El resort espiritual de lujo más impresionante de Asia está dentro de un templo en Bali donde te sentirás como en The White Lotus

Cuando te planteas un viaje a Bali, el error más común es dejarse llevar por el algoritmo, que nos arrastra a los mismos cinco templos y las mismas playas que, hace años, se transformaron en visitas obligatorias. Por suerte, hay lugares que se libran de ese destino y siguen fieles a lo que son. No por ser secretos ni aislados, sino porque se cuidan a sí mismos con una elegancia casi invisible. Uno de ellos es Mandapa, a Ritz-Carlton Reserve, un retiro espiritual muy diferente en Ubud.

Se podría decir que Mandapa es un hotel, pero la palabra no le hace justicia, se le queda corta. Se trata de una especie de microcosmos, entre campos de arroz, arquitectura sagrada y vegetación que parece diseñada a mano. No hay una gran entrada, ni rótulos llamativos, ni lobby de mármol. Lo que hay es un camino empedrado que desciende entre palmeras hasta encontrar el río Ayung. Y ahí, un conjunto de villas, templos y pabellones de piedra perfectamente integrados en la ladera. Como si hubieran estado ahí desde hace siglos. Como si no se tratara de un resort de lujo, sino de un lugar sagrado (que lo es). 

Lujo que se cultiva como el arroz

Ubicado en Sayan, a pocos kilómetros del centro de Ubud, Mandapa ocupa una extensión de diez hectáreas donde se combinan 35 suites, 25 villas con piscina privada y varios templos activos, entre arrozales en producción y una vegetación salvaje que nunca se domesticó del todo.

Cada detalle, desde los techos de bambú hasta los caminos de piedra entre la selva, ha sido diseñado pensando en el entorno y en la experiencia. Las suites, de mínimo 100 metros cuadrados, están elevadas en la ladera con vistas a los valles volcánicos. Las villas, algunas con piscinas de siete metros, se distribuyen con tanta privacidad que uno puede bañarse desnudo bajo la luna sin cruzarse con nadie más que una libélula.

Mandapa significa templo en sánscrito, y el nombre no es al azar. Se trata de un santuario privado con suelos de maderas nobles, murales pintados a mano y bañeras dobles envueltas en ratán. Cada huésped tiene asignado su Patih, un asistente personal que combina funciones de mayordomo, guía cultural y solucionador de antojos.

Tres pilares: bienestar, sostenibilidad y cocina seria

Mandapa se sostiene sobre tres ejes: el bienestar, la gastronomía y la sostenibilidad. En el apartado wellness, el hotel ofrece un spa a orillas del río con salas de meditación, pabellones de yoga, saunas, baños de vapor y una piscina en la azotea con vistas al bosque. Los tratamientos combinan técnicas balinesas, ayurvédicas y terapias con sanadores locales. 

En cuanto a la sostenibilidad, Mandapa se construyó ocupando solo la mitad del terreno adquirido, precisamente para dejar espacio a la naturaleza. El complejo funciona con energías renovables, reutiliza el agua, cultiva parte de sus productos y colabora con comunidades locales a través de programas educativos y agrícolas.

La gastronomía merece un capítulo aparte. El desayuno en Sawah Terrace, junto al arrozal, incluye café de Java prensado en frío, frutas locales y platos internacionales que van del nasi goreng al croffle de mango y albahaca. Por la noche, se puede optar por la alta cocina japonesa en Ambar, suspendida sobre el valle con vistas al atardecer, o reservar un comedor privado en Kubu, el restaurante insignia, con mesas tipo cápsula junto al río y menús degustación de 8 o 10 tiempos creados por el chef Eka Sunarya. 

Retiro espiritual en una burbuja a medida 

A pesar de su atmósfera romántica, ideal para lunas de miel, Mandapa también está pensado para familias (tiene un campamento infantil sin pantallas) y viajeros solitarios que busquen introspección o conexión con la naturaleza sin caer en lo pretencioso. 

El servicio de shuttle gratuito en jeep abierto te deja en el centro de Ubud en menos de media hora, aunque muchos huéspedes prefieren no salir del hotel. Tú tampoco querrás. 

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