
Ni el Camino de Santiago ni el Cañón de Sil, la ruta de senderismo más espectacular de Galicia llega hasta el fin del mundo
Esta ruta de senderismo en Galicia pasa por la salvajemente bella Costa da Morte, y no podía ser más marinera. Entre faros, acantilados, playas y cormoranes. No faltan las historias de naufragios.
Para los romanos era el fin de la tierra, el sacrosanto finis terrae. Y, para nosotros, O Camiño dos Faros, la ruta de senderismo en Galicia que nos lleva por los faros más bonitos de la Costa da Morte, es otro mundo. No todos los días se está en uno de los extremos del planeta, frente a un mar salvaje, un paisaje agreste y un pasado de naufragios. El Cabo Fisterra, o Finisterre, es como los hoteles del Camino de Santiago, un lugar donde llegar y besar el santo.
O Camiño dos Faros, una ruta de senderismo en Galicia
Es fácil caer rendidos en cuestión de segundos ante los encantos de estas marinas, que son como las pintadas de un impresionista nórdico, al estilo de un Zorn o un Thaulow. Más anticipando el invierno que la primavera, muy cerca del otoño y, en cualquier caso, nunca recreándose en el verano. Lo hacemos, indudablemente, como peregrinos, aunque esta vez no compostelanos y con una emoción ebria por la virginal, casi sin tocar, estampa.

Este O Camiño dos Faros es, en realidad, una ruta de senderismo de 200 kilómetros, promovida por la asociación del mismo nombre, que va de Malpica de Bergantiños a Finisterre, al borde del mar y está pensada para recorrer a pie en ocho etapas, a una media de nueve horas, marchando tranquilamente. Así lo han organizado los trasnos, como se hacen llamar los miembros de esta agrupación en honor a las criaturas mágicas de la mitología galaica.
Se puede hacer entera, como se hace su camino hermano, o escoger una o dos, o las que se quieran. Nosotros, por su relevancia, nos hemos quedado con la que pone el punto y final a este recorrido que pasa por todos los faros y los hitos de la Costa da Morte, siempre tirando hacia el oeste.
Lo que nos espera es un entorno cambiante, a veces de dunas, a veces de acantilados, o de bosques, ríos y estuarios. Lo pueblan castros, dólmenes, miradores a un épico mar, villas marineras y aves igualmente acostumbradas al proceloso océano. Hay que subrayar que no es una ruta playera, sino pegadita al mar, por terreno irregular y con desniveles. En su mayor parte, por senderos señalizados, aunque a veces viene a parecerse a una travesía de montaña.
La ruta que va de Nemiña al Cabo Finisterre
Salimos entonces de Nemiña, dejando atrás el Faro Touriñán, que alerta sin descanso de la peligrosidad del Atlántico. Casi 27 kilómetros nos separan de nuestro destino, el Cabo Finisterre. El viaje es largo, pero lleno de aventuras y experiencias, aunque no vayamos a Ítaca ni esto sea un poema de Cavafis.
Ya solo el comienzo es majestuoso, con la Praia Nemiña, paraíso del surf y de la pesca, sobre todo de las alabadísimas lubinas. Desplegando todo su arenal, fabuloso con la marea baja, y marcando el camino, entre gaviotas y cormoranes, hasta la desembocadura de la Ría de Lires, la más pequeña de Galicia. Bendito paraíso ornitológico.

Río arriba, esta ruta de senderismo en Galicia nos lleva a cruzar el puente de Vaosilveiro, atravesar el bello pueblo de Lires, con sus hórreos y todo su tipismo, y dar con la playa que lleva su nombre. Aquí, además de cruzarnos con el Camino de Santiago, la cosa se empieza a poner difícil por un camino que asciende hacia los acantilados de Punta Besugueira y de la Mexadoira, que caen en vertical. Basta mirar para saber cuál es la recompensa.
Vistas impresionantes y la playa más occidental de Galicia
A continuación viene la Praia do Rostro y, tras ella, la Punta do Rostro, donde gozar de más vistas impresionantes, sumándose la Punta do Castelo. Es el momento de hacer parada y fonda. Asimismo de visitar los restos del Castro de Castromiñán, que nos transporta al mundo celta y del que apenas quedan los muros exteriores.
Pronto toca cruzar una de las mejores playas de Galicia, la solitaria Praia Arnela, la más occidental de Galicia, hermosa por demás y con dunas, pero peligrosa para el baño. Desde ella, dicho sea de paso, comienza la subida por los acantilados más altos de la ruta, en pleno Cabo da Nave. Todo es de vértigo, muy de cabras, que se ven brincar. Solo queda afrontar con entusiasmo y energía el tramo final.

Como dicen desde la Asociación O Camiño dos Faros, es la última bajada, la última playa, el último monte y el último faro. Es decir, la Praia Mar de Fora, de nuevo, mar abierto; el Camiño da Insua, encajonado entre rocas, y el Monte Facho, un lugar de leyenda asociado al culto al sol y a los ritos de fecundidad. Es más, antes de construirse el faro, en este lugar se encendían hogueras para guiar a los barcos.
El ascenso es continuo por la parte oeste del Cabo hasta ganarse las primeras imágenes del Faro Fisterra y conquistarlo. Por un camino natural, que no es el del común de los mortales, para acabar confluyendo con los que alargan hasta este estratégico enclave el Camino de Santiago. Hay panorámicas espectaculares sobre la Ría de Corcubión y la Costa de Carnota. Fin de ruta, fin de la tierra (para los romanos). Pero todo es mar.