Este es el pueblo medieval más bonito: una joya amurallada y con castillo en la provincia de Castellón
La Organización Mundial del Turismo seleccionó a Morella como uno de los mejores pueblos turísticos del mundo. Su muralla medieval, su castillo y su autenticidad explican el porqué.
En noviembre de 2021, la Organización Mundial del Turismo anunció su lista de Best Tourism Villages. Entre 170 candidaturas de 75 países, solo dos localidades españolas entraron en el selecto grupo: Lekunberri (Navarra) y Morella (Castellón).
Aunque se nos ocurren muchos más como Pastrana, Cudillero o Allariz, el reconocimiento no se basó en un simple criterio estético, sino en un conjunto de factores: conservación del patrimonio, integración del turismo en la vida cotidiana, desarrollo sostenible y autenticidad cultural. Dicho de otro modo, Morella no fue elegida por “bonita” a secas, sino porque su modelo es replicable a nivel internacional.
La elección no sorprende a quienes ya conocen este municipio del Maestrazgo castellonense. Su perfil amurallado, visible desde kilómetros de distancia, funciona como una carta de presentación difícil de olvidar: más de dos kilómetros de muralla, 14 torres defensivas y un castillo que domina el horizonte a más de mil metros de altura.
Una fortaleza reconocible e icónica
El castillo de Morella es el gran emblema del pueblo. Se trata de una fortificación de origen íbero y romano que después pasó por manos islámicas y cristianas. Fue considerado durante siglos uno de los enclaves estratégicos más importantes de la Península Ibérica. Hoy, la subida hasta su cima se recompensa con una vista panorámica de 360 grados sobre el Maestrazgo.
En el interior de la muralla, las calles empedradas se ordenan en pendientes pronunciadas que obligan a caminar con calma. Ese ritmo lento es ideal para observar detalles como los soportales de la plaza, los balcones de madera o las portadas góticas que se conservan en algunas casas señoriales.

Gastronomía y hospitalidad con sello local
La vida cotidiana sigue marcando el pulso del pueblo. En las panaderías aún se hornean flaons —pastas rellenas de requesón y almendra—, y la trufa negra de la zona protagoniza muchos menús de invierno. El Parador de Turismo, ubicado en el antiguo convento de San Francisco, es la opción más conocida de alojamiento, aunque cada vez abundan más los hoteles boutique y casas rurales rehabilitadas con un nivel de detalle que convence al visitante exigente.
Además de la gastronomía, la agenda cultural es igual de apetecible. El Sexenni, que se celebra cada seis años desde 1678, es una fiesta única en Europa: durante diez días, los vecinos decoran las calles con tapices de papel rizado, confeccionados a mano.
El entorno del Maestrazgo
El atractivo de Morella también se entiende por su ubicación. El Maestrazgo es una comarca de contrastes, con inviernos de nieve y veranos intensos. Las rutas de senderismo conectan masías aisladas, barrancos y bosques de carrascas. Para quienes buscan planes más gastronómicos, la temporada de la trufa (diciembre a marzo) se ha consolidado como un reclamo turístico de alto nivel.
A menos de media hora en coche se encuentran pueblos como Forcall o Cinctorres, que mantienen la arquitectura tradicional y un ritmo de vida pausado. La carretera que sube a Morella es en sí misma parte de la experiencia: a cada curva, el perfil fortificado se hace presente.

Reconocimiento internacional con impacto local
La OMT no solo valoró la espectacularidad del pueblo, sino también su capacidad de combinar turismo con sostenibilidad. El programa Best Tourism Villages premia destinos que luchan contra la despoblación rural, promueven la economía local y preservan las tradiciones. En este sentido, Morella se ha convertido en un modelo de referencia dentro de Europa.