"Viajar me hace crecer como ser humano"
El violinista Ara Malikian protagonizó uno de los momentos más emotivos de TURIUM MADRID 2023. Esta entrevista recoge algunas de sus declaraciones más íntimas sobre su historia personal, su relación con la música y su manera de entender el talento.
Nacido en Beirut, de origen armenio y español de adopción… Has actuado prácticamente en todos los lugares del mundo. Está claro que el viaje está grabado en tu ADN, ¿qué te aporta, como persona y como artista, viajar?
¡Muchísimas cosas! Viajar me engrandece. Empecé desde muy pequeño, lamentablemente como refugiado, pero más tarde mi carrera me empujó a ser un viajero incansable. Es para mí una fuente de sabiduría. Poder conocer sitios donde se vive, se piensa, se siente y se crea de otra manera te hace crecer como ser humano; te convierte en una persona más respetuosa.
Y, para inspirarte, ¿te escapas a algún lugar especial?
Desde que tuve a mi hijo viajo menos. Mi sofá se ha convertido en mi lugar de inspiración. Con los años me he dado cuenta de lo importante que es sentirse a gusto en tu hogar. De hecho, cada vez le doy más importancia a mi sofá, a mi salón, a mis cosas del día a día. En definitiva, a tener un lugar que me haga sentir a gusto. Ahí es donde creo y donde compongo. Disfruto como nunca del placer de estar en casa.
¿Cómo definirías tú el talento?
Es difícil definir qué significa el talento. Personalmente, pienso que todos nacemos con él, aunque muchos no lo descubran hasta el final de su vida… Por eso creo que es muy importante animar a los jóvenes a probar cosas nuevas que les ayuden a encontrar su pasión y a desarrollar su talento.
Dedicas buena parte de tu tiempo a causas humanitarias y visitas zonas en conflicto… ¿Cómo te cambia lo que vives cuando estás ayudando con tu música a esas personas en situaciones tan desfavorecidas?
Es un tema que me toca de cerca porque lo he vivido en primera persona. Vengo de un país en guerra, de una familia de refugiados y soy consciente de que los que más sufren en estas situaciones son los niños. Por eso me gusta trabajar con organizaciones vinculadas con la infancia. Nunca debemos olvidar que los niños son el futuro de nuestra sociedad.
Dicen que la música eleva el espíritu, que el arte tiene la capacidad de sanar. ¿Tú has encontrado esa sanación vital en ti?
Absolutamente. Suena muy romántico, pero es cierto. La música, la literatura, el arte, siempre son bellos y la belleza te afecta, te transforma y sí, te sana. Estoy convencido de que los niños que crezcan rodeados de cultura desde pequeños no se dedicarán en el futuro ni a la violencia ni a la delincuencia.
Hay otra palabra que también es relevante para Turium, porque de alguna forma vertebra nuestra propuesta de valor: la excelencia. ¿Qué significa para ti?
Supongo que la manera de trabajar y pulir el talento es lo que lleva a la excelencia. Y para alcanzarla es imprescindible el sacrificio, la dedicación… Incluso la obsesión, como es mi caso con el violín. Con 14 años ya me despertaba para tocar antes de desayunar, antes de ir al colegio. En todo momento tenía mi violín en la mano.
Aquel violín con el que empezaste tiene una historia preciosa, ¿verdad?
¡Sí la tiene! Es el violín que salvó la vida a mi abuelo. Durante el genocidio armenio, él perdió a toda la familia. Sin embargo, pudo sobrevivir gracias a aquel violín. Un anciano turco le sugirió que lo utilizara para hacerse pasar por parte de una banda de música, a pesar de que él no sabía tocarlo. De este modo pudo escapar de Armenia con aquella banda y llegar al Líbano, donde volvió a rehacer su vida. Cuando mi padre encontró este violín con 15 años comenzó a tocarlo y se enamoró de este instrumento. Todavía lo conservo, a pesar de su mala calidad. Es un violín que cuenta muchas cosas y está lleno de viajes y fronteras. Cuenta una historia trágica y esperanzadora a la vez. Sin él ni mi familia ni yo hubiésemos existido. Aquel violín nos salvó la vida.