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Descubre los mejores restaurantes de Cantabria y su gastronomía más sabrosa
Las rutas indispensables para los aficionados al buen comer están en esta región, repleta de manjares de la tierra.
Cantabria, tierra de exorbitante belleza rodeada de mar y montaña, es cuna de una de las mejores despensas del mundo. Bañada por las mejores puestas de sol se tiñe de verde y azul, de vanguardia y tradición. Si hubiese que definirla con un único adjetivo, sería, como marca su eslogan, infinita.
La provincia con la que para muchos es la capital de costa más bonita y elegante de España no necesita filtros para presumir de sus paisajes sobrecogedores con sus más de setenta playas de interminables arenales, calas recónditas, acantilados salvajes, pueblos intactos al paso del tiempo, valles de cuento y cuevas prehistóricas. Si La Bien Aparecida eligió estos lares para asentarse, por algo será.

Cantabria cuenta con importantes templos culinarios que han posicionado a la tierruca como destino gastronómico y no solo de naturaleza o rural.
En plena resaca de la Gala Michelin 2025, mantienen sus siete estrellas rojas repartidas entre Santander y provincia. Cenador de Amós, de Jesús Sánchez, mantiene sus tres estrellas; La Casona del Judío, de Sergio Bastard; El Serbal, con el chef José Ramón Bustamante; La Solana, de Ignacio Solana; y La Bicicleta, de Eduardo Quintana, revalidan un año más sus distinciones, mientras que Pico Velasco se estrena en los recomendados.
Un firmamento que brilla con luz propia, al que hay que sumar dos estrellas verdes por su compromiso con la sostenibilidad: en el Cenador de Amós y la Casona del Judío; y siete Bib Gourmand, el reconocimiento que premia la relación calidad/precio en locales que ofrecen un menú completo que no sobrepasa los 35 euros por comensal con entrante, principal y postre. Los premiados con este reconocimiento son Cadelo, Umma y Agua Salada, en Santander; Pan de Cuco, en Suesa; Prada a Tope, en Treceño; Del Oso, en Cosgaya; y La Cartería, en Cartes.
La Guía Repsol también tiene a Cantabria en su radar con doce establecimientos galardonados que suman dieciocho soles Repsol, entre los que destacan los tres del Cenador de Amós; dos en Cañadío (Santander), regentado por Teresa Monteoliva. Este es uno de los favoritos de los santanderinos y también de los madrileños gracias a su sucursal en el Barrio de Salamanca. Allí es obligatorio probar la tortilla de patata, dos veces ganadora a la mejor de España, y la tarta de queso.
También premiados con soles están La Casona del Judío (Santander); El Nuevo Molino (Arce) del chef Toni González y Solana; y el recién galardonado Pico Velasco (Carasa). Se trata de una casona cántabra del siglo XVII convertida en hotel gastronómico en pleno Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel. Funciona bajo la dirección de Nacho Solana, que lo describe como “un viaje en el tiempo actualizado, con sabores de ayer y mirada moderna”.
Por último destacan La Bodega del Riojano (Santander), uno de los destinos gastronómicos más importantes de Cantabria, famoso por su ensaladilla rusa, su pastel de cabracho y su Museo Redondo, con una valiosa colección de pintura de autor cuyo lienzo son las tapas de las barricas; Emma (Suances), del chef Carlos Arias, un templo de la cocina de fusión cántabra-mexicana-asiática y las mejores vistas de Suances; Ronquillo (Ramales de la Victoria), con la cocina de cercanía de David Pérez, lo mejor de la despensa cántabra y grandes raciones; La Cartería (Cartes); La Bicicleta (Hoznayo); y El Serbal.
Pero la gastronomía cántabra es mucho más que estrellas Michelin y soles Repsol. Es “una cocina de respeto al producto, estacionalidad y esencia”, como afirma Jesús Sánchez, al frente del Cenador de Amós desde hace más de tres décadas, único establecimiento con tres estrellas y que ha posicionado a la tierruca en el mapa gastronómico mundial.

“Los cántabros son incondicionales de lo suyo”, apunta Teresa Monteoliva, directora del icónico restaurante Cañadío de Santander. “Nuestra cocina vive un momento único de respeto y ensalzamiento del producto de siempre. Trabajamos con productores directos. Con calidad, constancia, respeto, cercanía y producto de temporada. Somos una comunidad cuidadísima de mar y montaña, comprometida con nuestras historia, paisaje y tradición”.
Rabas, anchoas y mucho más
El Cantábrico alberga los mejores productos del mar de la península, que en su mayoría se obtienen mediante la pesca costera, es decir, de forma artesanal alrededor del propio litoral.
Durante los meses más fríos es época de verdel o caballa; a partir de primavera, de anchoa, bocarte y sardina. A comienzos de verano, el bonito, rey de las parrillas a pie de puerto y protagonista del guiso marinero por excelencia: la marmita o el sorropotún. El pescado de roca y anzuelo tipo jargos, lubinas, machotes, rodaballos, besugos, salmonetes y cabrachos se puede disfrutar durante todo el año.
Si tuviésemos que elegir un solo producto de la cocina cántabra, sin lugar a dudas sería la anchoa. “Es el tesoro más importante que se produce en Cantabria. Estamos ante uno de los tres productos más representativos de la gastronomía española, los otros dos serían el aceite de oliva y el jamón ibérico”, afirma Jesús Sánchez.
“En nuestra región se concentra una de las mayores zonas productoras de este pez en salazón. A mí personalmente me gusta tratarlas directamente de la salazón. Sobarlas hasta conseguir, partiendo de un producto que ha sido capturado y sometido al proceso de conservación en sal, un bocado excepcional, ya sea en aceite, como acompañado por un poco de mantequilla. De él obtenemos otra serie de productos, como la colatura de anchoa, que es el caldo que se produce durante el proceso de salazón y prensado del pez, y que supone un aderezo brutal”.

Las rabas de calamar, magano o cachón fresco, siempre frescas y crujientes, son el segundo producto nacional. Otro indispensable son los mariscos. En la mesa cántabra no pueden faltar manjares como la langosta, el bogavante, la nécora, el centollo, el buey de mar, los bígaros (caracoles de mar) y los percebes.
Carnes de vacas de raza autóctona
La costa de Cantabria también es ganadera y labradora. Destaca la carne de vacuno con IGP Carne de Cantabria, procedente de ganado que se alimenta en los pastos y praderas durante todo el año, entre las que destacan las razas tradicionales como la Tudanca, Monchina, Asturiana y Pardo Alpina.
La huerta destaca por sus pimientos de Isla, los tomates de Trasmiera o Santander y la IGP Patata de Valderredible, además del cultivo de maíz ecológico.
Los quesos de Cantabria, grandes embajadores de su gastronomía, merecen un capítulo aparte. Aunque solo existen tres denominaciones de origen protegidas (DOP): Queso Río Corvera Picón Bejes-Tresviso, Queso de Nata de Cantabria y Quesucos de Liébana, la región cuenta con más de un centenar de variedades que se elaboran de forma artesanal en las más de cuarenta queserías de la comunidad, entre las que destacan Quesoba, La Jarradilla, La Lleldiría, Tres Valles Pasiegos y Ríos Corvera.

La comarca de Liébana representa la mayor concentración por kilómetro cuadrado de sellos de calidad registrados en la Unión Europea, con un selecto club de productos que, por tradición, prestigio y reputación, han merecido estas denominaciones. Una zona que es garantía de alta calidad por sus vinos, quesos y mieles, con tres de las cuatro DOP (Denominación de Origen Protegida) de Cantabria.
La DOP Miel de Liébana abarca todos los términos municipales de la comarca de Liébana. Existen dos variedades: la miel de brezo y la miel de mielada.
Además de sus quesos y vinos, Colmenares de Vendejo acaba de presentar su iniciativa de turismo apícola BeeXperience.
Cantabria también destaca por su sello Agricultura Ecológica, presente en sobaos, sidra, setas, mermeladas, pan, orujo, miel, leche y derivados lácteos, huevos, frutos silvestres, frutas y hortalizas, conservas y semiconservas de pescado, carne de vacuno, equino, ovino, caprino y porcino; carne de avicultura; café.
Postres más allá del sobao
La repostería cobra especial relevancia en Cantabria, cuyas recetas tradicionales permanecen intactas al paso del tiempo. Sus productos más representativos son los sobaos pasiegos, típicos de los Valles de Selaya, Vega de Pas y Liérganes, que cuentan con su propia IGP Sobao Pasiego. La mantequilla es la única grasa autorizada en su elaboración, a base de harina, huevos, azúcar y ralladura de limón. El Macho, Joselín y El Andral, en Selaya, son los mejores.

La quesada es otro de los postres típicos pasiegos, elaborada con leche de vaca cuajada, mantequilla, harina de trigo, huevos, azúcar, ralladura de limón y canela en polvo. Los Pasiegos de Diego, en Hoznayo, tienen mucha fama.
Pero quizás la mayor delicatessen sea el hojaldre que, según los entendidos, es el mejor del mundo. Confitería Santos en Torrelavega y Las Hijas de Pedro, en Cabezón de la Sal -también en Madrid, con Estela Hojaldre (Plaza de Jesús, 5)-, son referencia como los mejores. Su pan hojaldrado es considerado una joya gastronómica, así como las corbatas de Unquera de Junco Pindal, donde también se elaboran las mejores polkas y sacristanes.
Otro clásico que nunca falla en la tierruca es desayunar o merendar un buen chocolate con churros en Chocolatería Áliva (Santander) o en Liérganes, elaborados de manera artesanal con aceite de oliva. Un manjar que se sirve al atardecer en casi todas las cafeterías.

Sin pasar por alto el helado artesanal, barquillo incluido. “Cantabria, curiosamente, es una región heladera. Además de los famosos helados en la Vega de Pas, la zona del Paseo Pereda de Santander concentra a más de siete heladerías de renombre con sus respectivas marcas. Regma, Capri, Exquisita, Mazzini, La Flor y Nata... Y no solo helados. En nuestra región se producen los mejores barquillos, presentes en las principales heladerías de nuestro país, como Barquillos Ríos en Santander, o Barquillos Tanis en San Vicente de Toranzo”, añade Jesús Sánchez.
Los nuevos vinos cántabros triunfan
Cantabria suma treinta y dos bodegas y dos denominaciones de origen en las que se elaboran vinos blancos -IGP Costa de Cantabria-, y tintos -IGP Tierra de Liébana-. En todas se trabaja el terruño de forma artesanal con el mimo y esmero que requiere el nacimiento de un vino sostenible y de calidad.
Si quieres disfrutar de los mejores vinos y catas, estas son nuestras recomendaciones:
La Bodega Pico de Cabariezo, en Potes, hacen el mejor orujo lebaniego. Además de la destilación de orujo, cuentan con la primera bodega de vinos de Liébana y de Cantabria en comercializar vinos tintos IGP Tierra de Liébana. En sus más de 15.000 cepas plantadas, cultivan diferentes variedades como la Mencía, Tempranillo, Garnacha Tinta, Syrah, Cabernet Sauvignon, Palomino, Chardonnay, Godello y Gewürztraimer.
Casona Micaela, en el Valle de Villaverde, es la primera y única bodega de Cantabria incluida en la Guía Proensa de los mejores vinos de España 2024. Con más de siete hectáreas de Albariño y Riesling, es el principal productor de Cantabria con sello IGP Costa de Cantabria.
Hortanza, en Guriezo, es el proyecto personal de Irene Rodríguez, enóloga e ingeniera agrícola con una interesante formación internacional que regresó a su tierra para cumplir su sueño. En su bodega cuenta con vinos Albariño, Riesling y Gewürztraminer, como Finca Hortanza 23 y Finca Sierra de la Vida 23, también con sello IGP Costa de Cantabria.

La Cigaleña, en Santander, es un imprescindible para tapear y maridar la gastronomía cántabra con los mejores vinos del mundo. Su bodega, dirigida por el Sumiller Andrés Conde Laya, Premio Nacional de Gastronomía 2021, es una de las más importantes de España.
Rutas indispensables para el foodie
Alberto del Río, apasionado de su tierra y gran gourmet, nos lleva hasta el Valle de Liébana, en el corazón de los Picos de Europa. “Es una de las rutas más impresionantes de Cantabria. Llegar a Potes, disfrutar del paisaje y los pueblos colindantes hasta llegar al teleférico de Fuente Dé, es un regalo para el alma. En cualquiera de los mesones de la zona se come bien a buen precio, pero sin duda el restaurante del Hotel el Oso es visita obligada para comer el mejor cocido lebaniego del mundo”.

“Otra ruta recomendada es desde Suances hasta San Vicente de la Barquera, pasando por Santillana del Mar y Comillas, dos de los pueblos más bonitos de España. Para comer de lujo, Gerruca, en el barrio de Gerra, justo antes de llegar a San Vicente de la Barquera; y El Remedio, en Comillas, una casa solariega al borde de un acantilado con unas vistas espectaculares, y donde se come un excelente pescado”.
“La ruta ideal para disfrutar de la montaña y los colores del otoño es el Valle del Saja, saliendo desde Cabezón de la Sal y subiendo hacia Reinosa por el Puerto de Palombera, donde hay cantidad de mesones. Sin salirte de la ruta, en Paracuelles hay un restaurante espectacular que se llama La Cantina del Otero de Campoo, con cocina regional y platos semielaborados, y en Espinilla hay mucho ambiente para tomarse unos vinos y picar algo al calor de la chimenea”.
“Y, por último, el Valle del Asón desde el nacimiento del río en la zona de la Gándara, terminando el recorrido en el restaurante La Solana de Nacho Solana, en La Bien Aparecida, donde se puede comer en su restaurante con estrella Michelin o picar algo en la zona del bar, donde sirven raciones”.
Además de estas rutas gastro-rurales, la agenda foodie de Cantabria ofrece cantidad de fiestas y ferias gastronómicas a lo largo del año, como la Gran Marmitada en Santoña, el Festival de la Nécora en Noja, la Feria de la Anchoa y la Conserva en Santoña. Más recientemente se ha organizado Santander Foodie, un proyecto del chef Jesús Sánchez que este año se celebra el fin de semana del 6 al 8 de diciembre en Santander, para vivir una auténtica revolución foodie.
Además, el evento contará con sorteos, homenajes, talleres, degustaciones, showcookings y recetas, entre otras sorpresas. También contará con la presencia de reconocidos chefs, influencers gastronómicos y periodistas que pasarán por el escenario de #SantanderFoodie para hablar sobre gastronomía y cocinar sus mejores platos ante la mirada de las RR.SS. Alberto Chicote, Álvaro Escassi, Goyo González, Alma Cupcakes, Ana Recetas Fáciles, Tasty Hunting, Inés Cantero o Sergio Crovetto son algunos de los nombres confirmados.

“En 2019 iniciamos la Foodie Revolución, un evento revolucionario en el sector de la gastronomía donde aprender, disfrutar, conocerse y compartir. Está creado por y para foodies, con diversas actividades en torno a nuestra gastronomía, como talleres, retos, ponencias o catas. Tras 5 ediciones, #SantanderFoodie se ha consolidado como un encuentro anual de primer orden dirigido a todos los amantes de la comida y la cocina, que comparten y disfrutan de contenido culinario en sus perfiles de RRSS”, Jesús Sánchez, propietario del Cenador de Amós.
Direcciones gourmet indispensables
Toma nota de los mejores lugares para llevarte auténticos manjares:
Las mejores rabas en La Tucho y La Mayor (Santander).
Para tapear, el pulpo a la gallega de La Tuta, las gambas gabardina del Bar del Puerto, o unas ostras en El Cortés (Santander).
Para comer o cenar, La Hermosa de Alba, en Tetuán; El Riojano; Cañadío, con su tortilla de patatas dos veces campeona de España; La Vinoteca, en Floranes; Las Olas, en La Maruca.
La mejor cocina regional, en Casa Cofiño (Caviedes), “el templo mundial del cocido montañés, plato nacional de Cantabria”; El Palacio de Arce (Puente Arce); El Asador del Tronky (Pedreña), es una joya gastronómica con los mejores pescados del Cantábrico.
El mejor menú del día en La Modernista (Hoz de Anero), donde por tan solo 14 euros los clientes pueden comer de cine.
El mejor restaurante vegano en Ruda (Villacarriedo), con cocina de autor plant-based; y Salvaje (Santander).
Para tomar un buen café en Santander, Cafetería Amarella (frente al Ferry), Kafeteros (Mercado de la Esperanza), Gómez (Paseo Pereda) y Café de Pombo (Hernán Cortés).
El mejor desayuno de Santander en El Panistas, Santa Café o La Antigua. También en Pastelería Elysees (Laredo) y Cafetería Vejo (Reinosa).
La mejor tienda gourmet en Mi Alacena (Puertochico), un nuevo concepto donde degustar los mejores manjares de la gastronomía norteña.
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