NO TE PIERDAS
Este es el restaurante favorito de los vascos: está en Donostia, escondido en el interior de un convento

Este es el pueblo más fotogénico de Cinque Terre: una postal de aguas azules en la Riviera italiana
Si buscas un rincón auténtico de Cinque Terre, Vernazza es la respuesta. Este pueblo marinero mantiene su esencia intacta con su puerto, sus casas de colores, sus escaleras infinitas y su belleza casi irreal.
Si te gusta la estética de las películas de Wes Anderson, Vernazza te va a encantar por muchos motivos. Entre ellos, sus casas de colores pastel, que parecen haber sido dibujadas con una paleta de acuarelas, las pequeñas barcas de colores ancladas en el puerto, y esa luz dorada que baña todo el paisaje haciendo que cada esquina sea digna de una fotografía de portada.
Mientras que otros pueblos de Cinque Terre o la Costa Amalfitana han ganado notoriedad por ser destinos turísticos masivos, Vernazza intenta mantener ese carácter de rincón tranquilo que parece desafiar la lógica del tiempo. No es que sea un secreto bien guardado, pero la magia aquí reside en su capacidad para seguir siendo auténtico, acogedor y pintoresco.
Un detalle curioso: cuando el escritor E.M. Forster visitó la región, quedó tan cautivado que utilizó estos paisajes como inspiración para su famosa novela A room with a view. Aunque no mencionó directamente a Vernazza, es difícil no imaginar que alguno de esos personajes podría haber caminado por sus callejones estrechos. La mezcla entre la belleza natural que la rodea y la vida cotidiana hace que Vernazza se sienta como algo más que un destino turístico.
Vernazza, encanto en cada rincón
En el corazón de Cinque Terre, Vernazza es el más pequeño de los cinco pueblos que componen esta icónica costa italiana, pero no te equivoques, lo que le falta en tamaño, lo compensa con creces en carácter. Un vistazo rápido desde el famoso mirador, conocido como el Santuario di Nostra Signora di Reggio, te deja sin aliento. Aquí es donde te das cuenta de que Vernazza no es solo una parada más en un itinerario por la costa ligur, es una obra maestra viva.
Al caminar por sus estrechas calles adoquinadas, rodeado de casas que parecen apiladas unas sobre otras, encontrarás pequeñas tiendas de piezas artesanales y terrazas de cafés familiares que invitan a detenerse y simplemente disfrutar del presente, lejos del ritmo frenético de la vida moderna. Además, el aroma del pesto, el marisco fresco y el vino local te hace cuestionar si realmente necesitas algo más que este paraíso para sentirte completo.

Un puerto lleno de vida
El puerto de Vernazza es la joya de la corona. A diferencia de otras localidades de Cinque Terre que se han transformado en imanes turísticos, aquí la vida sigue girando en torno a las actividades cotidianas de los locales. Por la mañana, es común ver a los pescadores regresar con su botín, descargando con calma las redes llenas de anchoas frescas, uno de los manjares locales. Verlos trabajar es un recordatorio de que Vernazza sigue siendo un pueblo donde el mar no solo decora el paisaje, sino que es parte fundamental de su vida.
Al borde del puerto, la iglesia de Santa Margherita d'Antiochia, con su campanario inconfundible, se asoma al agua como una fiel guardiana. Esta iglesia convive en armonía con esas casas de colores que saludan desde tierra.

Las casas de colores de Vernazza
Las casas multicolores siempre llaman la atención, como ocurre en estos pueblos españoles. Pero esas tonalidades que hoy decoran las postales de Cinque Terre no solo tienen un fin estético: tradicionalmente, los pescadores pintaban sus hogares de colores llamativos para poder reconocerlos fácilmente al volver del mar.
Además de por su atractivo cromátco, Vernazza es famoso por sus callejones empinados y, sobre todo, por sus innumerables escaleras. Debido a su ubicación en una ladera, muchos de los callejones no tienen calles, sino escaleras, lo que da una sensación laberíntica. Para quienes disfrutan explorar, perderse en estos recovecos es parte de la experiencia.
Estamos ante un destino que merece ser respetado y cuidado. Como en muchos lugares de belleza natural única, el equilibrio entre turismo y conservación es delicado. Los visitantes son bienvenidos, pero se les anima a disfrutar del lugar de manera responsable, cuidando de no dejar huella más allá de las fotos y los recuerdos. Vernazza es, después de todo, una comunidad viva, no un museo al aire libre.
