Región de Murcia, la luz del Mediterráneo
La catedral de Santa María, en el corazón de Murcia. FOTO : D.R.

Región de Murcia, la luz del Mediterráneo

El sol, el mar y la huerta cincelan el ADN de esta comunidad, que sobresale en la capital y en municipios como Cartagena, Lorca o Caravaca de la Cruz.

Gonzalo Varela | Noviembre 27, 2025

La Región de Murcia es un destino singular, que ofrece al viajero espectaculares paisajes de costa y de interior, que cuenta con un rico patrimonio y un carácter auténtico y hospitalario. Este espíritu marca el día a día en cuatro núcleos urbanos imprescindibles, perfectos para una ruta sin prisa: Murcia, Cartagena, Lorca y Caravaca de la Cruz.

Alma barroca

Murcia es una ciudad que se disfruta a pie. Su casco antiguo, en torno a la plaza del Cardenal Belluga, se despliega como un mosaico de estilos arquitectónicos: el gótico convive con elementos renacentistas, barrocos y neoclásicos en la catedral de Santa María, en cuyo ábside se eleva la capilla de los Vélez, una de las cimas del gótico florido en España. Muy cerca se levantan el Palacio Episcopal y el Real Casino.

El corazón de la ciudad es también un espacio de socialización. La vida se celebra en las calles Trapería y Platería y el tapeo, en las plazas de San Juan y de las Flores, donde hay que probar la gastronomía local: marineras, caballitos, el pastel de carne, los paparajotes… Y acompañarla de vinos con Denominación de Origen de Bullas, Jumilla o Yecla.

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El Teatro Romano de Cartagena. FOTO: D.R.

Un litoral con historia

A poco más de 50 kilómetros, y con uno de los puertos más bellos del Mediterráneo, Cartagena, con más de 3.000 años de historia, es otra de las joyas del viaje. Deslumbra el Teatro Romano, integrado en un museo que desciende de la catedral hasta las gradas originales. Desde aquí, el paseo continúa por la muralla del Mar, el Museo Nacional de Arqueología Subacuática y el castillo de la Concepción. La localidad combina cultura con vida costera. El casco antiguo, renovado pero fiel a su trazado clásico, está moteado de fachadas modernistas y terrazas donde tomar un café asiático típico de esta ciudad. Al lado, playas como la de Cala Cortina (la más urbana), las del Cabo de Palos y las del Parque Regional de Calblanque, las más salvajes, permiten sumergirse en un Mediterráneo casi intacto y con aguas turquesa.

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Interior de la sinagoga de Lorca. FOTO: D.R.

Nobleza y patrimonio

Más hacia el interior, Lorca sorprende con su elegancia. Conocida como la Ciudad del Sol, destaca por su imponente castillo fortaleza. Pasear por el municipio es descubrir un patrimonio rico y silencioso: los palacios barrocos de la calle Corredera, la antigua Colegiata de San Patricio y la Iglesia de San Mateo o el antiguo barrio judío, excavado bajo el castillo. De hecho, si hay un momento ideal para conocerla es la Semana Santa, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, una de las más espectaculares y singulares de España. De su gastronomía destacan, entre otros, el famoso arroz y pavo, sus crespillos y cómo no, la tortada lorquina.

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El Santuario de la Vera Cruz, en Caravaca de la Cruz. FOTO: D.R.

Espiritualidad y naturaleza

El viaje culmina en Caravaca de la Cruz, ciudad que tiene el privilegio de celebrar el Año Jubilar in perpetuum cada siete años, siendo el próximo en 2031. Miles de peregrinos llegan a su Basílica-Santuario de la Vera Cruz, que guarda una reliquia venerada desde el siglo XII.

Entre los tesoros del núcleo urbano destacan el Museo de la Fiesta, que muestra la espectacularidad de los Caballos del Vino, y el de la Vera Cruz, dentro del propio santuario. La cocina clásica, con las migas ruleras y las apreciadas yemas de Caravaca, corona un recorrido que une historia, fe y naturaleza.