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Esta ruta por la costa recorre los rincones más bonitos de Irlanda: pasa por pueblos preciosos con vistas al Atlántico
Si soñabas con playas salvajes e islas ancladas en un mar inigualable, Irlanda es tu destino. Elige un tramo de esta ruta costera atlántica a tu antojo y déjate llevar por "el viento que agita la cebada". En un guiño a la película de Ken Loach y a Cillian Murphy, su protagonista, nacido precisamente en Cork.
Esta ruta por la costa de Irlanda es la más larga del mundo. Nada menos que 2.500 kilómetros. Los que separan la península de Inishowen, en el condado de Donegal, de Kinsale, en el de Cork, junto a la ciudad más colorida de Irlanda. De sobra es sabido que este país está envuelto en paisajes de ensueño, pero aquí el tópico se hace muy real, aunque muchos tramos sean pura fantasía. Se puede ir en busca de naturaleza pura y dura, de pintorescos pueblos, donde se practica una hospitalidad antigua, y de mecas del surf, el baño, el kayak y el buceo.
La mejor ruta por la costa de Irlanda
Y puedes recorrerlo en coche por carreteras de película que suben y bajan colinas, al tiempo que se asoman sin vértigo a balcones privilegiados. A pie, por rutas que marchan entre playas, riscos y pantanos en un ecosistema particularmente cambiante. O en bicicleta, con la ventaja de que apenas hay tráfico y el añadido de que hay circuitos exclusivamente para ellas.

Los amantes del ciclismo circularán felices por el Great Western Greenway, que rodea la bahía de Clew, en Mayo, y atraviesa la elegante y alegre ciudad de Westport hasta la isla de Achill, recorriendo bahías magníficas, bonitas aldeas e imponentes paisajes de montaña. Como curiosidad, estas tierras fueron gobernadas por la reina de los piratas (en femenino) Grace O'Malley. Hemos viajado al siglo XVI.
Y esto es solo el principio de esta Ruta Costera del Atlántico, que ofrece maravillas naturales, a la vista está, en todos sus recodos. Como decíamos, desde el extremo expuesto a todos los vientos en Malin Head, en el norte, hasta el bello y colorido pueblo de Kinsale, al sur, uno no puede sino rendirse ante tantos y tan variados atractivos. Y hablamos solo del oeste.
Acantilados, playas e islas en un paisaje sobrenatural
Un escenario sembrado de casitas de campo con tejado de paja donde un mar épico se agita en gigantescos acantilados y se suaviza en idílicas playas que dejan sin palabras, mientras macizos inmensos terminan de completar el impresionante panorama, con el aliciente de estar en el extremo del Viejo Continente. El verde se da por supuesto.
A los surfistas les volverá locos Bundoran, también en el condado de Donegal, y Mullaghmore Head, en el de Sligo, para cabalgar sobre algunas de las olas más grandes de Europa occidental. Para adentrarse en estos universos de viento y mar, se recomiendan las tranquilas aguas de Spanish Point, destino eminentemente veraniego, en Clare. El verano aquí es acuático por demás. Con intensas emociones, como la que procura coger un ferry hasta las islas Aran de Galway o las Blasket o Skellig, en Kerry.

Además, de Galway al Burren te saldrán al encuentro castillos de cuento y los restos del pasado neolítico. Es más, en Burren te enfrentarás a un hermoso paisaje lunar. Un suelo rocoso surcado de grietas y salpicado de extrañas flores, donde pasta el ganado en invierno, que va a dar al agitado océano. Es esta la belleza que sobrecoge. La de la playa de Fanore, del color de la mantequilla, o la del dolmen de Poulnabrone, desafiando la gravedad con sus más de 5.800 años a cuestas. Los acantilados de Moher, cerca del pueblo de Doolin, en Clare, también desatan el asombro con sus 214 metros de pared rocosa.
Avistar delfines o pasear en kayak de noche
Avistar ballenas y delfines en la península de Dingle (Kerry), lo mismo que pasear en piragua de noche por Lough Hyne (Cork), con la luz de las estrellas pero también de la mágica bioluminiscencia, o alrededor de la animada ciudad de Cork por el río Lee sublimarán tu estancia. Pero si lo que buscas es una playa solitaria donde tumbarte sobre una arena blanquísima y darte un chapuzón en aguas cristalinas, la encontrarás en la región de Connemara.
Hay islas remotas, un espíritu indomable que está en el ambiente y caminos extraordinarios al borde de lo sobrenatural. Sin embargo, es proverbial el carácter bienhumorado de los lugareños, la calidez de sus míticos pubs y los sonidos de su música tradicional, sin olvidarnos de las cosas del comer, en este caso del salmón ahumado con leña de roble. Y no falta la poesía. No solo por lo poético del lugar en sí, sino porque el poeta dublinés William Butler Yeats (1865-1939) encontró a las musas vagando por aquí.

Concretamente, en el condado de Sligo, que él llamaba "la tierra del deseo del corazón", conocida por su escarpado litoral, sus exuberantes lagos y sus encantadores pueblos costeros, caso de Rosses Point y Easkey, que son paraísos veraniegos con todas las letras. Aquí se ambienta el libro "Gente normal", de Sally Rooney, y la correspondiente miniserie. Y aquí está enterrado el propio Yeats, "bajo la pelada cabeza de Ben Bulben", como escribió premonitoriamente en uno de sus poemas. Su tumba está en el cementerio de Drumcliff, junto a la ladera de dicha montaña.