
Ni Como ni Garda, el lago más bonito de Italia es una joya desconocida perfecta para desconectar
En pleno Piamonte, el lago de Orta es el secreto mejor guardado del norte de Italia: sin multitudes, con precios razonables y todo el encanto de otros destinos más famosos.
Si era uno de los lugares favoritos de Italia de Umberto Eco, será por algo. No era el lago di Como, tampoco Garda ni Maggiore. Era el lago de Orta. El autor de El nombre de la rosa, conocido por su visión crítica, lo prefería por encima de los grandes clásicos y había una buena razón. O muchas. Porque lo cierto es que, aun siendo pequeño —apenas 13 kilómetros de largo por 1,5 de ancho—, guarda más belleza, tranquilidad y autenticidad que otros enclaves que hace tiempo cedieron ante la sobreexposición.
Aquí no hay paparazzi esperando a George Clooney ni yates atronadores interrumpiendo el silencio. Tampoco hordas de viajeros intentando hacer la misma foto desde el mismo ángulo para alimentar un algoritmo. Orta es discreto. Es más de embarcaciones pequeñas que surcan el agua sin prisa, de paseos matutinos por callejuelas adoquinadas, de trattorias donde el camarero te atiende con una sonrisa.
Un pueblo precioso junto al lago de Orta
La principal localidad del lago, Orta San Giulio, es todo lo que se espera de un pueblo italiano. Las fachadas lucen colores tierra, las terrazas se llenan de vecinos que leen el periódico con un espresso en la mano y, por las tardes, los niños aún juegan en la plaza principal. En el centro, la Piazza Motta , que sirve de corazón y muelle. Desde ahí, cada cierto tiempo, parte una barca rumbo a la Isla de San Giulio, la gran joya del lago.
La isla es diminuta, pero muy fotogénica. En sus apenas 300 metros de largo se levanta una abadía benedictina, algunos jardines privados y una serie de casas de otro siglo. Se puede dar la vuelta completa caminando en menos de media hora por la llamada Vía del Silencio, donde las únicas voces que se oyen son las de los pájaros y las campanas.

Naturaleza, historia y precios razonables
El lago de Orta pertenece a la región del Piamonte, al noroeste de Italia, justo al oeste del lago Maggiore y a una hora en coche desde Milán o el aeropuerto de Malpensa. A diferencia de otros destinos con fama internacional, los precios aquí no se han disparado. Puedes encontrar alojamientos con vistas por menos de 150 euros la noche.
Hay senderos señalizados que atraviesan bosques de castaños y ascienden hasta miradores con vistas al lago. Uno de los más recomendables es el que lleva al Sacro Monte di Orta, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata de un conjunto de capillas barrocas construidas entre los siglos XVI y XVIII, cada una decorada con esculturas y frescos con escenas de la vida de San Francisco de Asís. Para quienes prefieren el agua, en verano se puede nadar en el lago o alquilar kayaks y tablas de paddle surf.

Gastronomía italiana con vistas espectaculares
Una de las sorpresas más agradables del Lago de Orta es su gastronomía. Al estar en Piamonte, la tradición culinaria es potente: quesos como el toma, risottos, setas de temporada, vinos de la región… Pero también hay una fuerte influencia del propio lago: trucha, perca y lavarello (una especie de pescado blanco) se cocinan al horno, a la parrilla o en escabeche.
Restaurantes como Il Cucchiaio di Legno (a las afueras de Orta San Giulio) o La Motta (en plena plaza) ofrecen menús que combinan la cocina local con un toque contemporáneo. No es raro acabar tomando un aperitivo improvisado bajo un emparrado mientras el propietario te cuenta que las uvas se recogen a mano y se pisan como antes.

¿Para quién es este lago?
El lago de Orta es ideal para parejas que quieren desconectar, para viajeros en solitario que huyen del ruido, o incluso para familias que prefieren un ritmo más pausado y sin estrés logístico. No encontrarás discotecas ni beach clubs de diseño, pero hay atardeceres que tiñen el agua de rojo, iglesias románicas a media luz y jardines escondidos entre cipreses.
