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Este es el Parador favorito de los madrileños para escaparse al pueblo en otoño
A tan solo una hora de Madrid se encuentra el Parador dentro de un monasterio histórico. El turismo madrileño no se reduce al gran ajetreo y la oferta cultural y gastronómica de la capital, sino que también tiene una oferta rural de pueblos a los que merece la pena hacer una escapada.
Si preguntas a un oriundo de Madrid qué pequeñas poblaciones deberías visitar, probablemente recomienden pueblos de interior como Guadalix de la Sierra, Patones de Arriba, Patones de Abajo o Rascafría. Se trata de pueblos con encanto que invitan a la desconexión y a un turismo que nada tiene que ver con el de la capital. Si le preguntas cuál es el Parador favorito de los madrileños, quizás prefiera mentirte antes que dar a conocer esta joya oculta de su comunidad.
Por sorprendente que parezca, la Comunidad de Madrid dispone de opciones más sosegadas y nada masificadas, para los que buscan bajar el ritmo. Pueblos de gran belleza en la Comarca de Las Vegas, en el sudeste, donde se encuentran Aranjuez, a menos de una hora de Madrid, o Chinchón. En el corazón de este último descubrirás uno de los alojamientos más emblemáticos de toda la red nacional.
Los atractivos de Chinchón
Por su localización, Chinchón se convirtió en una ciudad importante, ya que se encontraba en la ruta de la capital hacia el sudeste. Además, sus vegas y huertos ya eran bien conocidos por aquel entonces, pues era una zona especialmente rica para la agricultura.
Hoy se considera unos de los pueblos más bonitos de la Comunidad de Madrid. El principal atractivo de Chinchón es su gran Plaza Mayor. Es una plaza de origen medieval, con varios accesos y una forma bastante irregular. Data de entre los siglos XV y XVI. Los edificios que la forman tienen 234 balcones con barandillas de un característico color verde.

El monasterio, que es ahora uno de los Paradores de España favoritos de los madrileños, es otro de sus puntos de interés. Fue construido en el siglo XV por Andrés Cabrera y Beatriz de Bobadilla, los primeros señores de Chinchón. El Monasterio de Nuestra Señora del Paraíso fue además otra de las razones del auge de este municipio a principios de la Edad Moderna.
La historia del monasterio convertido en Parador de España
El monasterio, del siglo XVII, sirve como Parador desde 1940, pero esta edificación ha servido a distintos fines. Comenzó siendo un monasterio de monjes agustinos calzados, pero ha mutado a lo largo de los años. El monasterio se trasladó a la calle Huertos, ya que se había quedado pequeño. No obstante, debido a la desamortización de Mendizábal, ya en el siglo XIX, el convento se convirtió primero en juzgado y posteriormente en cárcel.
Las remodelaciones que sufrió el monasterio a lo largo de los siglos no fueron demasiado notorias. Aun así se ha perdido gran parte de la decoración inicial, muy influenciada por el estilo gótico y el renacentista. La estructura permanece en buen estado, incluyendo el claustro, que es la gran joya de la corona de esta edificación.
Un Parador digno de los altos cargos de la Iglesia
Cabe destacar los amplios ventanales y las bóvedas, el mobiliario de corte clásico y castellano y sus bonitas y espaciosas habitaciones. El alojamiento consta de 38 habitaciones, incluyendo dos suites que imitan las celdas del convento, con techos abovedados soportados por vigas de madera pintada, pero siempre con una infraestructura actual disponible. Combinan a la perfección el diseño característico del monasterio con los servicios modernos y la decoración elegante.

El edificio cuenta con unos amplios jardines y una huerta que usaban los monjes y que ahora está llena de árboles frutales como granados, almendros, manzanos o perales. Tiene un claustro acristalado en el que puedes disfrutar de una espectacular colección de arte religioso en cualquier momento del año. En el hall de entrada encontrarás una recepción abierta las 24 horas con información turística. Además, ofrece servicio de lavandería y amplias salas perfectas para organizar reuniones.
En el exterior, un patio con una fuente en el centro y rodeado de vegetación, es el mejor lugar para tomar un café en las mañanas de primavera o para descansar en las noches de verano. También podrás relajarte en la piscina, que se encuentra en los antiguos establos y es uno de los lugares más característicos del Parador.
Todo esto hace que El Parador transmita una sensación de paz y sosiego. Un lugar al que ir a desconectar y empaparse de toda la cultura que rodea a este edificio y al mítico pueblo madrileño en el que se encuentra.
Dos restaurantes en el parador
La oferta gastronómica del Parador no se queda atrás, cuenta con dos restaurantes: El Convento y El Bodegón; ambos sirven comida típica madrileña con influencias castellana.
En el Restaurante El Convento sobresalen los asados, sopas y guisos de cuchara. En su carta de cocina tradicional renovada destacan carnes de caza y corral, productos de casquería (oreja, callos y morros…), el bacalao o sublimes platos de origen humilde como las migas o las sopas de ajo. Ponen especial cuidado en los postres y dulces típicos.
El Bodegón es un espacio temático abovedado cuya especialidad es el cocido de taba, una variante local del típico cocido madrileño que incluye cangrejos de río y se sirve en vajilla de barro. Este restaurante solo abre los fines de semana de otoño e invierno.
TURIUM TIPS
Parada obligatoria en la Plaza Mayor: si vas a Chinchón a alojarte en el maravilloso Parador, no puedes irte sin pasar por la plaza a tomar algo, ya sea para desayunar, comer o merendar en una de sus múltiples terrazas.
Visita el Castillo de los Condes: en apenas diez minutos a pie puedes hacer un auténtico viaje medieval gracias a esta construcción que, aunque no puede visitarse por dentro, merece la pena ir a verla. Sirvió como alojamiento a los Condes de Chinchón y posteriormente se transformó en una fábrica de licores. Desde allí se puede disfrutar de unas magníficas vistas de Chinchón. Aunque, para vistas impresionantes las del mirador ubicado frente a la Parroquia de la Asunción que destaca por la panorámica de la Plaza Mayor que nos ofrece.
Para los golosos: hay dos dulces en concreto que no te puedes ir sin probar: las tetas de novicia y las pelotas de fraile. Podrás encontrarlos en la Dulcería (a los pies de la Plaza Mayor) o en la Abuela Quica.
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