Este es el festival que arrasa en Albacete: música, gastronomía y emociones a fuego lento en Antorchas Festival 2025
Panorámica del Antorchas Festival 2025, en Albacete. FOTO : D.R.

Este es el festival que arrasa en Albacete: música, gastronomía y emociones a fuego lento en Antorchas Festival 2025

Albacete se consagra como destino cultural para viajeros de intereses diversos y paladares inquietos. Lo comprobamos sobre el terreno en la cuarta edición de Antorchas Festival, con un cartel musical de primer nivel, y en el restaurante Ababol, donde el chef estrella Michelin Juan Monteagudo propone una sinfonía de sabores y texturas inolvidable.

Germán Jiménez | Junio 24, 2025

Hay festivales que se escuchan y otros que se disfrutan con los cinco sentidos, como Antorchas Festival. Del 19 al 21 de junio de 2025, la ciudad de Albacete volvió a convertirse en el escenario de uno de los eventos culturales más singulares del verano en España. Tres días en los que la música, la alta cocina y la creatividad se dieron la mano en un entorno único.

La cuarta edición de Antorchas Festival batió su récord de participación, con 24.000 asistentes, y confirmó su crecimiento como un referente de los encuentros urbanos en España, al combinar un cartel musical con grandes nombres del rock, el pop y la electrónica, una propuesta gastronómica de altísimo nivel —con 11 estrellas Michelin y 12 soles Repsol— y acciones inmersivas que conectaron con el territorio… y con quienes buscaban una experiencia 360. No hay que olvidar que la cultura destaca como uno de los principales motores turísticos de España: según los datos más recientes del INE, es la razón por la que viajan el 19% de los españoles y el 23% por ciento de los extranjeros por el territorio nacional. 

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Fangoria fue uno de los platos fuertes del festival. FOTO: RUBÉN SERRALLÉ.

Una experiencia gastronómica inigualable

Uno de los momentos más esperados fue la Gastroexperience, en el mágico Jardín Botánico de Castilla-La Mancha, convertido para la ocasión en un laboratorio de emociones. Los chefs Víctor Rodrigo y Aroa López, del vanguardista restaurante Samsha, diseñaron un viaje culinario inspirado en los colores del arco iris y en el diálogo entre naturaleza y arte.

A ellos se sumaron dos invitados muy especiales: Chele González, considerado uno de los grandes embajadores de la cocina española en Asia desde su restaurante en Manila, y el chef Alberto Lozano, originario de Albacete y actualmente al frente de Huset, en Svalbard (Noruega), que, por primera vez, trajo a España su cocina basada en productos locales del Ártico. Juntos ofrecieron una cena a ocho manos tan irrepetible como el entorno que la acogió. Una experiencia sensorial que conectó con lo mejor del fine dining, desde una mirada creativa, accesible y profundamente emocional.

El fuego de Antorchas también ardió en el Templete Food Market, ubicado en el emblemático Templete del recinto ferial, donde, durante tres días se degustaron propuestas únicas firmadas por chefs que acumulan distinciones internacionales. Nombres como Iván Cerdeño, Carlos Maldonado, Miguel Carretero, Israel Moreno y los premiados Javier Sanz y Juan Sahuquillo pusieron sabor al festival en un formato pensado para el público general, sin renunciar al nivel de excelencia.

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El festival se ha convertido en una cita gastronómica de referencia. FOTO: D.R.

Una estrella Michelin fuera de cartel

Entre los referentes que asombraron al público en el Templete Food Market destaca Juan Monteagudo, chef de Ababol, quien, a los pocos meses de abrir su recoleto restaurante gastronómico, logró convertirse en el primer estrella Michelin de Albacete, uno de esos reconocimientos que tantas veces resultan esquivos y caprichosos.

En Ababol, la triada de tradición, territorio y temporada es el eje vertebrador de su propuesta. Una triple t que conforma un ADN en el que la humildad, la cercanía y el cariño completan la cadena de su identidad. Ya solo esto parecería una fórmula de éxito indiscutible, pero Monteagudo le añade el tesón, la confianza en su proyecto y el amor por la materia prima local, lo que le da la energía suficiente para seguir adelante innovando y creando, sin caer en fuegos artificiales.

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La experiencia: vajilla artesanal y cuadros con valor familiar

Comer aquí es un placer para los sentidos porque, además, no hay trampas ni efectos especiales que despisten a nuestras pituitarias ni confundan nuestras neuronas. Su cocina de proximidad extrae lo mejor de la producción local de la huerta de secano y ahonda en técnicas tradicionales de conservación que se fusionan (sin perder su identidad) con toques asiáticos.

Indispensables en sus menús (o irrenunciables, si eliges a la carta) son la famosa croqueta de jamón, reconocida como la mejor de España en 2023, año en el que Monteagudo también fue reconocido como cocinero revelación en el prestigioso summit internacional Madrid Fusión. La endivia con yuzu y tártara, los galianos de caza y la vieira curada en sake son una delicia. Hasta la coliflor, ese castigo infantil por el que mucho hemos pasado, se reinventa servida con grasa de ibérico atomizada. Aunque quizá la secuencia de pato azulón sea el pase más comentado (no haré spoiler). Eso sí, deja hueco para los postres porque quizá se conviertan en tu momento favorito de toda la experiencia.

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El entorno, sin estridencias ni guiños de diseño extravagante, sirve como un lienzo en blanco. Al igual que sus impolutos manteles de hilo, sobre los que destacan piezas hechas a mano por un artesano local como recipientes sacros. Sobre las paredes, cuadros del padre de Juan que hacen sentirse al chef como en casa.

Humor y sensibilidad

El maridaje no solo se centra en el mejor casamiento de platos y vinos, sino que va más allá y abraza la diversidad de género y orígenes en una plantilla en la que hay mayoría de mujeres. Algunas de ellas, en situaciones de riesgo de exclusión que han encontrado, al calor de los fogones de Juan, una nueva oportunidad. Porque la sostenibilidad social es para Monteagudo una prioridad, al igual que ocurre con el respeto por el medio ambiente, que es otro de sus grandes focos de atención.

Como curiosidad, llama la atención la doble acepción de la palabra que da nombre a este rincón para paladares disfrutones. Ababol significa amapola o también alguien despistado o abobado. La primera acepción es una metáfora perfecta de lo que encontrarás tras su discreta fachada. La segunda, lo opuesto a lo que uno percibe en los vivos ojos de su chef.