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La ruta de senderismo a orillas del río Jándula que pasa por piscinas naturales espectaculares

La ruta de senderismo a orillas del río Jándula que pasa por piscinas naturales espectaculares
Esta ruta de senderismo en plena Sierra de Andújar, en Jaén, es el paraíso de los amantes de la naturaleza, precisamente porque lo es también de los linces y las nutrias.
Esto es Sierra Morena, la cordillera que separa la Meseta Central de la depresión del Guadalquivir. De hecho, el río Jándula, por el que transcurre nuestra ruta de senderismo, es uno de sus afluentes. Ahora, además, da nombre al territorio ficticio de la exitosa novela del también jienense David Uclés, La península de las casas vacías. Ya se sabe que Jaén es un paraíso interior.
El paisaje que nos circunda es típico de dehesa, que contrasta con el ecosistema de ribera. Un objetivo centra nuestra atención: las nutrias, que aquí son las estrellas indiscutibles junto con el lince, "el gato", como le llaman los avistadores, que se cuentan por decenas, estratégicamente apostados y salpicando silenciosamente el paisaje. Y aún queda por citar una eminencia de los cielos, el águila imperial, a la que ver volar entra dentro de lo posible, lo increíble pero cierto.
La ruta de senderismo de El Encinarejo junto al río Jándula
Son muchas las rutas de senderismo que atraviesan la Sierra de Andújar. La que hemos elegido es la de El Encinarejo, que comienza en el Puente de Hierro sobre el Jándula, la entrada principal a este Parque Natural. Continúa por la margen derecha del río y atraviesa un área recreativa con mesas y barbacoas, entre fresnos, alisos, adelfas y tarayes.
Allí donde se refugian la impresionante garza real, el zampullín chico, el cormorán grande y la escurridiza nutria, que se hace de rogar, pero con paciencia se la puede atisbar enredada en su acuática coreografía. Al fin y al cabo, para ella esto es un paraíso.

Aunque lograrlo se convierte en obsesión, el camino continúa. Hay que llegar a la presa del Embalse del Encinarejo (una zona apta para el baño) y cruzar hasta la otra orilla para subir al poblado que se construyó para albergar a quienes levantaron semejante obra de ingeniería, que entró en funcionamiento en 1932. Desde este puente, por cierto, se tiene una perspectiva distinta del Jándula, que da nombre a otra presa unos kilómetros río arriba.
En busca de la nutria y el lince ibérico
Si la nutria ya es una motivación añadida, no digamos el lince ibérico, que campa aquí a sus anchas, aunque se hace todavía más el interesante hasta convertir la operación en misión imposible. Pero que conste que más de una vez y más de dos se ha paseado por los alrededores como si nada ante la mirada atónita e incrédula de los perseverantes y pacientes aficionados.

Aun así, siempre nos quedará el bellísimo martín pescador, vestido de azul, que tantas alegrías da a los fotógrafos de naturaleza; la oropéndola, que tampoco se queda atrás, ella de amarillo; o el pito real, un pájaro carpintero en tonos verdosos. El Encinarejo y alrededores, aviso a pajareros y otros locos de los animales, está plagado de observatorios. En este mismo recorrido, que no llega a los cinco kilómetros entre ida y vuelta, se alzan el de doña Rosa y el de los Lastrones.
La ruta de Los Escoriales y el Mirador del Rey
También es verdad que se puede estirar el camino ad infinitum. Lo mejor es proveerse de comida y bebida, localizar un observatorio con una amplia panorámica de la sierra, colgarse del cuello los prismáticos o montar el telescopio, y sentarse a esperar. Allí, entre roquedos y mucho matorral, puede aparecer de un momento a otro el lince ibérico. Hay que prestar atención a los movimientos de los córvidos (cuervos, urracas y compañía), que suelen alborotarse como buenos predadores ante la presencia del lince. Ellos nos pondrán sobre la pista.
En busca del "gran gato", lo mejor es coger la Ruta de Los Escoriales, muy cómoda y accesible en coche, y parar en cualquiera de los miradores y luego ir andando de uno a otro. Los que quieran llegar al final de este sendero se encontrarán con un balcón de piedra que lleva por nombre Mirador del Rey. La historia es conocida: el rey en cuestión es Alfonso XIII, quien reinaba cuando se construyó la espectacular Presa del Jándula, a cargo del arquitecto modernista Casto Fernández-Shaw, entre 1927 y1930, justo antes del advenimiento de la república. Es una maravilla de la ingeniería.