
Las piscinas naturales más espectaculares de Portugal están en Madeira: pozas de roca volcánica junto al Atlántico
Formadas por erupciones volcánicas y esculpidas por el océano, las piscinas naturales de Porto Moniz te regalarán un baño insólito entre roca negra, espuma atlántica y sol casi todo el año.
Las piscinas naturales de Porto Moniz, en el extremo noroeste de Madeira, tienen todo lo que buscas si buscas una visita diferente a Portugal: roca volcánica, agua salada, acceso fácil y baño garantizado casi todo el año. Son el mejor ejemplo de cómo la geología puede convertirse en infraestructura sin grandes intervenciones. Lo que antes fue lava ardiente hoy es uno de los lugares más singulares para nadar en la isla.
Es otro de los muchos destinos bonitos de Portugal, pero esta vez en versión isla. Estas piscinas son una de las postales geológicas más espectaculares del Atlántico europeo. La lava solidificada tras sucesivas erupciones formó pozas irregulares que, con el tiempo y la mano humana justa, se convirtieron en piscinas abiertas al océano. No son artificiales, pero están adaptadas: tienen escaleras, zonas pavimentadas y servicio de socorrismo. Entre baño y baño, se siente algo entre aventura y spa rural.
Cómo llegar hasta estas piscinas naturales de Madeira
Porto Moniz se encuentra a unos 50 kilómetros de Funchal, la capital de Madeira. En coche se tarda aproximadamente una hora por una carretera sinuosa que atraviesa montañas, acantilados y bosques de laurisilva. Aunque el acceso por transporte público es posible (con autobuses que salen desde Funchal), lo más recomendable es alquilar coche para disfrutar del recorrido con libertad. La carretera —especialmente la antigua vía costera— es un espectáculo en sí misma.
Una vez en el pueblo, todo está al alcance de un paseo: las piscinas, el puerto, los restaurantes, el pequeño acuario y el mirador de Santa. Pero el foco está claro: las piscinas naturales. Hay dos zonas diferenciadas. La más conocida es el complejo de piscinas naturales de Porto Moniz, con acceso de pago (unos 3 €), duchas, vestuarios y zonas de solárium. La otra, más salvaje, es la zona libre de piscinas volcánicas, al lado, sin instalaciones pero con mucho encanto.
Ambas funcionan como peceras abiertas al mar. La marea entra, se filtra entre las rocas y renueva el agua constantemente. El resultado es una experiencia distinta de cualquier piscina natural convencional: el mar sigue presente, pero sin el oleaje directo. El agua es salada, clara y más templada de lo que esperas, especialmente en verano y otoño, cuando el clima de Madeira es perfecto.

Bañarse entre lava negra y espuma atlántica
Nadar en Porto Moniz es una mezcla de sensaciones. Las rocas volcánicas, negras y dentadas, contrastan con el azul del mar. No hay arena, pero sí plataformas naturales para tumbarse al sol. El oleaje del Atlántico golpea los bordes exteriores con fuerza, mientras dentro reina una calma contenida, salpicada por chorros ocasionales que se cuelan por las fisuras.
La piscina principal tiene zonas más profundas y otras donde apenas cubre. Se puede entrar por escaleras metálicas o directamente desde la roca, como hacen los locales. El agua suele estar limpia y clara, aunque dependiendo de la época y la marea, puede cambiar ligeramente el color o la temperatura. En días de mucho oleaje, el complejo puede cerrar temporalmente por seguridad, así que conviene comprobar antes de ir.
La zona libre, por su parte, ofrece una experiencia más auténtica: sin barandillas, sin pavimento, pero con mucho carácter. Allí uno se sienta en una roca, se lanza al agua y siente el vaivén más auténtico del mar.

Qué más hacer en Porto Moniz
Aunque las piscinas son el reclamo, el pueblo merece algo más que una tarde. Desde el mirador de Santa se obtienen vistas espectaculares de toda la costa norte. También es recomendable visitar el Acuario de Madeira, instalado en un antiguo fuerte del siglo XVIII, o caminar por la zona del puerto.
Los alrededores de Porto Moniz también están llenos de posibilidades. Muy cerca se encuentra el bosque de laurisilva, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, ideal para hacer rutas de senderismo por antiguas levadas (canales de riego tradicionales). Una de las más conocidas es la Levada do Moinho, que parte desde el cercano pueblo de Achadas da Cruz.
Otro plan interesante es subir en teleférico hasta la Fajã da Quebrada Nova, una franja agrícola junto al mar aislada entre acantilados, donde aún viven algunos agricultores y donde el tiempo se ha detenido. El trayecto en teleférico es corto, pero impresionante.
