa María y la Calle Mayor muestran esa capa medieval que se mezcla sin drama con los palacetes del XVI y XVII. El corazón lo ocupa el Parador de Hondarribia, instalado en el Castillo de Carlos V. Dato útil: fue fortaleza defensiva durante siglos, reformada varias veces y convertida en alojamiento en 1968. La atmósfera es sólida: piedra gruesa, techos altísimos, y ese silencio.

Si se baja hacia el mar, el tono cambia por completo. El barrio de la Marina es uno de los conjuntos de arquitectura popular más fotogénicos del norte de España. Las casas de pescadores con balcones de madera pintados en verde, rojo y azul no son un capricho decorativo: cada familia escogía color y lo mantenía para identificar la vivienda desde el puerto. La vida local se organiza aquí alrededor del muelle, de los bares y de una especie de coreografía perfectamente asumida por todos.

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Las montañas de fondo y el mar al frente en Hondarribia. Foto: Expedia

Comer bien en Hondarribia no es una opción, es la norma

Aunque el titular hable de pintxos, lo sensato es combinar barra y mesa. Para entender por qué Hondarribia es referencia gastronómica hay que detenerse en algunos nombres propios.

El más conocido en barra es Gran Sol, una institución de la Marina y uno de los bares de pintxos más premiados del País Vasco. Su energía es la misma desde hace décadas: barra repleta, servicio ágil y pintxos que llevan años ganando concursos. El huevo mollete o el falso sushi son clásicos, pero lo mejor es seguir la pizarra del día.

Si buscas cocina marinera tradicional, La Hermandad de Pescadores es parada obligatoria. Es uno de los restaurantes más antiguos del casco histórico y mantiene intacto su espíritu: sopa de pescado contundente, merluza en salsa verde y producto local. Aquí no se viene a experimentar, sino a comer como se ha hecho siempre en el Cantábrico.

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Casas de colores en La Marina, el barrio de pescadores de Hondarrribia. Foto: Sandivan (Pexels)

Para una experiencia premium, a las afueras, Laia Erretegia trabaja brasas con mucha seriedad en un antiguo caserío. Carnes bien maduradas, pescados al punto y un entorno tranquilo que contrasta con la intensidad de la Marina. Ideal para una cena larga o una comida especial tras subir al faro o a Guadalupe.

Alameda, con una Estrella Michelin desde hace años y una cocina que interpreta la tradición local es ideal para visitar en temporada, el pichón y las verduras de caserío son una apuesta segura.

Con estos cuatro nombres cubres todo el espectro de Hondarribia: la barra creativa, la tradición marinera y el asador contemporáneo con producto impecable. Y aun así, el pueblo tiene margen para más: Abarka, Arraunlari Berri o Ttopara pueden completar un fin de semana gastronómico sin una sola comida floja.

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Pintxos en Gran Sol. Foto: Alexandre Trouve (Unsplash)

Hoteles con carácter en Hondarribia

Uno de los grandes valores de Hondarribia es que no necesitas coche para nada. Y si el plan es alojarse con estilo, hay opciones muy definidas. El ya mencionado Parador de Hondarribia es el más cargado de historia: dormir en una fortaleza del siglo X reformada en tiempos de Carlos V es experiencia suficiente, pero además está en la mejor ubicación del casco. No es un hotel de lujo moderno, pero precisamente por eso funciona. 

Muy cerca, Hotel Jaizkibel encaja mejor con quien busca diseño contemporáneo, espacios amplios y una atención más propia de hotel boutique. Es tranquilo, elegante y práctico.

En La Marina, Hotel Río Bidasoa combina diseño actual con un pequeño jardín, y suele atraer a surfistas y familias que quieren estar cerca de la playa.

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Parador de Hondarribia. Foto: Paradores

Playas, paseos y planes que realmente merecen tiempo

Hondarribia parece pequeño, pero permite pasar tres días sin repetir plan. Estos son los imprescindibles:

Por un ladoa, la playa: un arenal largo, ideal para caminar al amanecer o practicar paddle surf cuando el Bidasoa está tranquilo. Si buscas una experiencia más salvaje, puedes cruzar a Hendaya con el barquito (sale cada 15 minutos) y caminar por las dunas del Domaine d’Abbadia.

Ruta del Faro de Higuer: un paseo sencillo de 45 minutos desde el puerto deportivo hasta el faro, con vistas a la desembocadura del Bidasoa y a las montañas de Lapurdi. Perfecto antes de una comida contundente.

El Monte Jaizkibel: uno de los paisajes más singulares del País Vasco, con formas rocosas erosionadas que parecen sacadas de otro planeta. Subir en coche hasta Guadalupe y caminar por las crestas es un plan excelente si el sol nos regala buen tiempo.

Paseo por Hendaya: sí, técnicamente es Francia, pero la frontera aquí es más formalidad que realidad. Diez minutos de barco y estás en otro país.

Y, por último, el barrio de Portua: cada vez más interesante, con nuevos proyectos gastronómicos apoyados en producto local.

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El casco histórico de Hondarribia. Foto: David Vives (Hondarribia)

TURIUM TIPS

Cruza a Francia en barco: el barquito a Hendaya sale cada 15 minutos: paseo corto, barato y perfecto para combinar playa y gastronomía francesa en el mismo día.
Reserva en Laia Erretegia al atardecer: es cuando mejor se vive el caserío y la brasa. Ideal después de un paseo por Guadalupe o Jaizkibel.
Pasa por Gran Sol antes de la hora punta: a las 12:30 o 19:00 la barra está en su mejor momento: sin caos y con pintxos recién montados.
Quédate en el Parador si quieres historia real: dormir en el Castillo de Carlos V cambia por completo la experiencia del casco antiguo.