Ni Lucca ni San Gimignano, el secreto mejor guardado de la Toscana es esta ciudad fundada por los etruscos
Volterra está en la Toscana y es la antigua Velatri de los etruscos. FOTO : PEXELS/ALBERTO BRUNELLO.

Ni Lucca ni San Gimignano, el secreto mejor guardado de la Toscana es esta ciudad fundada por los etruscos

No hay que ir a Florencia para experimentar el síndrome de Stendhal. También Volterra, la fascinante ciudad de los etruscos, arrebata por su excesiva belleza.

Ángeles Castillo | Octubre 28, 2025

La desconocida Volterra no solo es una bella ciudad amurallada en la Toscana, en la provincia de Pisa. Es también el lugar donde poder saldar una deuda histórica con los etruscos. Un pueblo sepultado en el olvido que habitó ya en el siglo VIII a.C. estas tierras, Etruria, que se extendía también por el Lacio y la Umbría. Pero no solo es etrusca y, por tanto, Velatri. También es romana, Volaterrae, medieval y muy renacentista. Salta a la vista.

Se alza entre los valles del Era y del Cecina sobre una colina coronada por el doble círculo de murallas que cierra su ciudadela. Dentro, lo que se vive es un fascinante viaje al pasado entre innumerables casas con torre, iglesias y palacios. Sin que su refinada elegancia renacentista desdibuje lo medieval del conjunto, realzado por el alabastro, tesoro de la artesanía italiana desde tiempos de los etruscos, con su propio museo en la casa-torre medieval Minucci.

Un museo con 600 urnas funerarias

Más allá de su soberbio conjunto histórico-artístico, con toda su belleza al aire, alberga un museo que es destino obligado para los amantes del arte antiguo. Nos referimos al Museo Etrusco Guarnacci, en el Palazzo Desideri Tangassi, uno de los museos públicos más antiguos del mundo. Exactamente, de 1761, cuando el noble abad Mario Guarnacci, un erudito con una biblioteca de más de 50.000 volúmenes, donó su amplísimo patrimonio a la ciudad de Volterra.

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Una de las puertas de la muralla etrusca de Volterra. FOTO: WIKIMEDIA/SAILKO.

Este museo alberga la mayor parte del material procedente de las excavaciones de Volterra y alrededores. Un total de 600 urnas funerarias etruscas, muy comunes entre los siglos IV y I a.C., hechas de terracota, piedra y alabastro. Sobresaliendo la Urna degli Sposi, que representa a dos esposos ancianos tumbados dispuestos para el banquete, y la Ombra della Sera, una estatua votiva en bronce a la que el poeta D'Annunzio bautizó así por parecerse a la sombra que proyectan las figuras con la puesta del sol. Es un antecedente claro de las esculturas de Giacometti, quien vio la exposición sobre arte y civilización de los etruscos de 1955 en el Louvre.

Un teatro romano y unas murallas medievales

Es increíble, pero las murallas etruscas conservan aún seis puertas, entre las que destaca la Porta dell'Arco (IV-III a.C.), un auténtico ingenio con techo abovedado que da acceso a la ciudad por el sur; la Porta San Francesco, con restos de sus primitivos frescos, o la Florentina, por el norte, que sustituyó a la Diana y ostenta el escudo de los Médici. Cerca de las murallas medievales, en el área arqueológica de Vallebuona, sorprende un impresionante teatro romano del siglo I a.C. No lejos de la acrópolis etrusca de Piano di Castello, con ruinas de templos que estuvieron en funcionamiento entre los siglos VII y III a.C.

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El teatro romano de Volterra. FOTO: TURISMO TOSCANA.

Pero donde late el pasado y el presente de esta ciudad es en la Piazza dei Priori, todo un despliegue arquitectónico con el Palazzo dei Priori (1293) a la cabeza. Uno de los palacios municipales más antiguos y bonitos de la Toscana, con una torre que ofrece unas vistas espectaculares, que hay que ganarse subiendo los consabidos escalones y salvando el miedo a las alturas. Símbolo, sin duda, del poder de Volterra en la Edad Media, casi un castillo y una joya de valor incalculable. Por fuera y por dentro, con magníficos frescos del XIV. A su lado, el Palazzo Pretorio (1208), conocido también como Torre del Porcellino, por la figura de un cerdo sobre su torre.

El Duomo y el Baptisterio, dos joyas policromadas

Ya entre estos muros se distinguen las franjas blancas y negras del Duomo, en la Piazza San Giovanni, una obra maestra del románico (1120), ante la que cualquier alabanza se queda corta. Por sus tres naves divididas por columnas estucadas con capiteles, su artesonado dorado o, entre otras muchas maravillas, la Capilla Madonna Addolorata, que atesora una Natividad y una Adoración del siglo XV en terracota pintada, obras atribuidas al taller del escultor y ceramista florentino Andrea Della Robbia.

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La Piazza dei Priori es el corazón de esta ciudad toscana. FOTO: TURISMO VOLTERRA

Para colmo, el Baptisterio (989), frente a la catedral, también presenta su juego de alternancias en mármol blanco y negro en la fachada, además de un portal del siglo XIII. Una solemne austeridad que se prolonga en su interior, donde los ojos se van al altar y la pila bautismal. Estando aquí se entiende mejor el síndrome de Stendhal, incluso sin pasar por Florencia, la capital de la Toscana.

Y eso sin nombrar todavía a los Médici, que también tienen su fortaleza, la Fortezza Medicea, que domina Volterra y define su perfil. Construida justo después de que la poderosa Florencia, precisamente, conquistara la ciudad. Consta de dos fuertes, la Rocca Antica y la Rocca Nuova, unidos por una doble muralla y un camino de ronda. Con todo lo dicho, aún queda mucho para ver. Pero no hay que dejarse la Pinacoteca y Museo Cívico, que tiene su sede, cómo no, en un palazzo, el Minucci, con obras de Ghirlandaio, en cuyo taller dio sus primeros pasos Miguel Ángel.

TURIUM TIPS

Dónde dormir. Il Palagetto es una casa rural típica de la Toscana, o sea, entre colinas y cipreses, y con Volterra y San Gimignano en su horizonte. Tiene 23 habitaciones (desde 93 euros) y un restaurante donde probar la comida típica.
Dónde comer. A un paso del Museo Guarnacci, el restaurante La Vecchia Lira sirve los platos de la tierra. Crostini misti della tradizione o tagliatelle di seppia cotta a bassa temperatura con salsa di pomodoro fresco. En italiano apetece todavía más.
Dos joyas gastro. Imprescindible el Pecorino delle Balze Volterrane DOP, un queso de leche cruda con cuajo vegetal, de cardo silvestre o alcachofa. Y la trufa, gran protagonista de esta gastronomía.
En los alrededores. Se pueden seguir las huellas de los etruscos en Populonia, que fue puerto de Volterra, a unos 80 km de distancia. Las célebres Tarquinia y Cerveteri, ya en el Lacio, quedan más lejos de aquí, pero más cerca de Roma.