Así es Hydra, la isla griega sin coches que ha enamorado a la alta sociedad
Hydra atrae cada año a viajeros de perfil alto que buscan tranquilidad y autenticidad. Foto : Despina Galani (Unsplash)

Así es Hydra, la isla griega sin coches que ha enamorado a la alta sociedad

Una isla donde no hay Uber pero, ¿quién lo quiere teniendo burros? Aquí el tiempo se dilata con sal marina y las vacaciones huelen a yodo, cuero y mármol. Bienvenidos a Hydra, tu nueva isla griega favorita.

Aleks Gallardo | Agosto 6, 2025

En el golfo Sarónico encontramos la isla de Hydra, situada a apenas hora y media en ferry desde El Pireo, el puerto de Atenas. Tiene poco más de 50 km cuadrados, no cuenta con aeropuerto y está protegida por ley contra la expansión urbanística. Su núcleo urbano se organiza en torno a un puerto en forma de herradura, rodeado de casas señoriales del siglo XVIII construidas por armadores que enriquecieron la isla durante el auge naval griego. Hoy, Hydra es uno de los destinos más exclusivos y discretos del país.

Aunque no hay grandes hoteles ni carreteras que la crucen como ocurre en otras maravillosas islas griegas, Hydra atrae cada año a viajeros de perfil alto que buscan tranquilidad, autenticidad y un entorno sin masificar. Su arquitectura neoclásica, su red de senderos costeros y sus calas de agua transparente componen una oferta sencilla, pero poderosa que hace competencia a la mismísima isla de Tinos

Vida lenta, arte y mar

Aunque solo tiene unos 2.000 habitantes permanentes, Hydra esconde una densidad cultural sorprendente. Desde los años 50, cuando Leonard Cohen se instaló en una modesta casa blanca con vistas al mar (antes de ser Leonard Cohen con mayúsculas), la isla se ha convertido en un imán para artistas, escritores y coleccionistas. Hoy en día, galerías como la DESTE Foundation Project Space o la Slaughterhouse Gallery (ubicada en un antiguo matadero) programan exposiciones temporales durante el verano con una frescura que desmiente cualquier idea de aislamiento.

A diferencia de otras islas griegas con un urbanismo más abierto, en Hydra todo está contenido: no hay coches (más allá de una ambulancia y un camión de basura) ni necesidad de ellos. Se camina, se trepa y se navega. Eso, lejos de ser una limitación, favorece una forma de recorrer el lugar con más atención y menos distracción. Desde el puerto, cualquier dirección lleva a un rincón que merece la pena: una iglesia con frescos del siglo XVIII, un mirador con bancos de piedra o una pequeña librería donde encontrar primeras ediciones de poetas griegos traducidos al inglés.

Las casas, en su mayoría mansiones de armadores del siglo XIX reconvertidas en residencias privadas o alojamientos boutique, conservan una estética sobria, de muros gruesos, vigas vistas y patios con limoneros. Es normal pasear por las callejuelas y escuchar el repiqueteo de un piano, o cruzarse con un burro transportando lienzos enrollados.

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Más azul no se puede en Hydra. Foto: Mauricio Muñoz (Unsplash)

Las playas de Hydra no están en Google Maps

A diferencia de otras islas donde las playas compiten entre sí, Hydra se guarda sus mejores rincones para los que están dispuestos a buscarlos. No hay grandes arenales, pero sí calas rocosas de aguas turquesas que parecen piscinas naturales. Algunas se alcanzan tras senderos costeros, como la ruta que lleva a Mandraki o la que sube hacia el monasterio del Profeta Elías, y otras, en barca desde el puerto.

Las más accesibles son Spilia, con sus plataformas de piedra y su bar ideal para aperitivos largos, y Vlychos, más tranquila, a 20 minutos caminando desde el centro. Para una experiencia más exclusiva, se puede reservar en Castello Hydra, un restaurante y beach club escondido en una antigua fortaleza veneciana frente al mar.

Las excursiones en barca son uno de los grandes placeres de la isla. Desde el puerto, pequeños taxis acuáticos te llevan a calas como Bisti o Agios Nikolaos, donde lo único que se oye es el chapoteo del agua. También hay opciones de navegación privada al atardecer, con vino local y bandejas de meze para ver cómo el sol se funde en el mar.

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Los burros sustituyen a ,los coches en Hydra. Foto: Jordan Durzi (Unsplash)

Comer y dormir en Hydra

La cocina en Hydra no pretende reinventar la rueda. Los ingredientes son de proximidad y los platos giran en torno al pescado fresco, los tomates con sabor y el queso feta que aquí sí tiene sentido. Para una cena con vistas y cocina griega contemporánea, Techne es una apuesta segura. Más tradicional (pero igual de encantador) es Xeri Elia Douskos, con patio bajo las parras y música en directo algunas noches.

Para dormir, hay pocas opciones y muy seleccionadas. El Hydra Hotel combina arquitectura tradicional con detalles minimalistas, mientras que Bratsera, una antigua fábrica de esponjas reconvertida en hotel, ofrece un entorno más íntimo y piscina escondida entre buganvillas. También hay casas privadas que se alquilan discretamente, muchas con jardines y terrazas sobre el mar.

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Hydra atrae cada año a viajeros de perfil alto que buscan tranquilidad y autenticidad. Foto: Despina Galani (Unsplash)

TURIUM TIPS

Pasea desde el puerto hasta Vlychos: siguiendo el sendero costero, con paradas para darte un baño en pequeñas calas.
Sube al Monasterio del Profeta Elías: el punto más alto de la isla, con vistas espectaculares y silencio absoluto.
Tómate un ouzo al atardecer en Spilia: el chiringuito más mítico de la isla, con mesas sobre las rocas.
Haz una excursión en taxi acuático a la playa de Agios Nikolaos: solo accesible por mar.