La ciudad más bonita de Grecia está en el Peloponeso: derrocha estilo veneciano y tiene una islote con castillo al que se puede ir en verano
La ciudad de Nauplia está en el histórico y evocador Peloponeso. FOTO : PIXABAY/TWALMEDIA.

La ciudad más bonita de Grecia está en el Peloponeso: derrocha estilo veneciano y tiene una islote con castillo al que se puede ir en verano

Nauplia es una hermosa ciudad griega a conquistar. Con tres fortalezas, frente al mar y tan histórica como mitológica. Aquí, hablar de Agamenón, la Ilíada y Homero es lo más normal. Un viaje que promete ser legendario.

Ángeles Castillo | Julio 14, 2025

Nauplia es otra Grecia. Ni la de Atenas. Ni la de Meteora, que cuelga del cielo. Ni la de Santorini o Mykonos, las islas del Egeo. En esta ciudad de la Argólida, tan mitológica como todo lo demás e igual de histórica, lo del mar y los navíos está hasta en el nombre, que es fácil adivinar. Se lo debe a un navegante que era hijo de Poseidón, nada menos, y de una de las cincuenta danaides.

Esto es un puerto importante del golfo Argólico, dentro del siempre emocionante mar Egeo y no lejos del glorioso teatro de Epidauro; de Tirinto, la de grandes murallas para Homero, y de Micenas, palabras mayores para los helenófilos. Y, sobre todo, es el este del Peloponeso, la gran e histórica península unida al continente por el istmo de Corinto. Que, precisamente, hay que cruzar si se viene en coche desde la capital, a unas dos horas.

Por qué vas a querer ir a Nauplia este verano

Atenta la tripulación, porque también se la conoce como Nauplion o Nafplio. Y atesora en lo alto su parte más antigua, la llamada Acronauplia, como Capri y Anacapri, que ha hecho las veces de fortificación y de prisión antes de ser ganada, afortunadamente, para el turismo. Nauplia llegó a ser la primera capital de la Grecia moderna desde 1823 hasta 1834, cuando fue nombrada ya para siempre Atenas, con su eterna Acrópolis.

texto alternativo
Bourtzi es una fortaleza veneciana en un islote rocoso. FOTO: PIXABAY/KOMPIC.

Por cierto, los atenienses la adoran. Y no solo los atenienses. Ciertamente, da la talla con su porte aristocrático, realzado por su bella y elegante arquitectura, su querencia por el mármol y sus florecientes buganvillas, colocadas en sus recoletas calles casi con estrategia militar.

Como pasa tantas veces, Nauplia es un crisol cultural. Fue de Argos, de donde los argonautas; del Imperio romano, del bizantino, de la Serenísima Venecia y de los turcos. El que más y el que menos plantó su semilla, sembrándola de murallas, castillos, monumentos y edificios, muchos de ellos neoclásicos, con el aliciente de que todos miran al mar. Así que da igual por donde merodees porque siempre, norte o sur, oriente u occidente, te va a encandilar.

Una fortaleza, mil escalones y vistas de ensueño

Aunque hay que hacer un alto en el camino para ir a Bourtzi, la fortaleza veneciana que se alza sobre el islote rocoso de Agioi Theodoroi y que se quedó con el nombre turco, equivalente a castillo. Sin duda, el emblema naupliano, que tanto nos recuerda al castillo flotante de Sancti Petri. Y estamos de suerte porque en verano es posible tomarlo a bordo de un barco que parte regularmente del muelle. No hay que dejarlo pasar.

No será para nada un gran desplazamiento, que ya sabemos lo que es ir de isla en isla en este país. Lo separan de la costa escasos 500 metros. Embelleciendo, y de qué manera, esta fortaleza defensiva, levantada en 1473 por el arquitecto Antonio Gambello, la panorámica. Otro tanto se puede decir del fuerte Palamidi, que lleva el nombre de un héroe homérico (Palamedes).

texto alternativo
Las calles de Nauplia están llenas de bellos edificios y encantadoras tabernas. FOTO: UNSPLASH/DELFINA GALANI.

Se trata de la verdadera cumbre de la ciudad, que se puede alcanzar en transporte público o subiendo los 999 escalones esculpidos en la roca, coronando así sus más de 100 metros de altitud. Según la leyenda, eran 1.000 las escaleras, pero el caballo de Theodoros Kolokotronis, héroe de la Guerra de la Independencia frente al Imperio otomano (1821-1829), que estuvo encerrado aquí, destrozó el último. Aunque, al parecer, no son tantos. Al subir, lógicamente, se suele perder la cuenta. Las vistas, ni que decir tiene, son de órdago.

También esta estampa deliciosa y pintoresca se la debemos a Venecia, que hubo de protegerse de los ataques turcos. Es más, en la fachada del Museo Arqueológico se puede ver, como rugiendo en la piedra, el clásico león símbolo de la prosperidad veneciana. Es un edificio austero que, durante la ocupación alemana, albergó las oficinas para los interrogatorios, justamente donde hoy están las de Antigüedades Prehistóricas y Clásicas.

Un museo de la Antigua Grecia que es sagrado

Porque aquí se atesoran auténticas joyas, caso de la panoplia de bronce de Dendra, de finales del siglo XV a.C.; estatuillas de los siglos XIII y XII a.C.; la cabeza del ídolo del siglo XII a.C. conocido como "el señor de Ásine", y hasta tablillas de la escritura lineal B, usada durante el periodo micénico, entre el 1450 y el 1200 a.C. Aquí, claro, todo es antes de Cristo. La retahíla de piezas históricas de primer orden es larguísima. Hay incluso recipientes de barro hechos a mano del Neolítico. Desde luego, difícil no sentir que es un lugar sagrado. Como lo son los museos arqueológicos de Argos, Micenas y Epidauro.

Está, por cierto, en la plaza Syntagma, que Nauplia también la tiene y dio cobijo, como Atenas, al Parlamento. Por lo demás, presume de ambiente refinado y de ser el corazón de la ciudad, que se prolonga por el paseo Arvanitia hasta dar con el faro mientras se dibuja el perímetro costero. Los pies terminan yéndose al puerto. Cuando no a sus playas de lujo, la propia Arvanitia, junto al casco histórico. O a Karathonas, Neraki, Kandia o Kiveri. Son infinitas.

texto alternativo
Nauplia está situada en el Golfo Argólico, dentro del mar Egeo. FOTO: HOTEL IPPOLITI.

La playa de Kondili está a 17 kilómetros de Nauplia y es una de las más hermosas de la Argólida. En resumen, un suma y sigue de calas, rincones con encanto, tabernas que subliman el pescado y, lo que no podía faltar, yacimientos arqueológicos, como el de Ásine, una ciudad de la Antigua Grecia, en cuyas excavaciones, iniciadas en 1922, participó el entonces príncipe heredero Gustavo Adolfo de Suecia, abuelo del actual rey.

Buscando más cosas bonitas por Nauplia, hallamos la Casa Armansperg, una de las casas señoriales más destacadas, perteneciente al conde Josef Ludvich von Armansperg. Entre sus muros se celebraron, allá por el siglo XIX, altas recepciones y bailes de noche. También la iglesia de Agios Spyridon, un hito en la historia griega contemporánea. Más allá de que fue levantada en 1702, durante la segunda dominación veneciana, en ella fue asesinado Ioanis Kapodistrias, primer jefe de Estado de la Grecia independiente, cuando acudía a misa como cada domingo. Era el año 1831.

No nos olvidamos de la catedral de Agios Giorgos, de principios del XVI. Ni del Nafplion Festival, que en verano llena de conciertos la espléndida polis. Sí, polis. Lo teníamos que decir.

TURIUM TIPS

No todo van a ser asuntos homéricos y micénicos. En el cercano Porto Heli, a poco más de una hora, hallarás un refugio turístico rendido al lujo, lleno de terrazas con muchísimo ambiente, donde además podrás embarcarte rumbo a las preciosas islas -y cuál no lo es- Spetses e Hydra, e incluso practicar submarinismo. Aunque todo lo que está a nivel del mar es maravilloso. No en vano fue lugar de residencia de la familia real griega.
El Hotel Ippoliti es una auténtica mansión neoclásica del siglo XIX con mucho encanto y en pleno centro histórico, a un paso del puerto y la plaza Syntagma. Tiene piscina de hidromasaje en el patio y espacio para fitness. Muy parecido e igualmente apetecible es el Nafsimedon. Otra casona con muebles antiguos, jardín florido y gran elegancia. Ambas exquisitamente decorados. Desde 140 euros.
En Nauplia hay tentadoras tabernas por doquier. En Kellari, por ejemplo, se puede probar la auténtica cocina griega. Además, en un lugar privilegiado como es el puerto. El paisaje circundante no puede ser más bello. ¿A la mesa? Guisantes partidos tradicionales de Santorini, el típico tzatziki o una ensalada de berenjenas.