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Es uno de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha: una joya declarada Monumento Histórico-Artístico con edificios barrocos y renacentistas
En el sur de la provincia de Ciudad Real encontramos Villanueva de los Infantes, un pueblo detenido en el tiempo que está entre los más bonitos de España.
España está llena de localidades preciosas, y eso ha venido a demostrar la red de los Pueblos más bonitos de España, que ya cuenta con 122 destinos en su listado. Algunas comunidades autónomas ocupan buena parte de las posiciones, como es el caso de Castilla y León, que puede presumir de joyas medievales como Pedraza, en Segovia. Castilla-La Mancha, por su parte, solo cuenta con ocho inscritos, entre los que destacan lugares como Pastrana o Villanueva de los Infantes.
Con menos de 5.000 vecinos, este último es el gran desconocido de la provincia de Ciudad Real. Más allá de los infanteños, pocos conocen que este pueblo a dos horas y media de Madrid es tan bonito que fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1974. No nos extraña, pues cuando uno pasea por sus calles tiene la sensación de haber vuelto muy atrás en el tiempo, hasta los tiempos del barroco, con sus fachadas monumentales talladas en piedra y su profusión de detalles.
Viaje al corazón de Villanueva de los Infantes
Lope de Vega, Quevedo y Cervantes ya pasearon por las calles de este municipio, que aún conserva el brillo con el que fulguraba en el Siglo de Oro. De aquí partía el Quijote al comienzo de su viaje, acompañado de su noble escudero. Sus figuras aún se pueden ver, plasmadas para siempre en bronce, en la que muchos consideran una de las plazas mayores más bonitas de Castilla-La Mancha.
Es el corazón del pueblo, y también un buen resumen de lo que encontraremos si nos ponemos a callejear: balaustradas de madera, soportales que se extienden en hileras de arcos de medio punto, escudos tallados en piedra y enormes edificios que proyectan su sombra sobre los viandantes.

A un lado, la enorme iglesia de San Andrés, con su fachada de estilo clasicista y el santo, que mira a la gente pasar bien resguardado bajo un arco de punto redondo. Durante 150 años, el templo guardó los restos de Francisco de Quevedo, muy cerca de donde se alza el púlpito plateresco del interior. Junto a la iglesia, encontramos la Casa Rectoral, obra de Francisco Cano con aires procedentes de la arquitectura italiana.
Sin salir de la Plaza Mayor encontramos el Ayuntamiento, sostenido sobre austeras columnas jónicas. Justo al lado, el Registro Civil se alza también sobre arcos de medio punto. Construido en piedra beige, es la última pieza de este conjunto monumental que compone el alma de un pueblo detenido en el tiempo.
Qué ver en el pueblo más bonito de Castilla-La Mancha
Como dice el proverbio sobre la Ciudad Eterna de Roma, todos los caminos llevan de vuelta a la plaza, pero merece la pena salir de su abrazo y aventurarse a descubrir el pueblo. Mires donde mires, aquí y allá, la localidad aparece salpicada de arquitectura barroca y renacentista. Al mezclarlo con la tranquilidad que emana de cada esquina, su aspecto nos da la sensación de habernos trasladado a otra época.
Y es que muchos de los edificios más emblemáticos se erigieron hace cientos de años. Fue en el siglo XVI cuando la necesidad de formar a los más jóvenes hizo que se abriera la Casa de los Estudios, cuyo patio porticado, blanco y con preciosos detalles en madera oscura merece la pena visitar. Si tienes suerte, quizás el interior del edificio oculte alguna exposición, de esas que encuentras de manera fortuita y que te hacen marchar de un sitio con una sonrisa.

Algo anterior es el Convento de Santo Domingo, entre cuyos muros transcurrieron los últimos días de Quevedo, que murió aquí el 8 de septiembre de 1645. Más allá del claustro de ladrillo y las pilastras toscanas, destaca la colección de Fundación Francisco de Quevedo, compuesta por más de seiscientos volúmenes, retratos del autor y hasta manuscritos firmados.
No terminaríamos si nos pusiésemos a mencionar todos los rincones que merecen una visita. Desde la Casa del Caballero del Verde Gabón hasta el Palacio de los Fontes, pasando por la Casa Cuartel de los Caballeros de Santiago, cada parada realza aún más la belleza de este pueblo que, sin duda, merece la pena descubrir.