Así es la Isla de Ons, la hermana menos conocida de las Islas Cíes que te enamorará
Naturaleza salvaje, playas tranquilas y una historia marcada por el mar: así es la Isla de Ons, el rincón menos masificado del Parque Nacional das Illas Atlánticas de Galicia.
Las Rías Baixas no son solo vinos y mariscos y restaurantes exquisitos como el de Pepe Vieira; también son un archipiélago lleno de playas paradisíacas y de joyas que han sabido preservar su carácter. Entre ellas, la Isla de Ons ocupa un lugar especial. No tiene la fama de las Cíes ni su playa protagonista en portadas internacionales, pero eso no le resta ni un punto de encanto: sigue siendo un territorio donde la naturaleza y la vida marina marcan el ritmo, sin la presión de las multitudes ni la urbanización.
Pertenece al municipio de Bueu y, junto con el archipiélago de las Cíes, Sálvora y Cortegada, forma parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre das Illas Atlánticas de Galicia, lo que garantiza su protección ambiental y limita el número de visitantes diarios.
En Ons, todo gira en torno a dos elementos: el mar y las leyendas. La isla ha sido habitada desde la Edad de Bronce, y a lo largo de los siglos ha visto pasar fenicios, romanos y comunidades de pescadores que vivían de la sardina, el pulpo y el congrio. Hoy, el pequeño núcleo de O Curro concentra la mayor parte de la vida humana, con casas tradicionales, un par de bares con terraza y un ambiente que recuerda que aquí la rutina tiene otro tempo.
Cómo llegar y qué esperar
La Isla de Ons se alcanza únicamente por mar, en barcos de pasajeros que operan desde Bueu, Portonovo, Sanxenxo o Vigo, con más servicios en temporada alta (de Semana Santa a finales de septiembre). Al ser parte del Parque Nacional, es necesario solicitar una autorización gratuita de visita antes de comprar el billete, un trámite rápido que asegura que no se supere el límite de aforo diario. Este control es clave para que la experiencia sea de verdad tranquila: nada de playas abarrotadas ni senderos congestionados.
La isla tiene unos seis kilómetros de longitud y un relieve suave, lo que la hace perfecta para recorrer a pie. Existen cuatro rutas señalizadas que permiten descubrir su cara más salvaje: desde los acantilados del sur hasta las calas escondidas del norte. Uno de los puntos más impresionantes es el Buraco do Inferno, una sima natural junto al mar que, según la tradición, es una entrada al infierno por donde se escuchan las almas de los condenados en días de mar agitada.

Playas y naturaleza
Ons presume de playas para todos los gustos. La más conocida es la playa de Melide, de arena blanca y aguas frías, pero cristalinas, perfecta para quienes buscan tranquilidad y naturaleza intacta. Para un baño más cómodo y cercano al muelle, la playa de As Dornas es una opción ideal, con vistas a la ría y acceso fácil. Si se busca intimidad, pequeñas calas como Canexol o Pereiró ofrecen rincones discretos, aunque hay que tener en cuenta que la marea marca mucho el espacio disponible.
La biodiversidad es otro de sus tesoros. Sus fondos marinos, ricos en praderas de fanerógamas marinas, atraen a buceadores y snorkelistas. En tierra, es habitual ver gaviotas patiamarillas, cormoranes moñudos e incluso algún halcón peregrino.
Dormir y comer en la isla
A diferencia de las Cíes, donde no hay alojamientos más allá del camping, en Ons es posible dormir en casas rurales y pequeñas pensiones del núcleo de O Curro. Esto permite quedarse a dormir y disfrutar de la isla al atardecer, cuando el último barco se ha marchado y todo se vuelve más silencioso.
En el apartado gastronómico, Ons tiene fama de servir uno de los mejores pulpos de Galicia. La razón no es un mito turístico: los fondos de arena y roca de la isla son un hábitat perfecto para este cefalópodo, y las recetas locales mantienen el punto exacto de cocción y aliño. Además, algunos bares y restaurantes del puerto ofrecen pescado del día y empanadas, el combustible ideal. ¡Para qué más!
