Los mejores regalos inspirados en el mundo del viaje para los que viven entre vuelo y vuelo
Para quienes coleccionan millas, sellos y aeropuertos más que rutinas, reunimos una selección de regalos que celebran el viaje con mayúsculas: libros-joya, experiencias irrepetibles y objetos que ya son iconos.
En los últimos años, el número de viajeros frecuentes se ha duplicado, según cifras de la IATA. Ya no se trata solo de ejecutivos con agenda global: ahora la categoría incluye a creativos que saltan de una feria de diseño a otra, a foodies que viajan probar nuevos platos, a nómadas digitales con muchos boarding passes y a una generación que organiza su año según aperturas de hoteles, rutas ferroviarias míticas o festivales culturales. Y cuando llega el momento de hacer regalos para viajeros, acertar exige entender ese ritmo, esa liturgia, esa forma de vivir entre terminales.
Esa nueva tribu viajera tiene algo en común: prefiere objetos y experiencias que añadan capas de sentido a su mapa personal, como encontrar los mejores balnearios. No buscan souvenirs ni gadgets "de aeropuerto", sino piezas con historia, libros que amplían la mirada, estancias que se convierten en hitos, y detalles que acompañan kilómetros. Precisamente por eso, esta guía reúne propuestas que hablan de cultura, diseño, aventura y del tipo de descubrimientos que continúan incluso cuando la maleta ya está deshecha.
Libros para viajar cuando no estás viajando
En el universo del viajero de lujo, un buen libro es un pasaporte gráfico. Y el primero de la lista es La Mamounia by Assouline, una edición que funciona como una inmersión sensorial en uno de los grandes iconos de Marrakech.
La obra combina relatos e imágenes que reconstruyen un siglo de historias, huéspedes legendarios y un estilo de vida que ha convertido al hotel en una institución cultural. No es un coffee table book cualquiera: es una ventana a un palacio cuya relación con la ciudad es casi simbiótica.

La serie de libros de Belmond y Assouline continúa esa misma idea de viaje profundo. El volumen dedicado al Splendido de Portofino aterriza en un momento clave para el hotel, tras su renovación más ambiciosa en décadas. El resultado es un retrato del Mediterráneo sofisticado, con fotografías de archivo y material nuevo encargado a fotógrafos de culto.
Al otro lado del mapa, Perú: An Odyssey Across a Time-Honoured Land recorre los paisajes andinos, los hoteles del grupo y sus trenes icónicos, justo cuando Belmond celebra 25 años en el país.

La colección editorial del grupo suma otro eje imprescindible: los libros de cocina en colaboración con Apartamento, que entienden la gastronomía como relato del territorio. El más reciente, dedicado a El Bajío mexicano, reúne recetas, fotografías, voces locales y miradas contemporáneas a una región que vive un momento culinario excepcional.
Y para los amantes de la fotografía, los títulos de la serie “As Seen By” con RVB Books reinterpretan destinos Belmond a través de autores como Coco Capitán o Jeano Edwards. Son libros que desmontan lugares y los reconstruyen desde un punto de vista completamente autoral.
Regalar uno de estos volúmenes es como entregar una invitación simbólica al próximo destino.

Escapadas que se regalan (y se viven)
No todo viajero quiere un objeto. Algunos prefieren sumar experiencias, y pocas son tan codiciadas como una estancia en La Residencia, A Belmond Hotel, Mallorca. Su tarjeta regalo es de esas que se entregan con cuidado, porque implica regalar días de calma entre jardines mediterráneos, caminatas por Deià y desayunos con vistas que convierten cualquier estancia en un recuerdo de los que no se quieren borrar. Es un regalo que no caduca, porque tiene esa cualidad emocional de los lugares que son refugio más que destino.
Para quienes buscan algo aún más exclusivo, las experiencias “Live Like a Legend” 2025 de Preferred Hotels & Resorts elevan el concepto “regalar un viaje” a un nivel prácticamente cinematográfico. Se trata de seis propuestas a medida que van desde tener acceso íntimo a la Semana de la Moda de Milán desde el Armani Hotel Milano —incluyendo una estancia en su suite presidencial y un proceso de confección a medida en el taller de la firma— hasta un retiro caribeño en una finca privada de Isla Moskito, propiedad de Sir Richard Branson, con capacidad para 22 personas.

El programa también ofrece una incursión invernal en un rancho de 12.000 hectáreas en Wyoming, escapadas tropicales en Phuket con cruceros privados, experiencias deportivas con acceso VIP en Houston o un Mardi Gras neoyorquino elevado a su máxima expresión. En un momento en que los estudios señalan que más del 61 % de los viajeros de lujo buscan momentos vitales únicos por encima de cualquier otro tipo de consumo, esta colección encaja directamente con la nueva definición de lujo: vivencias irrepetibles.

Iconos del viaje: objetos que hacen camino
Si hay un objeto que simboliza el viaje moderno es una maleta Rimowa. Su historia comienza en 1898, con una pequeña fábrica de equipaje en Colonia. Pero su revolución llegó en los años 30, cuando la firma creó la primera maleta de aluminio del mundo: ligera, resistente y con un diseño estriado que se convertiría en su seña de identidad. Esa estética ha trascendido generaciones, modas, aerolíneas y turbulencias. Una Rimowa no se compra: se incorpora a la vida del viajero.
Para equilibrar tanta tecnología aeroportuaria, un detalle más íntimo: la libreta Smythson “Travels & Experiences”, encuadernada en piel, diseñada para los que viajan con la misma curiosidad con la que escriben: un compañero de viajes para anotar rutas, pensamientos, listas de libros por leer o restaurantes por visitar. Incluso en tiempos de apps y geolocalización, el papel sigue teniendo ese algo especial.

La experiencia por excelencia: un trayecto en tren de lujo
Un regalo pensado para quienes entienden que viajar no es desplazarse, sino dejarse llevar. Y si hablamos de trayectos míticos, pocos superan el del Venice Simplon-Orient-Express. Este tren, restaurado con vagones originales de los años 20 y 30, mantiene viva la tradición del viaje pausado, con cenas de etiqueta, cabinas art déco y un trayecto que atraviesa Europa.
Además de su ruta clásica entre París y Venecia, el tren ha recuperado itinerarios hacia Florencia, Roma, Bruselas o Ámsterdam. Viajar en él es el regalo perfecto, pues combina desconexión e historia. Algo que no se puede replicar en ningún otro medio de transporte.
