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En Madrid, llegadas estas fechas, hay que buscar refugio cerca del agua y de los árboles. Te decimos cuál es la piscina, en un entorno natural único, más deseada. Una auténtica infinity pool porque, realmente, no se termina nunca.
No hay nada como tener un refugio climático cuando el calor se vuelve insoportable, sobre todo en la gran ciudad. Es lo que pasa en la capital en pleno verano, que los pies se nos van solos hacia la sierra buscando algunos grados menos, el agua donde zambullirnos y la sombra bajo la que encontrar cobijo. Ya visitamos la piscina más original de España y ahora, con motivo del puente de agosto, nada como hacer lo propio con la más grande del país, que la tenemos tan cerca como Buitrago de Lozoya, el pueblo más bonito de Madrid. Una "infinity pool" en toda regla. La piscina de nunca acabar: 220 metros de largo.
Siempre se puede ir a una piscina municipal al uso, incluso darse el lujo de bañarse en la que corona la azotea de algún privilegiado hotel, pero no es lo mismo escaparse a la naturaleza, allí donde la tranquilidad es mayor y la belleza del paisaje se impone. Así que las piscinas naturales lo tienen todo: entorno único y esa agua fresca que es, sin exagerar, una bendición. Son la auténtica tentación en verano, sobre todo cuando están a una hora o menos de Madrid.
Riosequillo, el chapuzón más refrescante del verano
Parece mentira, pero a tan solo 75 kilómetros de la capital, en lo que puede ser la excursión perfecta, se esconde esta piscina gigante, presumiendo de sus 4.500 metros cuadrados, dimensiones que la convierten en la más grande de España y en el orgullo del municipio madrileño, tal y como resaltan.
Vigilada por socorristas y tratada como una piscina convencional aunque su agua procede del embalse del mismo nombre, diríamos que es seminatural. Naturaleza y civilización, todo en uno. Hablamos del área recreativa de Riosequillo. Porque, sí, el paraíso estaba a la vuelta de la esquina, a solo dos kilómetros de Buitrago de Lozoya, donde recrearse después del baño antológico.

Ya nos gustaba este pueblo medieval tan bien conservado, pero ahora mucho más. Estas piscinas, en plural porque también hay una infantil, suponen un regreso a la naturaleza, enclavadas como están en medio de una inmensa arboleda y con vistas a la sierra de Guadarrama, lo cual hace aún más sublime la experiencia. Sobre todo, porque, además del chapuzón en estas aguas serranas, uno puede protegerse bajo una sombrilla al más puro estilo Caribe, descansar sobre el césped y hasta entregarse al placer tan veraniego del pícnic.
Un merendero en un bosque de pinos para hacer pícnic
El área, que pertenece al Canal de Isabel II y la gestiona el ayuntamiento buitragueño, dispone de fuentes de agua potable y merenderos a la sombra de los pinos, con lo que se puede llevar la comida de casa. También la sombrilla, la silla o la tumbona. No así a las mascotas. No obstante, en el recinto hay bar-restaurante, terraza y puesto de helados por si las moscas.
Es más, las instalaciones están adaptadas a personas con movilidad reducida. Incluso disponen de dos sillas anfibias para facilitarles el acceso a la piscina. ¿Más razones para ir? Su campo de fútbol, su cancha de baloncesto y sus tres parques infantiles. Ah, y algo muy importante. Si en Madrid el termómetro alcanza los 35 grados, en Buitrago baja hasta los 30, que no está nada mal.
Cómo llegar a Riosequillo y cuánto cuesta entrar
La piscina, que se ha convertido ya en nuestro objeto de deseo, se encuentra frente al embalse de Riosequillo y tiene un aforo limitado, con el fin de salvaguardar el bienestar de todos y del propio ecosistema. En concreto, está abierta a 2.305 personas.
Lo suyo, entonces, es madrugar para coger sitio, máxime porque la entradas solo se venden en taquilla, una por persona. De momento, no hay venta online. Lo que sí hay es un aparcamiento gratuito con 700 plazas, además de paradas de autobús a menos de quince minutos andando. Las líneas indicadas son la 191, 191e, 191d, 194a, 195a, 195b, 196 y 199. Si se va en coche, hay que tomar la salida 74 de la A-1, la carretera de Burgos.

Lo que no es gratuito es el acceso al complejo, cerrado los lunes. De martes a viernes, en horario de 11 a 20 h, la entrada general cuesta 9 euros, excepto para los menores de 3 a 15 años, los mayores de 65, los discapacitados y los miembros de familia numerosa, que pagan 6 euros. Lo mismo que quienes vayan en grupos de más de 25 personas.
En cambio, sábados, domingos y festivos, abierto de 10:30 a 20:30 h, el precio sube a 14 euros; 10 en el caso de tarifa reducida y sin precio especial para grupos. Aviso a navegantes, el área recreativa, que fue inaugurada en 1993 y ha pasado por sucesivas reformas, estará abierta hasta el 31 de agosto, cuando el verano deshoje sus última páginas anticipando su fin.