El mercado de flores más espectacular de Europa tiene más de 150 años y flota sobre un canal precioso
El Bloemenmarkt comenzó a operar en 1862. Foto : istock.

El mercado de flores más espectacular de Europa tiene más de 150 años y flota sobre un canal precioso

Tulipanes de todos los colores y un perfume inolvidable a orillas del canal: así es el Bloemenmarkt de Ámsterdam, el único mercado flotante de flores del mundo.

Aleks Gallardo | Junio 6, 2025

Si los holandeses pudieran patentar la primavera, probablemente lo harían. Y no por codicia, sino por precisión técnica: saben cultivarla, exhibirla y venderla como si fuera una obra de ingeniería floral, como ocurre en el precioso pueblo de Giethoorn. En Ámsterdam, esta destreza se traduce en una rareza: el Bloemenmarkt, el único mercado flotante de flores del planeta, montado sobre una hilera de barcazas ancladas al canal Singel desde hace casi 160 años.

Los puestos están montados sobre plataformas flotantes, una solución práctica que responde a la tradición mercantil holandesa: si durante siglos se vendieron mantequilla, quesos y arenques desde embarcaciones, ¿por qué no también ramos de narcisos o bulbos de jacintos? El resultado es un mercado insólito, pintoresco, un poco kitsch a veces, pero absolutamente irresistible, sobre todo si uno llega con la nariz despierta.

Entre barcos y bulbos

El Bloemenmarkt comenzó a operar en 1862, cuando los floristas llegaban cada mañana en barco desde las afueras de la ciudad para vender sus productos directamente desde la cubierta. Aunque hoy las barcazas ya no navegan y buena parte de la mercancía llega en camión, la esencia sigue ahí: el canal, los colores, el aroma dulzón, la mezcla de tradición y postal.

Ubicado entre Koningsplein y Muntplein, en pleno centro histórico, este mercado ofrece mucho más que tulipanes. Hay orquídeas, dalias, lirios, cactus en miniatura y plantas carnívoras salidas de un cómic underground. También se venden bulbos envasados listos para pasar por aduana, souvenirs (algunos terribles, otros encantadores) y semillas para iniciarse en el noble arte de la jardinería.

Una de las cosas que sorprende es la convivencia entre lo local y lo turístico. Aunque muchos puestos están claramente pensados para viajeros, algunos aún funcionan como verdaderas floristerías, donde los vecinos compran sus flores de temporada o los trabajadores de oficina encargan un ramo exprés para una cita de última hora. 

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Los tulipanes, cómo no, son los protagonistas en Bloemenmarkt. Foto: Unsplash.

Cuando florecer es resistir

Ámsterdam es una ciudad que ha hecho de la relación con el agua una cuestión de identidad. El Bloemenmarkt es solo una pieza más de ese puzle, pero una especialmente simbólica. En un país donde el 26% del territorio está por debajo del nivel del mar, levantar un mercado flotante no parece tan extravagante como, por ejemplo, instalar molinos para drenar tierras o convertir diques en autopistas. Al contrario, es casi lógico.

El mercado ha sobrevivido a incendios, inviernos gélidos, y al turismo masivo, aunque este último le ha planteado desafíos considerables. En los últimos años, algunas voces locales han criticado su transformación en una suerte de parque temático floral. Es cierto que el merchandising de tulipanes de madera y los imanes chillones han ganado terreno, pero también lo es que el mercado sigue teniendo encanto, especialmente si uno madruga y lo recorre con el primer café del día en la mano.

Porque sí, hay una hora ideal para visitarlo: entre las 9 y las 10 de la mañana, cuando la luz dorada del canal acaricia los cristales de los invernaderos flotantes y el murmullo de la ciudad aún no ha subido el volumen. 

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El mercado Bloemenmarkt desde el canal. Foto: Pixabay

Más allá del tulipán

Aunque la flor nacional de los Países Bajos es el tulipán, conviene recordar que su historia es más turca que neerlandesa. Llegó desde Estambul en el siglo XVI, fue símbolo de estatus durante la famosa Tulipomanía (una burbuja especulativa que haría palidecer a cualquier criptobros actual) y acabó por echar raíces en los campos holandeses gracias a su resistencia y a una logística de cultivo muy bien pensada.

En el Bloemenmarkt se rinde homenaje a esa historia, aunque sea de manera informal. Hay paneles con información, catálogos multilingües y conversaciones entre tenderos y turistas que, si uno presta atención, acaban siendo pequeñas clases de botánica aplicada. Y lo mejor: los bulbos que se venden aquí, especialmente los certificados, pueden convertirse en recuerdos vivos. No hay souvenir más elegante que una maceta florecida con algo que viste en el canal Singel.

Antes de marcharse, conviene echar un vistazo a las fachadas frente al mercado: estrechas, coloridas y con esas ganchos en el tejado diseñados para subir muebles por la ventana. 

Y si te apetece seguir el recorrido floral, puedes rematar la jornada en el Hortus Botanicus (uno de los jardines botánicos más antiguos del mundo), o escaparte a Keukenhof si es primavera. Pero si solo tienes una mañana, quédate con esto: en Ámsterdam, hasta las flores saben flotar.

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Flores en Bloemenmarkt. Foto: Unsplash.

TURIUM TIPS

Ve pronto: antes de las 10:00 el mercado está más tranquilo y huele mejor.
No compres el primer bulbo que veas: compara precios y asegúrate de que están certificados para exportación si vas a llevarlos fuera de la UE.
Combina la visita con un paseo por las tiendas de libros antiguos del canal Singel: algunas son verdaderas joyas.
Mira hacia arriba: las fachadas frente al mercado son ejemplos únicos de arquitectura urbana holandesa.